Tras un polémico mensaje de Cancillería, Fernández envió un saludo protocolar
La cartera de Solá pidió al nuevo gobierno que no apueste a la desunión regional, que le atribuyó a Trump.
El mensaje oficial del Gobierno nacional hacia las nuevas autoridades estadounidenses, como es de forma, lo envió temprano la Cancillería. Y fue con un texto que combinó cortesía con una inusual y polémica advertencia, que provocó extensos hilos de rechazo en las redes sociales.
“Felicitamos al pueblo de EE.UU, al presidente Joe Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris. Argentina desea fortalecer las relaciones y que se respete a los organismos multilaterales. Espera también que no se apueste a la desunión de nuestras naciones como en la etapa anterior”, fue el texto que hizo circular el Ministerio de Relaciones Exteriores, a cargo de Felipe Solá.
Horas más tarde, cuando ya el tono del comunicado oficial había encendido fuertes controversias, el presidente Alberto Fernández recurrió a su cuenta de Twitter para tratar de distender la situación.
“Felicito a Joe Biden por su investidura como presidente de los Estados Unidos y también a Kamala Harris, la primera mujer en ocupar la vicepresidencia. Estoy seguro de que en esta nueva etapa el vínculo entre nuestros países se fortalecerá. Les deseo a ambos mucha suerte”, se limitó a afirmar.
El Presidente prefirió no entrar en consideraciones sobre la gestión de Donald Trump, como las que motivaron los cuestionamientos (públicos desde sectores de oposición y reservados desde algunos despachos del propio Gobierno), pese a lo cual recibieron justificaciones de parte de funcionarios de Cancillería.
El jefe de Gabinete de Solá, Guillermo Justo Chaves, le dijo al canal IP que “toda comunicación de la Cancillería tiene el OK del canciller, pero nosotros también tenemos un control. Por supuesto que el comunicado pasó por nosotros”. Y explicó: “Buscamos separar las cosas, en primer lugar felicitar a Estados Unidos, pero no podíamos dejar pasar lo que se ha vivido en los últimos años. Lo que tiene que ver con la comunidad internacional, con los mecanismos multilaterales, como la OMS”.
El funcionario también se refirió a “la situación de la región, en la que hubo tensión y la integración regional se vio afectada”, haciendo hincapié en las diferencias sobre la situación de la democracia y los derechos humanos en Venezuela.
Por otro lado, fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores aseguraron que “no hay disonancias” entre en la postura asumida por esa cartera y la posición oficial del Gobierno.
Anoche, sectores del oficialismo buscaban bajarle el tono a las aparentes divergencias entre las posturas del Presidente y de su canciller alegando que el mensaje a Washington podría ser interpretado como un guiño a la fórmula demócrata y una chicana para Trump. En la Casa Rosada y en en el Palacio San Martín consideran que el ex presidente estadounidense jugó fuerte en las elecciones argentinas de 2019 y apostó por Mauricio Macri.
Con todo, Solá había recibido una ruidosa desautorización oficial cuando reveló detalles incómodos y supuestamente inexistentes de una charla entre el Presidente y Joe Biden, que ya había resultado electo. El Gobierno hizo saber entonces que el ministro de Relaciones Exteriores ni siquiera había participado de la conversación, porque -en lugar de asistir a la Casa Rosada, donde estaba Fernándezfue a Olivos.
El pecado de Solá fue exponer públicamente una discusión que se había dado puertas adentro del Gobierno. En este caso, la posibilidad de pedirle al sucesor de Trump que empujara la remoción de Mark Rosen, director de Estados Unidos ante el FMI, con el que el Gobierno explora la reestructuración de la deuda contraída durante el mandato de Macri.
La desautorización del Presidente al canciller incluyó una gestión ante la agencia Bloomberg del secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi, para desmentir al canciller y una videoconferencia entre el ministro de Economía Martín Guzmán y el director argentino ante el organismo de crédito, Sergio Chodos, con Rosen.
Horas después, Fernández dio por “superado” el conflicto. El voto de los Estados Unidos -principal accionista en el directorio del organismo- es fundamental para un acuerdo. Desde entonces se acrecentaron versiones de un eventual reemplazo de Solá y volvió a sonar el nombre del embajador en Washington, Jorge Argüello. De todos modos, por el momento el ex gobernador bonaerense figura en la lista de los funcionarios “perdonados” por el Presidente pese a sus eventuales “errores”.
El roce más fuerte de la gestión Fernández con la de Trump fue por la elección del titular del BID. Un cargo que la Rosada imaginaba para el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. Sin embargo, el saliente presidente norteamericano impuso a su delfín, Mauricio Claver Carone, rompiendo así una tradición no escrita sobre la concesión del cargo a un latinoamericano.
La bienvenida más explícita del Gobierno a la fórmula Biden-Harris la dio el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, durante una entrevista a C5N. Allí, el funcionario más cercano a Fernández sostuvo que el nuevo gobierno estadounidense “representa un cambio de agenda, una agenda que nos acerca mucho más, naturalmente”.
Al dar sus argumentos, explicó que “es una mirada diversa, que apunta a eliminar el racismo. Una mirada de respeto y compartida a la sostenibilidad de todo lo que es el enclave productivo y ambiental”. Para concluir que “es ahí donde tenemos posiciones que nos acercan más a esta nueva administración que lo que había sido anteriormente”. ■