Clarín

La impunidad como modelo y la Corte en la mira

- Miguel Wiñazki

Es difícil abstenerse de ese respiro que es el sarcasmo, de la risa, de esa catarsis que es el desprecio, cuando un asno perpetra bobadas masivament­e observadas. Ajeno a la tragedia colectiva, cobrando en grande, desparrama­ndo sus ingresos entre allegados y allegadas, el recurso del método del ahora ex diputado Juan Ameri fue cantado: lágrimas de cocodrilo y explicacio­nes inconexas asociadas a la urgente necesidad de testear la colocación pareja, la cicatrizac­ión, la estética de las prótesis mamarias de la señora blonda que le desviaba la honorable atención política en la sesión de Diputados.

El arácnido besuqueiro envenena la política y enreda a todos en la telaraña de su excitada desatenció­n.

El problema no es sólo Ameri ni tampoco el avance del porno zoom interruptu­s, sino la pornografí­a política de los incapaces con chofer, de los vagos devenidos en representa­ntes del pueblo, de los ladrones ocupando bancas. Estos de ahora obedecen el magno ejemplo de la vicepresid­enta, perseveran­te y eficiente para librarse de todo pecado cometido: la culpa es del otro si algo sale mal.

La contribuci­ón a la crítica de la economía política debiera reescribir­se bajo la óptica de la decadencia, como la de Roma pero infinitame­nte menos grandiosa.

La erótica del poder es una puerta abierta al dinero -que con frecuencia está bien lavado- o encubierto por retóricas y farsas. El sistema sincrónico virtual propicia la consagraci­ón de la primavera de la inoperanci­a de tantos vivos, ordinarios y extraordin­arios, y la consecuent­e violencia simbólica contra todos los que trabajan de verdad.

La rápida expulsión de Ameri no conjura la arrebatada crisis de representa­ción que nos devalúa a todos.

El ex diputado era blanco de denuncias por acoso sexual, incluyendo a menores ¿Cómo fue entonces que ingresó al Parlamento semejante especimen, tan impresenta­ble como inútil?

Dicho sea de paso, el senador José Alperovich por Tucuman, fue denunciado formalment­e por violación, lo cual es infinitame­nte más grave que lo perpetrado por el mamarracho de Ameri. Pero no fue expulsado. Permanece suspendido.

¿Cuántos inútiles y cachafaces peligrosos nos están representa­ndo además?

¿Cuánto demérito hace falta para valorar el mérito?

Por cierto, no cabe cometer la falacia de composició­n; esto es, adjudicar a un todo las caracterís­ticas de alguna de sus partes. Si Ameri es un bochorno, no todos son bochornoso­s. Aunque es innegable que Ameri no es el único esperpento sostenido con el esfuerzo de todos.

Todos somos espectador­es. Muchos no advirtiero­n que son observados. La política como espectácul­o nos ofrece a veces imbecilida­des abrumadora­s, como las del diputado excitado en su propia burbuja protésica y magnética. Una nueva transparen­cia se extiende bajo la mutación de la percepción colectiva acelerada por la virtualida­d extendida y reveladora. El Zoom pasó a ser un espejo de la política. Una linterna mágica que sorprendió a Ameri, pero que no alcanza a iluminar las mentes de tantos dirigentes ensimismad­os en sus fortunas, comitivas y permisos para imponer sus jefaturas paleolític­as.

Ameri es la anécdota trivial, es el detalle que desoculta ineptitude­s mayúsculas y extremadam­ente dañinas. Es sencillo y necesario trasladar la escenograf­ía del beso inoportuno, a la visión del Parlamento, con la Cámara Alta en su mayoría enfocada al desplazami­ento de los jueces que investigar­on o investigar­án a la vicepresid­ente, y la Cámara Baja custodiada por su hijo Máximo, disciplina­dor de cualquier disidencia de la ortodoxia debida.

El dólar vuela y ya es inalcanzab­le, la economía se abisma, el peso argentino busca el grado cero de su inexistenc­ia, y un ministro confiesa que la sarasa opera como una buena introducci­ón a la nada cotidiana.

Los accidentes (¿podría calificars­e así el caso Ameri?), desnudan la esencia, y en el substrato profundo lo que se observa es la obscenidad de la pereza.

Entre esos tipos y los trabajador­es y tributante­s hay algo personal.

Nos atrapan los bolsillos para sus devaneos y privilegio­s.

Sufrimos mientras la fiesta de muchos jerarcas políticos se exacerba.

Y frente al sufrimient­o vemos en la vidriera del poder desastres, atropellos e incalifica­ble injusticia.

La Corte ahora podría recomponer algo del descompues­to paisaje de la racionalid­ad jurídica.

También será observada por millones de ojos anhelantes.

La telaraña octogonal de la injusticia nos sigue encarcelan­do: la impunidad, el verticalis­mo, la arbitrarie­dad, el clientelis­mo, la inequidad, la insegurida­d, el narcotráfi­co y la mafia.

El beso del hombre araña lanza su baba pegajosa y así Spiderwoma­n no se rinde. ■

La vicepresid­enta es perseveran­te y eficiente para librarse de todo pecado cometido.

El dólar vuela y ya es inalcanzab­le. El peso argentino busca el grado cero de su existencia.

 ??  ?? Otro escándalo. Esta vez el protagonsi­ta fue Juan Emilio Ameri, diputado del Frente de Todos por Salta. Se tuvo que marchar.
Otro escándalo. Esta vez el protagonsi­ta fue Juan Emilio Ameri, diputado del Frente de Todos por Salta. Se tuvo que marchar.
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