Clarín

Otra interna ¿y desempate en la Conmebol?

- Ricardo Roa

El embajador argentino en la OEA habla en favor de Maduro. Apenas un par de días después, el embajador argentino en la ONU habla en contra de Maduro. ¿Cómo se resuelve esto? ¿Desempate en la Conmebol? Uno responde a Cristina y el otro a Alberto Fernández. Ya ni los discursos pueden tapar las diferencia­s en el Gobierno. Encima, enojada con el giro contra Maduro, la ex azafata Alicia Castro dice que se baja de la embajada en Rusia. Castro no recibió el acuerdo del Senado: renuncia a lo que no tenía. Y renuncia ante Cristina, no ante el Presidente que la llama para convencerl­a de que no se vaya y fracasa. Es la primera vez que alguien renuncia a un cargo que no tiene y que un Presidente le pide que se quede a alguien que lo cuestiona.

Fernández también había llamado al embajador ante la OEA, Carlos Raimundi, después de que defendiera a Maduro desoyendo órdenes de la Cancillerí­a. A Castro le gustan los ruidos. A Raimundi, que tiene la misma costumbre de cambiar de bando en la política, un poco menos. Podría ocurrir que si se tentara con renunciar, también lo hiciera ante su jefa política, que está detrás de todo esto sin decir nada.

¿Qué hace que un país con tanto problema adentro se compre otro problema afuera y encima de un país colapsado? La discusión sobre Venezuela huele a los años

70, a tiempos de la Unión Soviética, Guerra Fría y lucha antiimperi­alista. Detrás de Venezuela está Cuba y un pasado que un ala del cristinism­o añora como si fuera posible resucitar, empeñados en negar el fracaso del chavismo, que termina en una dictadura militar con la mayor cantidad de denuncias por violacione­s a los derechos humanos. Venezuela es un refugio ideológico y los restos de una próspera fuente de negocios. Aliarse con Maduro es aliarse con países de los bordes como Irán y Corea del Norte y aislarse del mundo.

Venezuela terminó colándose en el relanzamie­nto de la imagen de Fernández, que aunque cumple sólo 10 meses de gestión viene de tumbo en tumbo. Todo está tan dado vuelta, que el festejo será un acto por Internet el 17 de octubre. Cosas de la pandemia como la nueva prórroga que Fernández anunció de la cuarentena más larga del mundo. Es la número 14. Ya casi se olvidó de que hace cuatro meses, en la número cinco, con filminas y tono triunfalis­ta, había ninguneado el modelo sueco, que no cerraba fronteras ni escuelas y apelaba a la responsabi­lidad individual.

Argentina tenía entonces 5.611 contagios (126,11 por millón de habitantes) y Suecia 25.000 (2.443 por millón). Ahora los suecos tienen 97.532 casos (9.732 por millón) y nosotros 856.369 (18.901 por millón). Eso se llama cantar victoria antes de tiempo o un papelón.

A veces parece que Fernández vive en una burbuja. En esos comienzos de la pandemia, cuando las encuestas le daban muy bien, llegó a decir: “se desmoronan los imperios económicos y llegó la hora de poner al capitalism­o en su verdadera dimensión”. Pensaba que el Covid era una oportunida­d para la Argentina. Por pensar cosas como esa, así nos va.

Con Maduro, compramos problemas afuera cuando acá tenemos de sobra con la economía y el virus.

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