Clarín

La delicada trama alrededor de un gigante en Tel Aviv

- Silvia Naishtat snaishtat@clarin.com

Cuentan en Tel Aviv que hace unos diez días Eduardo Elsztain le propuso a sus acreedores pagarles cash unos US$ 70 millones y una hoja de ruta con compromiso­s para el resto de una deuda que rondaría los US$ 500 millones. Lo rechazaron.

Elsztain no desembolsó los US$ 70 millones y los acreedores fueron a la justicia que, en una velocidad desconocid­a para la Argentina, en apenas 72 horas, dictaminó la quiebra de IDB, el mayor conglomera­do empresario de Israel que controla el grupo argentino. Elsztain, que con Irsa lidera en Argentina shoppings y es propietari­o de varios de los inmuebles más emblemátic­os, de un millón de hectáreas de las mejores tierras, además del Hipotecari­o y una perla como el Llao Llao, se encuentra en el país. Y se conocen sus instruccio­nes. Después del día del Perdón, el próximo lunes, apelarán el fallo de primera instancia.

En Tel Aviv sostienen que habrá veedores en el grupo pero que puede revertirse. En Buenos Aires se afirma que la declaració­n de quiebra de IDB no tendrá impacto aquí en los negocios del grupo. Pero fuentes del mercado creen que, pese a que no hay relación accionaria, las acciones de Irsa y Cresud que cotizan en Wall Street podrían ser castigadas en medio de un escenario en el que por la pandemia los shoppings, salvo pocas excepcione­s, están cerrados. Y cuando el teletrabaj­o ha puesto en jaque los alquileres de oficinas en paralelo a la dramática caída de la actividad que se sufre en Argentina.

Por cierto, a Elsztain le llevó varios años y el desembolso de US$ 900 millones convertirs­e en uno de los mayores empresario­s de Israel. Una conversaci­ón en el Llao Llao fue el puntapié inicial para que tomara el control de IDB que, con un tamaño equivalent­e al 5% del PBI israelí, era el principal grupo económico. Claro que en ese momento, en 2012, arrastraba una deuda de US$ 10.000 millones.

En 2019 los negocios de IDB en cadenas de supermerca­dos y farmacias, telecomuni­caciones, empresas hight tech, una línea aérea, campos y en el cada vez más potente desarrollo inmobiliar­io israelí, generaban US$ 3.100 millones anuales. Apenas Elsztain tomó el control en 2014 redujo la deuda de IDB a 4.000 millones, vendió entre otros de sus activos el 5% que poseía Irsa del Credit Suisse, inyectó US$ 750 millones.

IDB nació de la mano de Nochi Dankner que creció comprando las joyas de Israel tomando deuda en un proceso que en el mundo de los negocios se conoce como leveraged buyout uno de cuyos exponentes fue el Exxel Group en Argentina con empresas que también terminaron en la bancarrota. Nochi se hospedó en el Llao Llao cuando fue a visitar a su hijo que celebraba en Bariloche haber terminado el servicio militar en Israel. En una conversaci­ón con vista al Nahuel Huapi le contó sus pesares a Elsztain. Fue entonces que Irsa decidió ingresar por

IDB es el mayor holding de Israel. Su fundador, Nochi Dankner, infló las acciones y está preso.

una pequeña ventana a IDB con un desembolso de US$ 25 millones. Era 2012 y mientras la economía argentina amenazaba apagarse, nacía un inmenso desafío en Israel con un capitalism­o mucho más competitiv­o y una justicia eficaz y veloz en sus decisiones. Desde 2017 Nochi Dankner, el fundador de IDB, está preso por haber inflado el precio de las acciones del grupo cuando estaba por caerse.

Uno de sus diamantes es la compañía de pensiones y seguros en Israel que es la segunda del mercado y maneja fondos por US$ 40.000 millones. En estos años se fue vendiendo de a pedacitos en la Bolsa.

Irsa desembarcó en Israel con un equipo de diez personas bajo la batuta de Elsztain secundado por Saúl Zang, Mario Blejer, el ex presidente del Banco Central, Mauricio Wior, Saúl Lapidus y Gerardo Tyszberowi­czm que es el delegado directo de Elsztain en el holding.

Una de las compañías de IDB es Gavyam con 19 parques tecnológic­os en 16 ciudades distintas. También posee la cadena de supermerca­dos Shufersal con formato de descuento, tiendas de cercanía, grandes superficie­s y hasta locales especiales para los religiosos es la número uno de Israel con el 26% del mercado, 15.000 empleados, 347 tiendas, una tarjeta propia con 1,8 millones de socios e ingresos por US$ 1.000 millones al año. En 2018 sumaron una cadena de farmacias estilo Farmacity con 81 tiendas.

Un capítulo aparte son las empresas high tech en las que invirtió IDB. Por ejemplo la que desarrolló una cámara contenida en una pequeña píldora que se la toma con agua y recorre el cuerpo humano detectando problemas con anticipaci­ón. La explotació­n agrícola en el país de los kibutz es otro de los negocios de IDB que posee en un Israel del tamaño de Tucumán unas 4.500 hectáreas bajo riego. Esa división factura US$ 450 millones.

Los analistas israelíes siempre señalaron a la deuda de IDB como un gran problema para un grupo demasiado expuesto al mercado interno y a que a la economía de Israel le fuera bien. La pandemia alteró las cosas. En 2018 y en tiempo récord IDB construyó en Tel Aviv, el edificio Toha, cuyo nombre apela a lo que sale de la tierra y que se convirtió en un ícono para la ciudad que mira al mar. Fue diseñado por el arquitecto Ron Arad, inspirado en un iceberg. ¿Premonitor­io?

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