Clarín

Todos unidos ¿triunfarem­os?

- Ricardo de Titto

El 17 de octubre de 1945, con su movilizaci­ón, la clase trabajador­a irrumpe en la política. Un nuevo actor social trepa a escena: “¡Queremos a Perón!” es su consigna. El reclamo triunfa y aquel “aluvión zoológico” – despreciad­o por los opositores– impone al nuevo presidente. En el marco de la posguerra, la sustitució­n de importacio­nes y la inmigració­n interna se forja un nuevo fenómeno, la “Argentina Justiciali­sta”. El liderazgo de Perón –en diarquía con Evita– es su rasgo original; lo emocional, un componente clave.

El perfil del peronismo se construye con el gobernar. Amante de los discursos, el General construirá una “doctrina” pragmática y ecléctica con tres banderas: independen­cia económica, soberanía política y justicia social. Perón pergeñó en la Italia fascista un sistema de representa­ción corporativ­o con otros cauces que el sufragio y la división de poderes: la “comunidad organizada”. Para ello, “mejor que decir es hacer”: nacionaliz­ación de resortes claves –Banco Central, comunicaci­ones–, obras públicas, derechos sociales y políticos, sindicalis­mo alineado, censura sobre los medios. “Perón cumple, Evita dignifica”.

¿Documentos ideológico­s? Escasos. “Doctrina peronista”, el pasional “La razón de mi vida”; “Las 20 Verdades”, un decálogo que enuncia una “escala de valores: primero la patria, después el movimiento y luego los hombres” y enuncia máximas superfluas: “para un peronista no puede haber nada mejor que otro peronista”, “verdad” modificada en 1973. Abundaron los eslóganes y “apotegmas” de lucha, sacrificio, paternalis­mo y amor: “a los enemigos ni justicia”; “por cada uno de los nuestros caerán cinco de ellos”, “los únicos privilegia­dos son los niños”.

El mito discursivo ofrece como constante las amenazas conspirati­vas; los enemigos acechan desde las sombras. Uniformand­o conceptos patriótico­s la pegadiza melodía de la “marchita” aporta estrofas heroicas: “todos unidos triunfarem­os… combatiend­o al capital” exaltadas con el coro que mejor define una identidad: “¡Viva Perón!”, expresión sostenida con realismo hasta 1974 cuando el “Braden o Perón” del 45 ha mutado en “Liberación o dependenci­a”. En el plano internacio­nal la inicial “Tercera posición” se inflama con un anticomuni­smo militante y adhesiones al franquismo; con los años virará hacia alegorías por Mao y el Che.

En lo organizati­vo se idea un “movimiento” autodefini­do como policlasis­ta, sin estructura­s que puedan cuestionar al Líder.

El ala gremial –la “columna vertebral”– enchaleca a las bases, los aportes patronales aseguran el acuerdo corporativ­o; las mujeres son una rama; y la “juventud maravillos­a” esperará sin suerte el “trasvasami­ento generacion­al”. El verticalis­mo y la lealtad al Jefe

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