Toque de queda desde hoy en Francia: un esfuerzo total para frenar al virus
No se podrá salir entre las 21 y las 6. Los casos se dispararon hasta el récord de 30 mil en apenas una jornada.
Parecía una calle de Mumbai. Una multitud ruidosa y enmascarada se despidió de las noches de Paris el jueves antes de la llegada del toque de queda, que comienza el sábado a las nueve de la noche, en el barrio de la Bastille. Todos querían disfrutar de la libertad de volver a casa en plena madrugada y no cumplir con la restricción de permanecer en sus domicilios entre las nueve de la noche a las 6 de la mañana, en el último intento del gobierno francés de controlar el coronavirus. El gobierno informaba al mismo tiempo que había 30.000 nuevos casos en 24 horas.
En la esquina de la rue de Lappe, Emmanuel y sus amigos se organizaban para participar en otra “fiesta clandestina” en las cercanías, que el gobierno quiere poner punto final con esta medida extrema, que se aplicó con éxito en la Guyana francesa. Junto con los “raves” ilegales en el Bois de Boulogne o de Vincennes y los excesos de creer que el virus ya no existía en las vacaciones de verano pasadas, son unas de las razones de este crecimiento exponencial del Covid 19 en Paris.
Una nueva vida se pondrá en marcha. Los parisinos y los habitantes de otras siete ciudades de Francia en alerta máxima sanitaria deberán adaptarse durante las próximas seis semanas, hasta el 1 de diciembre.
Los restaurantes, los teatros, cines, salas de espectáculos y salas de deportes deberán bajar la cortina a las 21. Solo los restaurantes con “take aways“permanecerán abiertos.
Un golpe económico brutal. Pero también una nueva reorganización para no perderlo todo: comer más temprano, cambiar los horarios de los espectáculos, y recibir ayuda económica del gobierno ante las pérdidas.
El virus comenzó a duplicarse exponencialmente en los últimos 10 días. La cifra de 30.000 casos en un día jamás fue vista desde la salida del confinamiento.
El gobierno cree que la segunda ola ha llegado al país ferozmente y no quiere repetir los errores de la primera: ha dividido a los hospitales en dos. Un 50% de las camas está dedicado al Covid pero el otro 50% servirán para atender a los enfermos de cáncer, a las operaciones mayores cardiológicas, oncológicas o traumatológicas postergadas, todas interrumpidas durante la primera ola.
Con esta medida inusual intentan bajar la presión hospitalaria, con un servicio médico y de enfermería agotado y desalentado ante la segunda ola. En el hospital parisino de la Salpêtrière, solo quedan dos camas de Covid sobre un total de 56. El sistema está al borde del colapso y los duros días del invierno aún no han comenzado. El gobierno prevé el pico para el 23 de octubre .
Los franceses detestan la idea del toque de queda pero 82% lo aprueba, según una encuesta del diario Le Figaro. Para ellos está vinculado a la memoria de la segunda guerra mundial durante la ocupación nazi. Pero está vez está ligado al estado de urgencia sanitaria, máxima alerta de salud, que impuso el gobierno.
Desde el sábado y hasta el 1 de diciembre se acabaron las fiestas, los casamientos, en los restaurantes no se pueden sentar juntas más de seis personas, con la separación de una silla entre cada uno. A los “gestos de protección”- lavarse las manos con gel, no tocarse la cara, usar máscarase suma la necesidad de limitar los contactos sociales, que son el origen de la gran contaminación en Francia.
“Hay que reducir el número de personas que uno encuentra en un circulo convivial, en casa o donde uno se acerca, sin máscara y donde uno pierde el reflejo de los gestos de protección.El riesgo es muy elevado”, dijo el premier Jean Castex, al explicar la pedagogía del toque de queda.
Esta es la prioridad del gobierno. Sus modelos epidemiológicos muestran que si no adopta esta medida, en la mitad de octubre podrían encontrarse con 5.000 enfermos de Covid en terapia intensiva. No fue suficiente el cierre de bares. Tuvieron que avanzar sobre la privacidad de las personas para frenarlo y no desbordar los hospitales.
Un París sin besos en la capital del beso y el amor. Aún con máscaras no se puede besar. Margot Bayart, vicepresidenta del sindicato de médicos generalistas de Francia, advierte que los cumpleaños son extremadamente peligrosos. ■
Se acabaron las fiestas y los resturantes sólo recibirán clientes para comprar y llevar comida.