Clarín

El milagro del avión en el canal de Beagle

- Virginia Messi vmessi@clarin.com

“¿Viste Rocky?”, le preguntó la médica a Oscar Ciruzzi que trataba de enfocar la mirada con el único ojo que tenía sano. “Sí”, contestó él sin entender la referencia a ese hitazo cinematogr­áfico protagoniz­ado por Sylvester Stallone en el papel del boxeador Rocky Balboa.

Poco después la pregunta tuvo sentido: la médica tomó un bisturí y le hizo un fino corte a su párpado para drenar la sangre del enorme hematoma que había desfigurad­o su rostro. La fisura en una de sus costillas parecía lo de menos.

Oscar -por entonces de 34 años y flamante fiscal federal de Capital- había llegado al hospital de Ushuaia empapado y aún perplejo por haber sobrevivid­o a lo que pudo ser una tragedia. El vuelo AR648 en el que viajaba junto a otras 61 personas, entre ellas una comitiva judicial, había rebotado en la pista de aterrizaje y terminado en las heladas aguas del Beagle.

El accidente ocurrió pocos minutos antes del mediodía del lunes 26 de septiembre de 1988, hace exactament­e 32 años. El avión había partido de Buenos Aires por la mañana y tras hacer dos escalas -en Bahía Blanca y Río Grande- terminaba su recorrido en Ushuaia. Pero demasiada velocidad y vientos cruzados hicieron que todo saliera mal, muy mal.

La imagen del Boeing 737 estacionad­o en el agua a 50 metros de la costa todavía sorprende en las fotos de la época. Ningún fueguino ha podido borrarla de sus recuerdos y menos aun los que estuvieron en el avión, como Ciruzzi. O como Sandra Mayor, quien ese mismo año acababa de fundar Prensa Libre (por entonces semanario) y le tocó cubrir la noticia.

“Después del accidente el gobernador le dijo a la revista Gente que tuvimos suerte de que la marea estuviera baja porque eso nos permitió hacer “patito”. Con marea alta el avión hubiera dado vuelta campana y habríamos muerto todos ahogados”, recuerda Ciruzzi (66), hoy fiscal del Tribunal Oral en lo Criminal N° 7.

Esa misma mañana, mientras a Ciruzzi le hacían la “Gran Rocky” en el hospital, Sandra Mayor recibió en su casa la llamada de un vecino que la alertó sobre el accidente. Sandra le puso rollo a su cámara (no existían ni celulares ni cámaras digitales) y partió en su Fiat 147 rumbo al aeropuerto, que no es el que existe actualment­e sino uno mucho más rudimentar­io que funcionaba en la base aeronaval.

“Cuando llegamos ya los pasajeros habían sido rescatados. Había algunos heridos, pero ningún muerto. Lo raro fue que, aunque el avión aún estaba en el agua, una cuadrilla lo estaba pintando de blanco. Entonces nos explicaron que las reglamenta­ciones internacio­nales así lo indicaban: ver un avión con su identifica­ción visible genera una reacción negativa en quienes tiene que abordar otro vuelo de la misma aerolínea”, cuenta Sandra.

El accidente impulsó la creación del Aeropuerto Internacio­nal Islas Malvinas. “Igual tuvieron que pasar 7 años hasta que ocurriera. Hubo que hacer un gran trabajo de movimiento de tierra”, acota Sandra, que aquel día del hecho habló con víctimas, testigos, autoridade­s y sacó fotos para llenar la doble central de Prensa Libre.

Había viento. Tanto que en Río Grande costó abrir la puerta del avión para que bajara parte de los pasajeros. La comitiva judicial integrada por el juez federal N° 2 Miguel del Castillo, el secretario Alberto Huarte Petit y los fiscales Oscar

La aeronave cayó de panza en la pista de aterrizaje y terminó sobre el agua, a 50 metros de la costa. Se salvaron todos los pasajeros y tripulante­s.

Ciruzzi y Cecilia Pombo- más dos peritos contabless­iguió camino a Ushuaia.

Allí debían investigar una maniobra con el reintegro del IVA, una estafa millonaria basada en el incentivo a la producción de lenga (árbol llamado Roble de Tierra del Fuego). En los números había tanta lenga en la zona que no alcanzaba todo el territorio fueguino para que creciera.

“En esa época en los aviones había un sector de fumadores y otro de no fumadores. Como yo no fumaba me senté adelante, en la primera fila, pegado a una mampara que daba paso a la cabina de los pilotos. En un momento, el avión hizo una especie de vacío, entonces Cecilia Pombo se vino adelante conmigo”, recapitula Ciruzzi antes de entrar en la parte aterradora de la historia.

“Yo ya había estado en Ushuaia antes y me llamó la atención que el avión bajó muy rápido en la pista. Yo no veía que había manera de pararlo y como un acto reflejo puse la planta de los pies sobre la mampara y la cabeza entre los brazos. Se escuchó un ruido tremendo que no lo vamos a olvidar nunca: fue cuando el avión desde una altura de unos 50 metros trató de retomar el vuelo y cayó de panza en la pista”, detalla el fiscal a Clarín.

Ciruzzi, que con la turbulenci­a se había ajustado el cinturón a más no poder, salió disparado con asiento y todo. Algo le pegó en el pómulo y perdió el conocimien­to durante unos minutos. Cuando abrió los ojos, todo era caos: olor a combustibl­e, agua helada, Cecilia Pombo desmayada frente a la puerta de la aeronave que estaba abierta, una azafata tirada a su lado.

“En las películas cuando pasa esto sale una manga de plástico de la puerta del avión. Acá no salió nada. Lo único que salió fue la puerta. Estaba abierta y el agua que comenzaba a entrar. Realmente mi miedo era que explotara. Pasé sobre Cecilia, sobre la azafata y salí con el agua en los hombros. No sentí el frío porque era más el miedo, tengo que admitirlo”, detalla Ciruzzi.

Luego del paso por el hospital, donde lo emparcharo­n, Oscar Ciruzzi y la comitiva judicial (menos Pombo, que quedó internada con fractura de tibia y peroné y un fuerte golpe en la cabeza) terminaron en el juzgado federal de Ushuaia donde les dieron una mano para comunicars­e con sus familias y recomponer­se un poco.

La Procuració­n general de la Nación sacó un comunicado oficial que fue publicado por Clarín en su edición del martes 27 de septiembre. La noticia del accidente fue a tapa, aunque el mayor espacio se lo llevó el doping positivo de la estrella del atletismo Ben Johnson, descalific­ado en plenos Juegos Olímpicos.

“Esa misma tarde nos dieron un cheque por la ropa que había quedado en el avión, bajo el agua. Como estábamos en zona franca, debajo del paralelo 42, me compré toda ropa francesa”, recuerda con humor Ciruzzi, que agradece haber vuelto en grupo a Buenos Aires porque eso le evitó generar una fobia a los aviones. “Lo bueno es que como a nadie se le cae el avión dos veces, yo soy una persona perfecta para acompañar a cualquiera en un vuelo”, vuelve a bromear Oscar. Sin embargo en 2018, a 30 años del accidente en Ushuaia, el axioma estuvo apunto de fallar.

Fanático de Boca, viajó a España a ver la final de la Copa Libertador­es que su equipo disputó con River el 9 de diciembre de 2018. El vuelo de retorno a la Argentina fue amargo por el resultado y también por la constante turbulenci­a. Ciruzzi: “Fue tremendo. Pensé: ‘nooooo, otra vez noooooooo’”.

 ?? DIARIO DEL FIN DEL MUNDO ?? De película. El Boeing 737 hizo “patito” en el agua helada, frente a Ushuaia, el 26 de septiembre de 1988.
DIARIO DEL FIN DEL MUNDO De película. El Boeing 737 hizo “patito” en el agua helada, frente a Ushuaia, el 26 de septiembre de 1988.
 ??  ?? Sobrevivie­nte. El fiscal Oscar Ciruzzi iba en el vuelo AR648 con otros 61 pasajeros.
Sobrevivie­nte. El fiscal Oscar Ciruzzi iba en el vuelo AR648 con otros 61 pasajeros.
 ??  ?? Rescate. Efectivos de Prefectura se acercaron al avión en un bote.
Rescate. Efectivos de Prefectura se acercaron al avión en un bote.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina