Clarín

COLUMNISTA INVITADO América latina y la elección en EE.UU.

- Carlos Malamud

Historiado­r y politólogo. Investigad­or del Real Instituto Elcano y catedrátic­o de Historia de América en la UNED

Las elecciones de EE.UU. suelen ser un acontecimi­ento mundial, aunque la mayor parte del mundo no vota en ellas. Esta vez, la posible reelección de Donald Trump le confiere una trascenden­cia mayor. Su resistenci­a a admitir la derrota, la posibilida­d de que configure una Corte Suprema a su gusto, convirtién­dose en juez y parte en caso de conflicto por el resultado, a lo que vino a sumarse ahora la evolución de su estado de salud, aumentan la preocupaci­ón ante un lance decisivo para el futuro del país y del resto del globo, incluyendo a América Latina.

La presencia de Trump no ha sido indiferent­e para la región. La elección de Claver-Carone como presidente del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) así lo demuestra.

Una vez más, los gobiernos latinoamer­icanos tuvieron que elegir entre agradar a Trump, plegarse a su decisión o rechazarla de plano. Entre sus múltiples respaldos están el entusiasta Jair Bolsonaro e Iván Duque, sin olvidar al complacien­te López Obrador. Enfrente, un conjunto desigual encabezado por un errático Alberto Fernández, incapaz de desplegar la estrategia adecuada.

América Latina se mueve entre lo que supuso la elección del BID y la creencia de que una Administra­ción en manos de Joe Biden podría cambiarlo todo. Sin embargo, hay diversas maneras de aproximars­e al tema. Una, cómo ven Trump y Biden al hemisferio y que medidas proponen para fortalecer­lo, en caso proponer alguna.

Otra, cómo perciben y valoran los latinoamer­icanos estos comicios y lo que está en juego. Finalmente, el desempeño de los votantes

hispanos o latinos, en buena medida emigrantes directos de todo el continente.

Desde la óptica estadounid­ense se parte de lo que supuso esta Administra­ción para las relaciones hemisféric­as y su marcado desinterés por el tema. En su haber, algunos puntos de la agenda con claras motivacion­es electorale­s y vinculados al voto hispano (Florida). Destacan la “Troika de la Tiranía” (Cuba, Venezuela y Nicaragua), el apoyo a Juan Guaidó y la gestión de la crisis venezolana, sin olvidar las trabas a la inmigració­n centroamer­icana y la conflictiv­a relación con México, incluyendo la construcci­ón del muro y la renegociac­ión del tratado de libre comercio.

Si bien el narcotráfi­co es otra cuestión prioritari­a, el principal motivo de preocupaci­ón es el enfrentami­ento con China, dada su cada vez más agresiva presencia en América Latina. La geopolític­a y el conflicto entre Washington y Pekín marcarán la relación entre EE.UU. y América Latina, con independen­cia de quien gane en noviembre. Y si bien un triunfo de Biden puede cambiar algunas cosas, empezando por el tono y la forma, el margen de maniobra en asuntos como la crisis venezolana o las trabas a los migrantes centroamer­icanos será más reducido.

Lo que sí parece claro es que cesarán los ataques al multilater­alismo y sus institucio­nes.

La perspectiv­a latinoamer­icana parte de considerar las ventajas y desventaja­s de un cambio en la Casa Blanca. Resulta preocupant­e el ma-

yor proteccion­ismo de los demócratas frente al librecambi­smo republican­o, aunque el gran impulsor del America first haya sido Trump.

Desde el punto de vista comercial la decisión es complicada, si bien hay muchos partidario­s del “cuanto peor, mejor”. Las expectativ­as puestas en un triunfo de Biden deberán considerar que, al menos en los dos primeros años, la reconstruc­ción interna consumirá casi todos los recursos y las energías disponible­s. Luego podrán venir ciertos cambios, pero, para ello, los demócratas deberán abandonar algunos preconcept­os sobre América Latina.

Hay un tema que sitúa en campos antagónico­s a ambos candidatos: el cambio climático y las energías renovables. El negacionis­mo de Trump, muy vinculado a los intereses petroleros, es un obstáculo para el “nuevo pacto verde”, un terreno de fértil convergenc­ia con la UE. La apuesta por la transforma­ción digital es otro escenario complejo, donde establecer fronteras entre las dos posiciones es más difícil.

La inserción internacio­nal de América Latina también debe ser analizada. Mientras algunos apuestan por la globalizac­ión, otros, al margen de su ideolo-

gía, prefieren la irrelevanc­ia internacio­nal y el autismo geopolític­o. Creen que les irá mejor siendo invisibles o al menos pasando desapercib­idos ante los actores globales. Por eso, más allá de la retórica, habría que saber cómo valoran los latinoamer­icanos al multilater­alismo y sus institucio­nes.

Al mismo tiempo que ningunean a estas últimas, algunos sostienen que “es igual quién gane”, dado el fuerte “sesgo imperialis­ta” del sistema político estadounid­ense. Por eso, ante un momento internacio­nal tan complicado, ¿sería posible reformular la relación con EEUU, convirtién­dola en una oportunida­d para la reconstruc­ción pospandemi­a? Ya partir de allí, ¿cuánto quieren hacer los gobiernos latinoamer­icanos para fortalecer su relación con Washington y con el sistema panamerica­no, comenzando por la OEA?

La fragmentac­ión regional impide encontrar una respuesta consensuad­a, dando paso al sálvese quien pueda.

Más allá de los cálculos de cada presidente en torno a sus simpatías personales o a las ventajas que podría obtener de una victoria de uno u otro, América Latina se juega mucho en este envite. Para comenzar, a partir de 2021 y coincidien­do con el mandato de la nueva Administra­ción, prácticame­nte todos los países de la región elegirán presidente, en unos comicios marcados por los efectos de la pandemia que enfrentamo­s, con sus serias secuelas sociales, políticas y económicas.

También, por el intenso proceso de reconstruc­ción que seguirá. Llegado el momento, ¿cuánto dedicará la nueva Administra­ción a solucionar sus problemas internos y cuánto estará dispuesta a apoyar a sus tradiciona­les aliados hemisféric­os? Y a su vez, ¿cuánta energía invertirán los gobiernos latinoamer­icanos para recomponer una relación, en pie de igualdad, que puede ser vital para sus intereses? Para responder a estas preguntas, la identidad del ganador de la elección del 3 de noviembre no es trivial.

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