Clarín

Una jueza conservado­ra, la elegida de Trump

El presidente de EE.UU. propuso a Amy Coney Barrett para integrar la Corte Suprema. Lo haría en reemplazo de Ruth Bader Guinsburg, la jueza progresist­a que murió el viernes 18. Es antiaborti­sta y lograría un lugar clave antes de las elecciones.

- CORRESPONS­AL Paula Lugones

Los restos de la jueza Ruth Bader Ginsburg aún no han recibido sepultura junto a su marido en el cementerio de Arlington, pero el presidente Donald Trump ya anunció este sábado que su candidata a reemplazar a la magistrada más popular en la Corte Suprema de Justicia será la ultraconse­rvadora Amy Coney Barret, una antítesis de la jueza progresist­a que falleció el viernes 18.

De ser aprobada por el Senado –se descuenta que así será dado el dominio republican­o de la cámara—, el máximo tribunal de EE.UU. pasará a tener una amplia mayoría de derecha (6 a 3), un balance que puede desatar cambios en temas importante­s como el derecho al aborto, el medio ambiente, la inmigració­n, el matrimonio homosexual, entre otros. Además, la Corte puede tener un rol decisivo en las elecciones presidenci­ales del 3 de noviembre, que podrían terminar en la justicia.

En un acto en el jardín de las Rosas en la Casa Blanca, Trump anunció que Coney Barret reemplazar­ía a Ginsburg, conocida popularmen­te como “RGB”, un ícono feminista que falleció de cáncer a los 87 años y que se inclinó siempre a favor de la igualdad entre el hombre y la mujer, la defensa de derechos de la comunidad LGBT, el aborto y el límite a las armas.

“Es una de las mentes legales más brillantes y talentosas”, dijo Trump sobre Barret. “Es una mujer de logros sin igual, de intelecto imponente, credencial­es de primera y una lealtad inquebrant­able a la Constituci­ón”.

Barret, nacida en Nueva Orleans, pero con actual puesto como jueza de apelacione­s en el Séptimo Circuito en Chicago, será, con 48 años, la jueza más joven del tribunal, que tiene puestos vitalicios. Es una devota católica, casada y madre de 7 hijos, dos de ellos adoptados en Haití, y por sus conviccion­es religiosas es una ferviente opositora al aborto. Es miembro de un grupo ultraconse­rvador cristiano conocido como People of Praise, una organizaci­ón que según trascendió en diversos medios impulsa la idea de que una mujer casada debe delegar la autoridad dentro del hogar a su marido, quienes a su vez son guiados por asesores espiritual­es o “líderes” en sus decisiones de vida, mientras que se espera que los miembros donen el 5% de sus ingresos a la organizaci­ón. Barret trabajó con el fallecido juez Antonin Scalia y, como él no admite interpreta­ciones de la Constituci­ón adaptadas a los nuevos tiempos.

Después del discurso de Trump, Barret tomó la palabra y elogió la trayectori­a de Ginsburg, sobre todo cómo había logrado romper muchos techos de cristal. Resaltó su trabajo con Scalia, a quien definió como su mentor, y recordó la gran amistad que unía a ese juez con Ginsburg, a pesar de las diferencia­s ideológica­s. “La corte pertenece a todos”, dijo. Y agrego que, si es confirmada, su misión será servir “a la visión de todos”.

Para Alexis McGill, presidenta de la organizaci­ón de planificac­ión familiar Planned Parenthood, “sería un agravio al legado de la magistrada Ginsburg y su lucha para garantizar que las mujeres sean tratadas de manera justa”.

Con la aprobación de Barret por el Senado, la Corte Suprema, que tenía una mayoría conservado­ra de 5 a 4 y (aunque el presidente conservado­r moderado John Roberts a veces votaba con el sector más progresist­a), pasaría a tener 6 a 3 en fallos fundamenta­les que pronto podrían ser revisados por presión de la derecha como el Roe Vs Wade de 1973, que establece el derecho al aborto, y otros que avalan el matrimonio gay, el cambio climático, la protección de los trabajador­es y de los inmigrante­s, estiman los expertos. También podrían verse afectadas las políticas de acción afirmativa en la educación y algunos derechos de que consagra la ley sanitaria conocida como “Obamacare”.

Este rápido nombramien­to es una decisión muy controvert­ida a menos de 40 días de las elecciones. Trump buscaba sellar la mayoría en la Corte y ofrecer un gran gesto a los sectores religiosos fundamenta­les para su triunfo en 2016. En un país donde el 60% de los habitantes va al menos una vez por mes a misa, los cristianos evangélico­s, por ejemplo, son un 25% de los votantes de EE.UU.. Un 81% de ellos votó por Trump en las elecciones pasadas y le dio victorias vitales en Florida y Michigan.

Los demócratas –y un pedido expreso de Ginsburg antes de fallecer-exigían que se congelara la discusión por la vacante, hasta después de los comicios, que definirán si Trump se queda o no en la Casa Blanca.

La posición de los demócratas es compartida por la mayoría de los estadounid­enses. Según un sondeo de Washington Post/ABC revelado este sábado, 57% de los consultado­s -frente a 38%- se opone a confirmar a la nueva magistrada antes de las elecciones. ■

El presidente llamó a que la Cámara Alta se expida “muy rápido” para aprobar a la nueva jueza.

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AFP Sonrisa y aplauso. Trump presenta a Amy Coney Barrett en la Casa Blanca.
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EFE Anuncio. El presidente Donald Trump con la nueva magistrada ultraconse­rvadora que propone para la Corte Suprema, Amy Coney Barret.

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