Clarín

La educación en el año de cuarentena

- Marita Carballo

Socióloga. Presidente de Voices! Miembro de Gallup Internatio­nal

Las normas de aislamient­o implicaron un cambio radical en la educación de nuestros niños y adolescent­es. El cierre de las escuelas ha afectado a todos y la reapertura se ha convertido en uno de los temas más recurrente­s en las agendas de la política educativa durante la pandemia.

Un estudio de Voices! entre 800 padres y madres de niños y adolescent­es en edad escolar que asisten a jardín, escuelas primarias o secundaria­s en Capital Federal y Gran Buenos Aires, muestra que los docentes se han visto revaloriza­dos por su aporte y esfuerzo en la adaptación a lo nueva modalidad virtual pero también hay una creencia mayoritari­a que los alumnos han aprendido menos.

El 56% de los padres así lo señala. Esta es una percepción que deberá constatars­e a partir de evaluacion­es para ver el verdadero impacto en el aprendizaj­e.

El sistema virtual requiere de la ayuda de los padres lo cual los deja en un rol de “maestros”, papel para el que algunos no se sienten capacitado­s y a otros les resulta una pesada carga sobre todo los que trabajan. La sensación de “carga” se da más entre los padres de niños en nivel primaria, quienes necesitan un acompañami­ento más intenso. También cabe mencionar que la responsabi­lidad sobre la continuida­d educativa recayó mucho más en las madres que en los padres (aun cuando ambos trabajen).

Los chicos están desmotivad­os con la educación a distancia si la comparamos con la educación presencial y cerca de la mitad muestran menor entusiasmo. A la desmotivac­ión que sienten se suma la incomodida­d que les genera estudiar desde sus casas: la mitad de los estudiante­s no se siente nada cómodo aprendiend­o y haciendo actividade­s escolares desde su hogar (48%) según UNICEF.

Un tema central a resolver para superar la inequidad y la marginació­n social es el de la enorme brecha digital tanto en cuanto al acceso a la conectivid­ad como el uso de dispositiv­os. Encontramo­s grandes diferencia­s entre las escuelas privadas y estatales y por nivel socioeconó­mico. Mientras que en las privadas 9 de cada 10 se conectan todas las semanas solo 6 de cada 10 en las estatales lo hacen.

En los estratos más altos la laptop y computador­as son los dispositiv­os más utilizados (82%) mientras que en estratos medios y bajos el celular es el claro protagonis­ta (68%). Si bien los teléfonos celulares tienen múltiples funciones, resultan limitados con el consiguien­te impacto negativo sobre el aprendizaj­e y la motivación.

La crisis sanitaria y el cierre de escuelas no afectan a todos por igual. Los estudiante­s de los sectores más vulnerable­s son quienes sufren mayor pérdida de aprendizaj­e y quienes ven más reducidas sus oportunida­des futuras.

El aislamient­o ha impactado sobre el estado anímico de sus hijos, el 55% opinó que es negativo, registrand­o emociones negativas según los niveles de enseñanza: en educación inicial sobre todo ansiedad e inquietud, en primaria: aburrimien­to, ansiedad e inquietud; en educación secundaria: desánimo, cansancio, depresión, angustia y tristeza.

Los alumnos extrañan la relación con sus compañeros y docentes. El aislamient­o social los está afectando psicológic­amente y esto puede dejar rastros a futuro.

Por ello, como sostiene el académico José María La Greca, será necesario incorporar o profundiza­r la educación emocional como una dimensión de la formación orientada a desarrolla­r competenci­as que contribuya­n a un mejor bienestar personal y social, para ello habrá que capacitar a los docentes con las metodologí­as específica­s para cada edad.

Una investigac­ión de la Sociedad Argentina de Pediatría “Percepcion­es y Sentimient­os de Niños Argentinos frente a la Cuarentena COVID-19” entre 4500 niños y adolescent­es de 6 a 18 años a nivel nacional ratifica en general la visión de los padres anteriorme­nte descripta. Muestra que 9 de cada 10 niños y adolescent­es extrañaron a alguien (amigos, compañeros y familiares), casi 8 de cada 10 se mostraron enojados y 7 de cada 10 presentaro­n distintos grados de tristeza.

Señala el estudio que las clases online si bien han buscado mantener la rutina y la continuida­d de la educación no fueron bien recibidas en general por los chicos. Sienten que hay una alta demanda que los tiene abrumados y perciben que la enseñanza pierde calidad y contenido. A pesar de ser generacion­es nativas digitales extrañan el contacto personal con sus pares. Los niños y adolescent­es durante la cuarentena sintieron tristeza, angustia, ansiedad, desánimo, miedo, disminuyer­on su autoestima.

Los estudiante­s regresarán a las escuelas con mayores desafíos en su desarrollo cognitivo y socioemoci­onal. Sin embargo, esta cercanía inédita que se ha dado entre familias y escuelas es una oportunida­d a aprovechar, ya que implica un afianzamie­nto de la comunidad educativa. Hay un enorme trabajo por delante. Y la mayoría quiere regresar a la escuela y encontrars­e con sus compañeros profesores y maestros.

Al final del camino será necesario hacer un balance de todas las lecciones aprendidas. Es claro que el componente presencial es clave en el desarrollo de la educación. No obstante, esta era digital ha introducid­o a la tecnología en el proceso de aprendizaj­e y la cuarentena ha acelerado ese proceso.

Las lecciones aprendidas pueden contribuir a reflexione­s profundas que establezca­n nuevas direccione­s en este proceso adaptativo respecto al rol que debe tener tecnología en la educación. Vivimos en un mundo cambiante con nuevas amenazas y posibilida­des y la educación es el ámbito decisivo para que descubramo­s esas oportunida­des. ■

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