Roma también aplica el toque de queda para frenar el virus
El coronavirus siguió difundiéndose por toda Italia en forma exponencial y ayer hubo otros 16.079 contagios con 136 muertos en 24 horas y otros 66 pacientes graves que se agregaron a terapia intensiva.
El consejero del ministro de Salud, Walter Ricciardi, lamentó que “partimos con dos semanas de retraso” cuando predijo que se podía llegar a 16 mil casos antes de Navidad y “en cambio arribamos ayer”. En las tres más grandes áreas metropolitanas, que son Milán, Nápoles y Roma, se impone el toque de queda de 23 a 5.
La situación más seria es la de Lombardía, la región del norte que fue también la más castigada en la primera fase de la pandemia, que comenzó el 21 de octubre. Ayer hubo más de 4.000 casos.
El toque de queda suena fuerte, pero es una medida altamente insuficiente porque en esas horas casi todos duermen. Los dos paquetes de medidas anunciadas por el gobierno para frenar la avalancha, que en los últimos veinte días hizo pasar los contagios cotidianos de menos de mil a 16 mil casos, vistosamente no sirven para controlar la situación.
La falta de medidas más drásticas se deben al temor del gobierno de hacer hundir rápidamente la economía con una cuarentena rígida, como la que se impuso el 10 marzo, cuando la primera fase de la epidemia tomaba velocidad. La cuarentena duró 72 días y tuvo un éxito notable. A fines de mayo, la curva epidemiológica parecía agonizar. Pero también la economía, que se hundió en un 10% del PBI. El país se está recuperando bien, pero ahora parece llegar la hora de la segunda cuarentena, que el gobierno sigue negando porque sabe que tendrá un precio carísimo en términos de consenso nacional.
Los italianos han perdido la confianza en el gobierno, que había llegado a niveles muy altos. El 53%, según un sondeo, señaló que se llegó mal preparados a la segunda fase, que debía inevitablemente venir. Y las principales culpas apuntan al primer ministro Giuseppe Conte.
Un nuevo número es el índice “maledetto”: 2.300. Son las camas de terapia intensiva que, cuando estén todas ocupadas, indicarán que ha llegado la hora de hacer sonar la alarma. El total de lechos especiales supera los 6.000, pero los 2.300 sumados a otros indicadores sobre la pandemia señalan que en unos días más el riesgo del colapso será una realidad. Actualmente hay 972 pacientes intubados con oxígeno.
El colapso del sistema sanitario es el punto de no retorno de la crisis. El dilema más concreto es el de la necesidad de inmovilizar de golpe todo el país. O con “cuarentenas seleccionadas”, que implica que se cerrarán las “actividades no esenciales”.■