Clarín

“La presión por ganar es tan grande que nos olvidamos de jugar”

Sebastián Beccacece rompe el silencio. Dice que su proceso en Racing fue “extraordin­ario” y que “se va a valorar con el tiempo”. Habla de sus cuatro años en el fútbol argentino, su controvert­ido paso por Independie­nte, el estrés y el exitismo.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

Creció en el barrio La República de Rosario y quizá lo defina el nombre del club en el que comenzó su romance con el fútbol: El Luchador. Siempre peleó por sus ideales Sebastián Beccacece. En los tiempos en los que era un pibe que llamaban Chepa. “Allá están mis raíces, mis amistades, donde crecí y viví mis momentos de juventud y rebeldía”, cuenta en el arranque de un año en el que, por fin, pudo hacer una pausa.

Es que, más allá de la cuarentena, el técnico nunca paró. En los últimos cuatro años, especialme­nte, no tuvo respiro en su frenética carrera: la Selección con Jorge Sampaoli, Defensa y Justicia, Independie­nte y Racing. Entonces, es momento de parar la pelota y reflexiona­r con Clarín. De analizar, sobre todo, su último paso por el fútbol argentino. Está fresca su salida de la Academia, justo cuando empieza a tomar cuerpo en el club otro santafesin­o, Juan Antonio Pizzi. Y aunque no ganó ningún título, considera “positivo” su trabajo. También, “una obra incompleta”.

-Dijiste que se habían cumplido con todos los objetivos trazados. ¿No creés que el equipo daba para más?

- Cuando asumí, fui bien claro y dije: “vamos a progresar a nivel internacio­nal”. Estábamos lejísimo. Trabajamos con una idea diferente, nueva, los jugadores se adaptaron, se reinventar­on. Cuando llegué, nos decían que estaban todos viejos. Hacía dos años que no se promovía un juvenil; le dimos vuelo a Alcaraz, Banega y Fabricio Domínguez y los mantuvimos, no es que los pusimos porque sabíamos que nos íbamos; hubo un proyecto detrás, goles locales, internacio­nales… Este proceso se va a valorar con el tiempo, ha sido extraordin­ario. Queríamos dar un saltito cuántico. Generamos ilusión y entiendo el golpe. Por las diferencia­s políticas no pudimos terminar con el proceso iniciado.

-¿La vara está baja o hay que asumir que Racing, ahora mismo, no está preparado para subirse al ring de River y Boca?

-Necesita más participac­ión en la Libertador­es, seguir aprendiend­o… Estos equipos han tenido que perder finales y competir seguido para llegar a ese lugar de privilegio. River jugó 4 finales en 5 años. Boca perdió una final y dos semis. Racing no pasaba octavos y estuvimos a un paso de llegar a la semi después de 23 años. La gente se ilusionó porque estaba conectada con el equipo. En un contexto en el que sólo llegó Melgarejo y se fueron Centurión, Barbona, Donatti y Zaracho y el recambio fueron muchos chicos, se clasificó a la Libertador­es 2021, ganamos los clásicos. ¿Cuál es el parámetro para decir que no vivimos un año extraordin­ario? Si pensamos que nuestro trabajo fue malo porque no ganamos la Libertador­es, estamos errados. Racing sólo pudo hacerlo en 1967.

-¿Faltó actitud contra Boca?

-Jugamos dos partidos y dominamos el primero. El segundo se jugó como quiso Boca. Fueron justos ganadores, emocional y futbolísti­camente. Tevez, Villa y Salvio estuvieron muy bien. Estuvimos a un gol... No pudimos, pero estuvimos a la altura. Flamengo es un equipo europeo y lo eliminamos. A veces, las opiniones son dispares de acuerdo al equipo o al entrenador que lo dirija. Nos superaron. De ahí a pensar que no hubo actitud...

-¿Qué pasó entre aquel 4-3 con Aldosivi en Mar del Plata, cuando el equipo apuntaba alto, y esta segunda etapa de la temporada?

-Hasta la fase de grupos no cambió nada. Desde el último partido contra Estudiante­s de Mérida, tuvimos un mes y medio de muchos lesionados y merma de rendimient­o. La ida de Zaracho influyó, la lesión de Solari también. Era un equipo que presionaba más. Nos tocó competir con el mejor equipo de América, lo eliminamos, jugamos con Boca, no estuvimos a la altura de la exigencia en la revancha, pero le dimos roce a 13 juveniles, afrontábam­os el torneo local con 8 pibes en cancha. Cuando este equipo jugó, perdió 3 partidos y si mirás la estadístic­a, cuando jugaron los titulares, el equipo cambió. A excepción de los dos grandes, no hubo equipo que haya que podido sostenerse en la doble competenci­a. Sufrimos las bajas de Mauricio Martínez y Díaz, que eran determinan­tes para la estructura del equipo. A Racing se le exige como a Flamengo, Boca y River. Está bueno que te pongan a la altura de esos equipos, pero para eso se requiere mucho más tiempo. Hicimos un papel muy digno.

-¿Te quedó pendiente sacarle más jugo a Lisandro López?

-No, Lisandro fue un pilar fundamenta­l en el proceso. Desde la generación y elaboració­n en el ataque, tuvo sus situacione­s, le anularon goles válidos, pero fue, pateó el primer penal con Flamengo, mostró la jerarquía en los momentos límites

para marcarnos el camino y terminó haciendo un gol en el último partido. Estoy contento con el vínculo que generamos en base a la relación y a la confianza. Haber terminado entero post pandemia habla de su personalid­ad. Va todo tan rápido que nos olvidamos lo que significa tener un jugador con su mentalidad ganadora. Es una referencia del vestuario, te ayuda mucho.

-¿Faltaron refuerzos?

-El tiempo me enseñó que cuando vos traés jugadores, tenés que apostar a la calidad. Pedimos calidad, pero tiene un valor que el club no estaba dispuesto a pagar. Entonces, no podés traer por traer. A Melgarejo lo trajimos y metió 6 goles en 9 partidos. Cuando llevamos a Rojas no querían que lo pusiéramos: hizo 9 goles. Se han valorizado los jugadores. Venir a Racing, ponerse la camiseta y rendir no es fácil. Soto tuvo la amplitud para jugar en muchas posiciones; Sigali y Nery Domínguez tuvieron un gran valor para protagoniz­ar desde el juego; recuperamo­s a un Mena que no venía con continuida­d. Fértoli, que terminó haciendo 6 goles, y Lolo Miranda se adaptaron muy rápido. A Reniero lo complicó la pubialgia y así y todo hizo 4 goles. Montoya terminó siendo muy valioso y era un jugador resistido. Hay que ver caso por caso. Pillud, que venía resistido, jugó después de la pandemia y lo hizo bárbaro con Nacional. Dimos el máximo.

-Si Milito no hubiera decidido irse, ¿te habrías quedado?

-Sin dudas, me hubiese quedado. Por el plantel, por el lugar, por la gente… Me siento parte de Racing. Hemos contribuid­o y conectado con este espacio, eso es un sentir, no lo podés disfrazar, existe o no existe, mi grupo de trabajo y yo hemos logrado un vínculo, lo palpás cuando caminás los pasillos de club.

-¿Disfrutás ser entrenador en este contexto de presiones?

-Disfruto el camino y lo sufro. Es una dualidad, el disfrutar y sufrir la profesión. Convivo con ambas. Por cómo fui criado, tengo mis creencias. No soy una excepción de este sistema, tengo los mismos vicios y la contaminac­ión, pero le doy pelea. Me parece que ahí está la clave para salir de ese grado de dolor que significa la derrota. Mucho se escucha que “para tener éxito, hay que sufrir”. Nosotros fuimos criados en la cultura del sufrimient­o. El disfrute, el juego y el placer era vacío. Todo era una carga. Yo quiero que los equipos jueguen, insisto para que arriesguen, pero esa presión es tan grande que hace que nos olvidemos de jugar. Mirá, soy mellizo, competía con mi hermano para salir primero. Pero hay que pensar en jugar, si no la autodestru­cción es total.

-¿Y cómo hacés para cambiar ese paradigma?

-Una posibilida­d sería sacar las tablas de posiciones de las inferiores, no tienen sentido. A los pibes ya los estás atrofiando, los preparás para la selva. El hombre es naturalmen­te competitiv­o y, si encima lo sobreestim­ulamos, estamos bloqueando lo mejor que tiene que es la capacidad para crear. ¿Cómo podés animarte a jugar en un ambiente contaminad­o? Terminás haciendo lo más simple, tirarla para arriba y correr. No quiero ser encasillad­o, pero abramos debate para que los chicos puedan disfrutar ese camino a Primera y saquen lo que tengan adentro, porque si no te reprimís. ¿Cómo luchás contra los que dicen que ser segundo es un fracaso? No quiero confrontar, pero puede resultar muy dañino para la humanidad. Puede generar frustració­n, depresión y desánimo. Hay que pensar de una manera que haya más igualdad de oportunida­des, que se valore a la persona detrás del futbolista.

-¿Cuál es el mejor modo de superar el estrés en el fútbol?

-Hay que aceptar que los niveles de exposición son mayores y trabajarlo desde saber hasta dónde uno tiene el grado de responsabi­lidad. En el juego, los técnicos tenemos cada vez menos influencia. Cuando uno empieza a entender que cada vez hay más cosas que no puede controlar, la vida misma te lleva a diferentes escenarios, a quitar los excesos, lo que sobra e ir reconocién­dose uno mismo. La vulnerabil­idad es parte de uno, los imponderab­les pueden suceder. Soltando esta mochila que pareciera más pesada, las nuevas generacion­es van a entender esto, que es un juego que hay que animarse a jugar. Para eso tenés que tener valor, coraje, cada vez duran menos los entrenador­es, se tiene cada vez menos tolerancia, en una jugada quedás marcado.

-¿Por qué no te fue bien en Independie­nte?

-Por Independie­nte pasaron 7 entrenador­es y un mánager. Nosotros estuvimos 16 partidos, hicimos el 55% de los puntos, no ganamos la Copa Argentina, pero después, que cada uno se haga cargo de lo suyo. Fueron 3 meses. Lo más positivo fue haber puesto a Velasco, Lucas González, Soñora. Hemos dado participac­ión a los jóvenes. En tan poco tiempo no pudimos lograr las cosas que se habían generado, por ejemplo, en Defensa y Justicia, que enamoró al fútbol argentino. Se lograron ventas importante­s como las de Lisandro Martínez, transferid­o al Ajax, y con ese dinero se está haciendo un predio de primer nivel. Armamos un gran grupo que hasta hoy tengo relación, como Jonás Gutiérrez, Unsain, Togni, Blanco y Barboza. Y en Independie­nte me pasó lo mismo con Figal, Campaña, Benítez, Hernández. Agradezco que el fútbol argentino me abrió las puertas. En cuatro años uno analiza el camino, hemos sufrido y gozado, pero hemos sembrado cosas. Medina, Julián Alvarez, Nehuén Pérez, Marinelli, Castro, Cabrera y Morales, chicos que no jugaban en Primera, fueron convocados, compitiero­n, hicieron giras con el Sub 20. El otro día me abrazó Thiago Almada. Que te reconozcan los jugadores, esas también son medallas.

 ?? CONSTANZA NISCOVOLOS ?? En su casa. Beccacece posa para Clarín mientras baraja opciones para su futuro. Se fue de Racing por la renuncia de Milito.
CONSTANZA NISCOVOLOS En su casa. Beccacece posa para Clarín mientras baraja opciones para su futuro. Se fue de Racing por la renuncia de Milito.

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