El día que se derrumbaba Discépolo
23 de diciembre de 1951 (69 años)
Fue un infarto, tenía 50 años, y se derrumbó en su departamento de la Avenida Callao y en brazos del actor Osvaldo Miranda. Así murió Enrique Santos Discépolo. Fue autor de tangos fundacionales, enarboló una nueva poesía franca y brutal: un desgarro en cada verso. Fue un poeta extraordinario, músico y dramaturgo. Pintó su aldea, la de afuera y la de adentro, con una crudeza que nunca estuvo privada de ternura, de humor, de calidez. Muchos de sus tangos son célebres, lo son por sus asertos: el mundo fue y será una porquería; hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor; me hice a las penas, bebí mis años y me entregué sin luchar; uno va arrastrándose entre espinas; si yo pudiera como ayer querer sin presentir. Ese era Discepolín: de chiquilín, lo miramos todos de afuera. Se convirtió en “Mordisquito” para alabar por radio al peronismo de la época, aún con serias dudas. Igual, no se lo perdonaron. Discépolo lo sabía: había escrito que la gente es brutal cuando se ensaña.