Clarín

Luego de Roma, una diferencia

- Mariano Ryan mryan@clarin.com

Con el sorteo de Roland Garros realizado, las cartas están echadas para Diego Schwartzma­n, por mucho el mejor tenista argentino de la actualidad. El serbio Miomir Kecmanovic, 40° del mundo y que ganó su primer título en Kitzbuhel hace dos semanas, será su más que complicado adversario del debut. Si lo supera, en el horizonte, como otro escollo todavía más difícil asoma el croata Borna Coric en la tercera ronda... Pero más allá de jugar a las chances de Schwartzma­n, lo importante es saber si, más allá de los potenciale­s rivales, tiene tenis para soñar con llegar a la segunda semana del Grand Slam francés, un objetivo que, a esta altura, debería ser de mínima para él y su equipo.

Schwartzma­n viene con mentalidad ganadora y la confianza por las nubes después de ganarles a Nadal y Shapovalov y de perder con Djokovic tras el esfuerzo supremo que le demandó el partido con el canadiense. Pero terminó Roma intacto de físico, luego de varios partidos duros y de mucho stress. Tiene solidez, ataca, devuelve como los mejores del circuito y su defensa y contragolp­e son fabulosos.

Con el drive maneja los efectos sin ser un jugador de una gran rotación de pelota, pasa muy bien por los costados y con el globo (lo hace en dos tiempos y hasta en la tercera pelota) y posee un drop espectacul­ar que usa como variante de los dos lados.

Para estar atento: en Roland Garros deberá tener un mejor porcentaje de primeros saques porque al segundo se lo atacan y le cuesta emparejar el punto.

En un circuito parejo todo puede pasar y (casi) todos pueden perder contra todos. Claro que ahora Schwartzma­n irá a París desde otro lado: él es uno de los que puede ganarles a (casi) todos. Y esa es una gran diferencia.

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