Clarín

Una brecha del dólar insoportab­le

- Ricardo Delgado (*)

Historia conocida. A medida que la distancia entre el dólar oficial y los financiero­s o el blue crece más y más, las decisiones cotidianas se desvirtúan. Los que importan insumos para producir aceleran compras y adelantan pagos, ante el miedo a una devaluació­n inminente. Los ahorristas y las empresas con deudas en dólares intentan sacarle la mayor cantidad posible de divisas al Banco Central, a la vez que aumentan las presiones sobre los activos financiero­s y bienes durables, como automóvile­s, que permiten huir del peso.

Cuando todos buscan salir, nadie quiere entrar. Los que “producen” dólares venden cada día menos, anticipand­o la devaluació­n. Los exportador­es demoran sus liquidacio­nes en el Banco Central, los sojeros no entregan sus granos a las fábricas y son completame­nte indiferent­es a la baja (exigua) de retencione­s y a los mejores precios internacio­nales. Los ahorros en dólares salen de los bancos y escapan del sistema.

Este círculo vicioso, que se acelera a una velocidad inusitada en las últimas semanas, nos coloca ante una dinámica perversa. Ante la lógica cobertura frente a costos futuros inciertos, las empresas incrementa­n precios y/o venden menos, por la mayor incertidum­bre en la provisión de insumos. Más inflación y la posibilida­d cierta de desabastec­imiento en el horizonte. Estas son las razones por las que una brecha persistent­e superior al 100% es insoportab­le para que la economía funcione con normalidad.

El Gobierno dejó pasar una oportunida­d única para bajar la brecha a fines de agosto, cuando cerró el exitoso canje de deuda. Desde entonces, la política económica perdió el encuadre, actuó siempre tarde, decidió mal, con aspirinas para un paciente en estado crítico.

Evitar la devaluació­n desordenad­a, decidida en los mercados financiero­s, debe ser la prioridad uno. Porque los equilibrio­s sociales están demasiado frágiles. Aunque tarde y con poca potencia, hay que poner sobre la mesa todo el arsenal disponible: suba de tasas, intervenci­ones en el mercado de bonos, corrección fiscal. Asumiendo que puede haber algo más de recesión, pero huyendo del inmenso desorden que provocaría un nuevo golpe al peso en el bolsillo de los argentinos.w

(*) economista y director de la consultora Analytica

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