Detienen y destituyen por corrupción al polémico alcalde de Río de Janeiro
Marcelo Crivella, un ex obispo evangélico respaldado por Bolsonaro, es acusado de liderar una organización interna que exigía sobornos a los operadores turísticos.
El alcalde de Río de Janeiro, Marcelo Crivella, un exobispo evangélico apoyado por el presidente Jair Bolsonaro, fue detenido y destituido de su cargo ayer martes acusado de “liderar una organización criminal” de sobornos, en otro escándalo político que sacude Brasil.
A sólo diez días del fin de su mandato, Crivella fue detenido al amanecer en su casa del acomodado barrio de Barra de Tijuca. La jueza a cargo del operativo, Rosa Helena Penna Macedo Guita, determinó también su destitución, después de señalarlo como “jefe de una organización criminal instalada en el ámbito de la Alcaldía de Río con la finalidad de obtener ganancias ilícitas de las más variadas formas”.
Crivella, de 63 años, fue derrotado en las elecciones de noviembre pasado pese a contar con el apoyo de Bolsonaro. Cuando era apresado recurrió al habitual recurso de denunciar que se trataba de una “persecución política”. “Fui el alcalde que más actuó contra la corrupción en Río de Janeiro. Pido justicia”, argumentó el político ante las cámaras.
En total, se dictaron siete órdenes de captura, seis de las cuales fueron cumplidas, con órdenes de prisión preventiva. Entre los detenidos figura el empresario Rafael Alves, organizador del esquema de corrupción y hermano de Marcelo Alves, expresidente de la agencia municipal de turismo Riotur.
Otro de los encarcelados es Mauro Macedo, extesorero de las campañas de Crivella y primo de Edir Macedo, el fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD, neopentecostal), de quien Crivella es sobrino.
Según la investigación, que empezó en 2018 con la delación de un cambista involucrado, las empresas que querían cerrar contratos con Riotur debían dar cheques abultados al empresario Rafael Alves. “La organización criminal recaudó por lo menos 50 millones de reales (casi 10 millones de dólares, al cambio actual), por lo que hemos podido descubrir”, dijo en una rueda de prensa el vicefiscal general, Ricardo Ribeiro Martins.
Esos pagos se efectuaban pese a que la alcaldía, que enfrenta una situación de emergencia sanitaria en una de las regiones de Brasil más afectadas por el coronavirus, “no tiene dinero ni para pagar los salarios” de sus funcionarios y acumula atrasos salariales en los hospitales y otras instituciones municipales, agregó Ribeiro Martins.
Tanto Bolsonaro como sus hijos, que iniciaron su vida política en Río de Janeiro, mantuvieron silencio sobre el arresto, que en el Gobierno sólo fue comentado por el vicepresidente, Hamilton Mourao, quien apenas dijo que es un “asunto judicial” ajeno al Ejecutivo.
El desprestigiado alcalde de la “cidade maravilhosa” debía ceder su sillón el próximo 1° de enero a Eduardo Paes (MDB, centro-derecha), quien lo derrotó en noviembre por casi 30 puntos de ventaja (64% a 36%). La breve transición estará ahora a cargo del presidente de la Cámara Municipal, Jorge Felipe.
Durante todo su mandato, Crivella fue objeto de varios procedimientos de destitución en el legislativo municipal por malas prácticas y gestión deficiente, pero ninguno prosperó. La últimá fue motivada por un escándalo denunciado por TV Globo y apodado “Guardianes de Crivella”, un grupo de funcionarios públicos que intimidaban a los periodistas mientras hacían reportajes frente a los hospitales municipales desbordados por la pandemia.
Crivella también fue acusado de mezclar política y religión y de favorecer a los miembros de su iglesia. En julio de 2018, según el diario O Globo, prometió durante un encuentro con pastores evangélicos que los fieles de la Iglesia Universal tendrían prioridad para ser operados de cataratas en clínicas municipales. La Fiscalía abrió recientemente una investigación por presunto uso de la Iglesia Universal para lavar dinero procedente de la corrupción. En su gestión, Crivella se opuso a grandes eventos turísticos marcados por los excesos de alcohol. También al carnaval, al que consideraba una fiesta “pagana”.
Durante las últimas dos décadas, el estado de Río de Janeiro fue epicentro de graves hechos de corrupción política. De hecho, los cinco gobernadores que tuvo en lo que va de este siglo han estado o están en prisión, todos bajo el mismo cargo de integrar una “organización criminal”.w