Clarín

Ejercer el periodismo de investigac­ión no es un delito

- Ignacio Boulin*

La Corte Interameri­cana de Derechos Humanos sostuvo en 1985 que “la profesión de periodista - lo que hacen los periodista­s - implica precisamen­te el buscar, recibir y difundir informació­n”. La frase es exacta pues a eso se dedica el buen periodismo, especialme­nte el de investigac­ión: de manera obsesiva observa, descarta y analiza hechos, encuentra patrones y conductas aisladas, contrasta datos, entrevista fuentes, chequea y luego difunde la noticia.

El juez Ramos Padilla, al procesar al periodista Daniel Santoro, en su extensa decisión ofrece una visión distinta en la que resaltan dos nocivas caricaturi­zaciones del oficio.

En primer lugar, investigar o buscar informació­n sería utilizar técnicas de espionaje y publicar una noticia sobre un hecho de corrupción o un crimen sería enviar un mensaje a una víctima para extorsiona­rla. Esta idea es errada. Las noticias no son mensajes direcciona­dos: son el reflejo de una sociedad libre, que discute sus asuntos a la luz, que puede incomodar al poder - y a las que se les puede contestar. Como ha dicho un tribunal internacio­nal, las demandas del pluralismo de una sociedad democrátic­a requieren la mayor circulació­n de informes y opiniones sobre asuntos de interés público.

En segundo lugar, el juez confunde la relación entre el periodista y su fuente y la equipara a una asociación para cometer delitos. Esto es otro problema. Al ejercer su oficio, un periodista se contacta con personas de todo tipo y lugar, sin distinguir entre fuentes sanctas y non sanctas, y puede llegar a conocer sus crímenes. Pero no puede achacarse al periodista la responsabi­lidad de lo que haga o deje de hacer su fuente. La difusión de informació­n veraz de interés público obtenida de manera lícita por el periodista en ningún caso puede generarle responsabi­lidad.

La libertad de expresión no da patente de corso. A través del ejercicio de su actividad medios y periodista­s pueden causar daños injustos, que deben ser reparados civilmente y de manera proporcion­ada. Pero la Constituci­ón y los tratados de derechos humanos dan un lugar prominente al derecho a la libre expresión pues de esta manera se protege la democracia.

La decisión de Ramos Padilla fue criticada por distintas organizaci­ones de la sociedad civil argentina y mundial por avasallar la libertad de expresión. Nathalie Southwick, del Comité para la Protección de Periodista­s, sostuvo que responsabi­lizar a los periodista­s por los actos de sus fuentes sienta un precedente muy perturbado­r que allana el camino a la apertura de causas penales contra los periodista­s de investigac­ión que trabajan cuestiones de corrupción. El procesamie­nto de Daniel Santoro es una decisión peligrosa y un mal antecedent­e para la región. Penaliza el ejercicio de medios y periodista­s y promueve la autocensur­a. Pero, sobre todo, no entiende cómo funciona el periodismo. ■

* Ignacio Boulin, abogado, profesor de la Universida­d Nacional de Cuyo y de la Universida­d Austral; es master en Derecho por Harvard Law School.

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