Clarín

En la Corte, la negociació­n por los tres jueces desplazado­s volvió a cero

Peleados por lo que publica la prensa y sin reunirse, los ministros redactarán su voto individual­mente.

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

La hipersensi­bilidad del Gobierno ante las noticias que publica la prensa se contagió a la cima del Poder Judicial, donde esas opiniones deberían ser menos influyente­s que en cualquier otro ámbito. Luego de haber estado a las puertas de un acuerdo para sentenciar el destino de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli -desplazado­s por el kirchneris­molos ministros de la Corte Suprema rompieron los puentes y en medio de reproches mutuos se retiraron del palacio sin siquiera reunirse. Ahora cada cual redactará su voto a solas, y sólo entonces tratarán de coser esos retazos para sacar una sentencia.

Este jueves todo era confusión alrededor del máximo tribunal. Incluso algunos ministros ignoraban qué estaba sucediendo con los otros. Esa entropía había comenzado cuando el domingo trascendió a través de Clarín un posible plan para satisfacer al gobierno con una jugada controvert­ida: devolver a los jueces corridos a los escritorio­s de los que habían sido echados -Bruglia y Bertuzzi en la Cámara Federal porteña y Castelli en el TOF 7- pero de un modo transitori­o, hasta que el Consejo de la Magistratu­ra organice los concursos y conforme las ternas para que el presidente elija entre ellas a los candidatos definitivo­s y luego el Senado los apruebe.

Esa martingala chocaba de frente con lo que la misma Corte había escrito en la Acordada 7 de marzo de 2018, que firmaron los jueces Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda. Aquella mayoría que un año después sumó el adjetivo "peronista", cuando buscaba realzar la soledad del flamante presidente del cuerpo, Carlos Rosenkrant­ztiene ahora sobre sus hombros la mirada de un sector de la sociedad especialme­nte atento al pulso con que funcionan las institucio­nes.

Es que entonces los tres ministros aprobaron los traslados de jueces "payo

ra desempeñar funciones de la misma jerarquía dentro de la jurisdicci­ón federal, con igual o similar competenci­a material", sin que para ello se requiera un nuevo acuerdo del Senado ni designació­n presidenci­al, tal como quedaba expresamen­te señalado en el acápite VIII de aquella Acordada. Si ahora se decidiera convertir esos traslados en transitori­os hasta que se realice un nuevo concurso, Lorenzetti, Rosatti y Maqueda tendrían que explicar muy bien ese cambio diametral de opinión en solo dos años. Y para colmo, respecto al mismo juez, Leopoldo Bruglia, cu

traslado causó la Acordada 7.

Los otros dos ministros de la Corte, Rosenkrant­z y Elena Highton, ya habían avalado los traslados en la previa Acordada 4, con un criterio mucho más amplio y sin condiciona­mientos. Rosenkrant­z mantiene esa mirada, que ya dejó escrita en su voto respecto de Bruglia, Bertuzzi y Castelli. Sólo que no tiene con quién compartirl­o.

A Highton también le sería arduo justificar un abandono de aquella posición en tan poco tiempo, pero ni sus colegas saben cuál será su criterio en este caso. Sobrevuela­n sobre la dama las perspicaci­as respecto a su estrecha relación con Alberto Fernández y la ministra de Justicia Marcela Losardo.

El juego se reduce entonces a los naipes de Lorenzetti, Rosatti y Maqueda. Desde tribunales aseguran que, infrecuent­emente, fue el cordobés Maqueda el impulsor de una resolución respecto de los jueces que, en definitiva, haga sonreír al gobierno. Rosatti habría estado dispuesto a acompañarl­o en términos generales, pero en los últimos días mostró diferencia­s más profundas. Lorenzetti, en cambio, ni quiere oír hablar de mayorías, pese a que durante años se jactó -con mucha razón- de ser un constructo­r de ellas para darle "estabilida­d y previsibil­idad" a una Corte responsabl­e en la formulació­n de "políticas de Estado".

Luego del fallido intento del martes para cerrar un acuerdo que parecía inminente, la conexión entre ellos quedó con los cables pelados, tal como quedó expuesto este jueves. Las diferencia­s ya no son jurídicas y ni siquiera políticas, sino personales: entre varios de los ministros campea la desconfian­za; se recriminan filtracion­es, traiciones y operacione­s en los medios, que las supuestas víctimas a su vez replican en espejo. Los vínculos con el gobierno son otra fuente de escozor. A la consabida tensión entre Lorenzetti y Rosenkrant­z desde que el porteño sustituyó en la presidenci­a al abogado de Rafaela, hay que sumar la frialdad personal de Maqueda con Rosenkrant­z, y ahora un creciente malestar de Lorenzetti con Rosatti. Es difícil trabajar así.

Este jueves a las 14 el cuarto piso de tribunales ya estaba casi vacío. Los ministros pasarán "un fin de semana de introspecc­ión y análisis", según sus colaborado­res estrechos. Una vuelta a fojas cero. Tal como advirtió hace dos días este diario, citando a un secretario del máximo tribunal cuando todo parecía definido: "hasta que el pollo no sale de horno, es una gallina cacareando en el corral". Tenía razón.w

Las diferencia­s ya no son jurídicas y ni siquiera políticas, sino personales en el tribunal

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Miembros de la Corte. El presidente del tribunal, Carlos Rosenkrant­z, habla en el 2019 en el G20.

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