Un increíble robo en el Museo Histórico Nacional
Se llevaron 948 monedas. Hay tres empleados procesados.
Hace casi 200 años, en una misión diplomática a Europa, Bernardino Rivadavia y Manuel Belgrano acordaron la compra de una colección de monedas. En septiembre de 1823, el Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata las adquirió. Lo que nunca imaginarían los dos patriotas es que ese patrimonio cultural terminaría en las manos de empleados inescrupulosos del Museo Histórico Nacional, que las venderían a precio módico en distintos locales de numismática de Buenos Aires entre el 11 de febrero y el 7 de marzo de 2020.
Con lo que no contaban estos trabajadores es que en algunos de esos comercios advertirían que los valiosos y antiguos objetos robados pertenecían al museo, por lo que fueron detenidos y procesados, aunque recuperaron la libertad.
La Justicia les atribuye a los empleados José David Melissare (59), su hijo Jonatan (31) y Cristian Basso (42) la sustracción bajo la modalidad “hormiga” de 948 monedas históricas.
Eliana Galisteo (31), cuñada de un trabajador del sitio, también está imputada por su posterior venta.
Las piezas estaban resguardadas en el área de reserva de la colección numismática griega y romana, de acceso restringido, en la planta baja del museo de Defensa 1600, dentro del Parque Lezama, en San Telmo.
De este número, lograron recuperar 621 y falta encontrar 327. Las ventas de estas piezas les generaron un rédito total de 547.500 pesos y 2.700 dólares, aunque según las fuentes tienen un valor “incalculable”.
La colección había sido comprada “para lograr apoyo internacional al proceso incipiente de formación de nuestro Estado Nacional", según el experto en numismática Damián Raimundo Salgado. Tiempo después fue enriquecida con una donación de monedas griegas y otra colección de Manuel Ricardo Trelles, el fundador del Archivo General de la Nación.
La causa fue investigada por el fiscal federal Guillermo Marijuan y el juez federal Rodolfo Canicoba Corral. En los procesamientos se determinó que hubo seis operaciones de venta de monedas y un séptimo intento que resultó el final de la banda, ya que el coleccionista advirtió que eran monedas del Museo Histórico Nacional y radicó la denuncia.
Los Melissare utilizaron nombres y aportaron números de DNI falsos para concretar las operaciones. El único de los imputados que aceptó declarar en indagatoria fue Basso, quien se desempeñaba en el área de mantenimiento del museo desde 2009: “a verdad es que no entiendo por qué estoy acá, yo no tengo nada que ver con todo esto”, sostuvo.
José Melissare, en tanto, fue encargado del área de mantenimiento entre 2008 y 2017, cuyo puesto fue ocupado luego por un ex cuñado, y contaba con más de 20 años en el museo.
En las escuchas telefónicas ordenadas por los investigadores, un diálogo del 6 de marzo entre Jonatan Melissare y su esposa, quien había sido imputada en un principio pero luego fue sobreseída, deja al descubierto la maniobra y habla de hacer refacciones en su casa con el botín de las monedas.
Al día siguiente, el 7 de marzo, la Policía Federal, a través del Departamento Protección del Patrimonio Cultural-Interpol, allanó el museo. Entonces Melissare llamó a su mujer y le dijo: “"Acá se pudrió todo, se ve que saltó la ficha”.
En otra conversación que quedó grabada, su compañero Cristian Basso le advierte a Jonatan Melissare: “No te conviene entrar por adelante porque están con las cámaras, boludo, porque parece que saltó la ficha”.
Y en un mensaje de texto enviado a los celulares de ambos, les avisan: “Borren todoooo yaaa, se pudriooo!”.
En otra escucha, Jonatan Melissare habla de repartir la ganancia de “400 lucas” por la venta de 330 monedas “entre mi viejo, Cristian y yo”.
Basso, sobre la expresión “saltó la ficha” declaró que era porque había estado “afuera del museo” con una amante, una versión poco creíble.
Los tres trabajadores imputados quedaron acusados por "asociación ilícita"y "hurto y tráfico ilícito de piezas arqueológicas -en la modalidad de venta-", un delito con una pena estipulada entre 3 y 10 años de cárcel. A Galisteo se la procesó por el tráfico, no por el hurto. Además, a los cuatro les trabaron embargos hasta cubrir la suma de 3.000.000 de pesos.
Sus procesamientos fueron confirmados el mes pasado por los camaristas federales porteños Martin Irurzun y Mariano Llorens. ¿Por qué están libres? Porque considera la Justicia que “los imputados se han mantenido a derecho” y no existe “ningún indicio de riesgo de fuga o entorpecimiento del proceso”.
En este mismo museo fue robado en 2007 un reloj de oro esmaltado que perteneció a Manuel Belgrano. A pesar de que identificaron a los Baldo como los responsables, la pieza jamás apareció.