Clarín

Las milicias son más peligrosas que el narcotráfi­co en Río de Janeiro

Los paramilita­res ya controlan más de la mitad de la ciudad. Y funcionan como bandas mafiosas, incluso disputándo­le el territorio a los narcotrafi­cantes.

- Marcia Carmo

Un informe en Brasil reveló que los paramilita­res ya controlan más de la mitad de la ciudad de Río de Janeiro. Realizado por investigad­ores de institucio­nes brasileñas, el informe apuntó que uno de cada tres habitantes de la ciudad vive en áreas controlada­s por las ‘milicias’, como son conocidas. Un total aproximado de dos millones de personas, la mitad de la población de Uruguay.

El informe, difundido esta semana, señala que las milicias superaron en conjunto al control territoria­l de los grandes grupos del narcotráfi­co, como el Comando Vermelho. Los narcos surgieron en Río a partir de la década del 1980 y ocuparon principalm­ente las favelas de la ciudad. Según el informe, tienen hoy el control de 39 de los 161 barrios cariocas. Las milicias empezaron a actuar a partir del 2000 y rápidament­e ocuparon más de 40 barrios de la ciudad.

En la Región Metropolit­ana de Río, los avances de las milicias son aún más amplios. Dominan un territorio con 3,6 millones de habitantes, mientras el Comando Vermelho controla áreas con 2,9 millones de habitantes. Hay además zonas en disputa entre los dos bandos criminales, las milicias y los narcos.

Al inicio, se señalaba que los paramilita­res habían llegado para combatir al narcotráfi­co. O sea, en los lugares donde el Estado no llega y donde esta actividad criminal creció, había una falsa esperanza de seguridad. El presidente Jair Bolsonaro dijo en 2018 que las milicias tenían aceptación popular, pero pronto perdieron su camino, como recordó el columnista de O Globo, Elio Gaspari, en su columna de este miércoles.

Según especialis­tas, las milicias funcionan de diferentes formas. En una de ellas, actúan como si se tratase de empresas paralelas al sector privado y al Estado con cobros ilegales por proveedore­s a los habitantes. También están involucrad­os en venta ilícita de terrenos, con cobros porcentual­es de los lucros a pequeños y grandes empresario­s con amenazas en los barrios donde actúan.

Se repiten las historias de gente que se siente amedrentad­a por las milicias. En el fin del año pasado, un grupo de estudiante­s secundario­s hizo una fiesta en un club del barrio Campo Grande para recaudar fondos para su diplomatur­a. Tenían entre 16 y 17 años. Al final de la fiesta, ya a las cinco de la mañana, apareciero­n dos individuos, de jeans y remera, que se identifica­ron como ‘milicianos’ y se llevaron el dinero recaudado, relató el padre de uno de ellos. El hombre reconoció que los golpeó la escena, pero, cauto, dijo a los chicos que entregaran el dinero. “Es como un asalto, pero da miedo hacer algo. Tampoco podemos denunciarl­os”, dijo.

Los milicianos son, principalm­ente, ex policías militares y civiles y ex bomberos. Esos grupos empezaron controland­o el transporte de sectores bajos y medios de la Zona Oeste de Río, barrios que quedan después de Barra da Tijuca y antes de Angra dos Reis, como Campo Grande, por ejemplo. Ofrecían a los consumidor­es, a la salida de supermerca­dos, servicios como gas, TV a cable y seguridad. Algunos de estos ‘servicios públicos’ todavía hoy mantienen nombres como ‘gatonet’ (históricam­ente, en Río, ‘gato’ es el apodo para los cables usados ilegalment­e para bajar el consumo registrado a la cuenta de luz, pero ‘gatonet’ se ha populariza­do como nombre del servicio ilegal de TV por cable).

En 2008, las milicias mostraron su poderío cuando dos periodista­s del diario carioca O Dia fueron torturados durante 7 horas por milicianos en una favela de la Zona Oeste. El tema del reportaje era precisamen­te las milicias. El diario informó en su momento que los periodista­s sufrieron hasta choques eléctricos. El caso alertó a los políticos y a los brasileños en general sobre la virulencia de los paramilita­res. Y generó una Comisión Parlamenta­ria de Investigac­iones en la Legislatur­a de Río. Los ‘milicianos’ también actúan en la Baixada Fluminense, enorme complejo de municipios con problemas sociales, donde dos candidatos a las próximas elecciones municipale­s fueron asesinados hace menos de quince días. Allí, como informó la prensa brasileña, la milicia presenta sus postulante­s a las elecciones municipale­s de noviembre en fiestas al aire libre o, por las reglas de la pandemia, en bares abiertos. Los electores son obligados a votar por los candidatos que la milicia presenta, según reveló el diario Folha de São Paulo.

La semana pasada, policías de Río mataron a 17 paramilita­res en dos acciones en la que participó la Policía Rodoviária Federal. En una de esas acciones, los agentes intercepta­ron cuatro coches de los milicianos en el municipio de Itaguaí, en la Región Metropolit­ana de Río. Uno de los muertos era un expolicía, conocido como Bené, y los demás eran sus guardaespa­ldas, según la informació­n oficial. El Ministerio Público de la ciudad indicó que la milicia busca expandirse hacia la Costa Verde, donde se encuentran destinos turísticos como Angra dos Reis. Según los investigad­ores, los ‘milicianos’ actúan armados, ofreciendo transporte irregular, en motos (‘mototaxis) y camionetas. Las acciones de la policía fueron justificad­as como necesarias para evitar que las milicias se expandan cuando falta poco para las elecciones municipale­s en los casi 6 mil municipios de Brasil y también impedir que intenten influencia­r el voto de los cariocas. El primer turno de las elecciones municipale­s será el 15 de noviembre.

Las milicias tuvieron protagonis­mo internacio­nal cuando las investigac­iones apuntaron a que la legislador­a Marielle Franco, asesinada en 2018, fue víctima de bandas con vínculos políticos. En el inicio de este año, uno de los milicianos, el ex policía Adriano Magalhães da Nóbrega, ‘capitán Adriano’, que estaba prófugo, fue muerto por la policía en el Estado de Bahía. Estaba acusado de vínculos con Fabricio Queiroz, ex asesor de uno de los hijos de Bolsonaro, el actual senador Flavio Bolsonaro. Queiroz está preso acusado por corrupción. El asesinato de Marielle, en el centro de Río, aún no ha sido esclarecid­o.w

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Vigilancia. La fuerte presencia de las fuerzas de seguridad no logran frenar el avance del narcotráfi­co.AP

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