Los ejemplos de Bolivia y Uruguay
El resultado de las elecciones en Bolivia es la mejor noticia de los últimos tiempos -y vaya si escaseanpara la democracia en América latina. Se había quebrado la legitimidad democrática hace un año y estos comicios la restauran, por el voto de los bolivianos, emitido con todas las garantías. El partido del ex presidente Evo Morales, el MAS, vuelve al gobierno, con la consagración de Luis Arce como presidente. El contendiente Carlos Mesa reconoció rapidamente los resultados. Lo mismo hizo la presidente temporaria Jeanine Añez, que encuentra una salida al atolladero en el que se metió al asumir el cargo tras el desplazamiento de Evo. Lo ocurrido en Bolivia muestra que la democracia no tiene solamente un valor instrumental, que aceptamos y nos gusta cuando ganan los propios y menospreciamos y nos disgusta cuando ganan los otros. Es la manera que tienen las sociedades de resolver sus conflictos pacífica y efectivamente, evitar la violencia, suturar heridas, construir un orden legítimo y realizar las transformaciones que permitan mejorar la condición de los sectores populares.
El otro gran ejemplo lo dieron dos viejos gladiadores y estadistas de la política latinoamericana, los ex presidentes uruguayos Julio Sanguinetti y José Pepe Mujica, que se despidieron juntos del Senado y se retiran de la vida política activa con gestos y palabras elocuentes: “el odio termina estupidizando porque nos hace perder objetividad ante las cosas; el odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye”, dijo Mujica. Y dijo Sanguinetti: “Habiendo estando tan enfrentados como pudimos estar en un momento hoy podemos decir como Octavio Paz que ‘la inteligencia al fin encarga, se reconcilian las dos mitades enemigas y la conciencia espejo se licúa, vuelve a ser fuente manantial de fábulas: hombre, árbol de imágenes, palabras que son flores, que son frutos, que son actos’”. Lecciones de civilidad democrática que dejan como legado y como mandato. ■