Y usted ¿por qué no se suicida?

“Y usted ¿ por qué no se suicida?”. Con esa pregunta sorprendía Víctor Frankl a sus pacientes. Sabía muy bien lo que hacía. Psiquiatra, neurólogo, filósofo, creador de la logoterapia, había padecido en carne propia el infierno en la tierra. Y había sobrevivido. Entre 1942 y 1945 su vida transcurrió en campos de concentración nazis, Auschwitz y Dachau entre ellos. Allí perdió a su padre, su madre, su hermano, su cuñada, su joven mujer embarazada, colegas y amigos. Supo de sus muertes semanas después del fin de la guerra, indagando aquí y allá por la suerte de sus seres queridos. De aquella experiencia traumática nació su obra capital, “El hombre en busca de sentido”. Lo que plantea, básicamente, es que es tarea de cada quien encontrar el sentido que dará a su propia vida, aquello capaz de rescatarlo en los momentos más oscuros. Y a eso apuntaba con el interrogante con que sacudía a sus pacientes más desesperanzados. Era una exhortación a buscar en lo más íntimo aquello por lo que para cada uno vivir valiera la pena. Hijos, un proyecto, la posibilidad de un amor, un sueño... Alexander Batthyany preside en Viena la fundación Víctor Frankl. Darse a los demás, dice, es la actitud que da sentido a su vida. “Si compartes tu dolor, sólo duele la mitad”, repite, y asegura que la afirmación es, además, científica. Que si uno reparte plata, al cabo se quedará sin nada y eso habrá sido todo. Pero que si lo que se entrega es amor, un oído atento, una caricia, una palabra de consuelo y la propia energía, uno se alimentará de eso mismo que ha dado, y se sentirá en plenitud. Lo puso en práctica en plena pandemia, ayudando a los ancianos del barrio con lo que ellos no podían hacer. En el compartir y el dar encuentra cada día la razón para desafiar su irremediable condición de mortal. ■