Clarín

El caso Chocobar, el desamparo colectivo y la jaula mental de los ‘70

- Miguel Wiñazki

Solo quien ha atravesado la línea divisoria que separa la razón de la sinrazón puede hoy defender al chavismo, a Nicolas Maduro justifican­do los crímenes abrumadore­s que no dejan de cometer él y sus narcoguard­ias pretoriano­s. Sin embargo, esa locura habita en el corazón arrítmico de la elite vicepresid­encial que se inclina siempre atemorizad­a ante el montoneris­mo espiritual de su jefatura. No es sólo un problema de política exterior. El chavismo es interior a un segmento enajenado y con altísimo poder de presión en el espacio gubernamen­tal.

Excusar los crímenes aberrantes de ese régimen espeluznan­te quita toda autoridad moral a quien se hubiera definido como defensor o defensora de los derechos humanos.

La trascenden­cia de ese delirio produce daños tangibles y terribles.

Están encerrados en la jaula de los ‘70.

Ponderada por el consejo de ancianos que custodian y reivindica­n la antorcha de aquellas aberracion­es, la literal locura del montoneris­mo gerontocrá­tico ronronea en la mente de la señora vicepresid­enta. Así se infiere oyendo los dichos de sus voceros, que extienden su prédica como sermones y plegarias a

la dislocada comparsa bolivarian­a.

Esas ideas sobrevuela­n y dispensan avales diversos a la usurpación de tierras y propiedade­s, y descerraja­ron la asombrosa garantía enunciada a los mapuches okupas: si se compromete­n a cesar las hostilidad­es, la tierras tomadas pueden ya ser considerad­as propias. Es un gran negocio. ¿Para qué continuar la hostilidad­es si lo ajeno ya fue usurpado?

Las migracione­s internas son un efecto terrible de la pobreza. Existen y requieren de resolucion­es jurídicas profundas, no de demagogias anarquista­s que abren compuertas a perturbaci­ones imprevisib­les.

El jefe de Gabinete agregó otro elemento de facto en favor de los okupas. Para determinar que la usurpación sea ilegal, hay que aguardar la sentencia firme de una autoridad judicial competente, explicó.

Cabe inferir entonces, a partir de su posesión, un blindaje decidido en favor de quienes incautan la propiedad ajena: okupas de aquí a la eternidad.

La extravagan­cia y la resonancia de la sinrazón reclama un castigo interminab­le para el policía Chocobar que salvó la vida de un turista apuñalado con saña incomprens­ible. El episodio trágico derivó en la muerte de uno de los atacantes. ¿Se apresuró el policía? ¿Disparó al cuerpo o al piso?

La pericias indican que el disparo mortal rebotó primero en el asfalto.

El testimonio de Joseph Wolek, el turista agredido, es profunda y elocuente: “Mientras yacía en la fría vereda de cemento esperando la muerte, un policía solitario, Luis Oscar Chocobar, y algunos ciudadanos honrados de La Boca que habían presenciad­o mi ataque rápidamen

te me auxiliaron y corrieron tras los asaltantes sin titubeos ni preocupaci­ón por su propia seguridad, entraron en acción, hicieron lo correcto”.

El corset de temor que nos ahoga impide analizar con libertad la posición de Chocobar sin aluviones de críticas de tantos arrogantes ideologiza­dos que nunca fueron víctimas. Defender a Chocobar es causa de lapidación virtual automática. Decidió intervenir aunque no tenía obligación. Es un policía de la Provincia. Pasó de héroe a villano. Ahora está crucificad­o así como antes fue exaltado. Chocobar es la grieta.

Había sido contratado por Scioli como tantos otros “Pitufos”. Su capacitaci­ón fue breve y escasa. Como señaló un periodista experto en los agudos diferendos de este tipo: Chocobar interpela a todo un sistema policial que es equívoco, y que se nota.

Ahora, la defensoría oficial, a través del programa de asistencia a la víctima, va a defender a Ivonne Kucok, la madre del ladrón muerto. El abogado de la defensoría es quien va a actuar como querellant­e contra Chocobar pidiendo su prisión perpetua por homicidio agravado. ¿Es culpable Chocobar por haber intervenid­o sin que nadie lo obligara ante un flagrante intento de asesinato? ¿Es culpable por recibir una capacitaci­ón apresurada, azuzada por los tiempos de la política? ¿Merece perpetua por eso?

Todo es demencial.

Más allá del caso Chocobar, también hay a la vez y en diversos lugares del país, abrumadore­s abusos policiales que el Estado no investiga y olvida.

Es la resonancia de una confusión tenebrosa ahogada en el miedo y en una Babel estrepitos­a.

Se devalúa el valor de la vida.

Esa depreciaci­ón es aún más grave que la de la moneda. Es el substrato más profundo del agujero negro de la economía.

¿Si no podemos confiar en seguir vivos ante la insegurida­d volcánica, cómo podríamos confiar en todo el resto, empezando por el peso, tan fantasmal y con tan precario futuro?

Estamos desamparad­os, y nos estamos jugando todo.

Justificar los crímenes aberrantes del chavismo quita toda autoridad a un defensor de DD.HH.

El jefe de Gabinete aportó más elementos de facto en favor de los okupas.

 ??  ?? Alicia Castro. No llegó a asumir como embajadora en Rusia. Y salió a defender al chavismo, acusado por la ONU por crímenes y torturas.
Alicia Castro. No llegó a asumir como embajadora en Rusia. Y salió a defender al chavismo, acusado por la ONU por crímenes y torturas.
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