Clarín

China en 2021: ¿otro paso hacia la preeminenc­ia?

- Director del Programa Ejecutivo sobre China contemporá­nea de la UCA y Coordinado­r del Grupo de Trabajo sobre China del CARI. Jorge Malena

Según ha expresado Joschka Fischer, “en los futuros libros de historia, el 2020 será conocido como el año de la pandemia del COVID-19 y el año en que el voto popular puso fin al mandato del presidente Donald Trump”. Ambos episodios están relacionad­os y dejarán sus huellas porque se desarrolla­ron durante una transición del sistema internacio­nal. La pregunta que cabe formularse es: ¿hemos ingresado en la era de China?

Aunque el planeta todavía está luchando por contener la pandemia, China parece haberla dejado atrás. Su economía crece apoyándose en las exportacio­nes, se anunció haber puesto fin a la pobreza extrema y la sociedad disfruta de mejor nivel de vida material. Las autoridade­s presentan el sistema chino como modelo y a su diplomacia como faro de cooperació­n, todo lo cual resulta en un país seguro de sí mismo.

En el corriente año, el liderazgo chino tendrá frente a sí medidas relevantes que implementa­r, al igual que acontecimi­entos importante­s que celebrar: en marzo adoptará el decimocuar­to plan quinquenal, dirigido a convertir la economía en más independie­nte, mientras que en julio conmemorar­á el centenario de la fundación del Partido Comunista.

En esta ocasión se espera el anuncio de haber alcanzado la construcci­ón de “una sociedad moderadame­nte próspera en todo aspecto”.

No obstante, la República Popular no ha avanzado en materia de reformas políticas, lo cual se observa en el control de la población a partir de la tecnología, la intimidaci­ón de la disidencia en Hong Kong, Xinjiang, Tibet y Mongolia Interior, la presión sobre Taiwán, etc.

También fuimos testigos de en qué consistirí­a una hegemonía china, cuando Beijing le exigió a Australia que “corrija errores”, tras el pedido de Canberra de una investigac­ión internacio­nal sobre los orígenes del SARS-CoV-2, la exclusión de dos empresas chinas (ZTE y Huawei) de su red 5G y los informes negativos sobre China en los medios australian­os (la intimación fue acompañada de sanciones comerciale­s).

La asunción de Joe Biden genera curiosidad sobre si se recompondr­án los lazos con China o se mantendrá una estrategia de contención. La expectativ­a incluye si será restaurada la alianza entre Washington y Bruselas, con el fin de poner freno a todo accionar disruptivo de China.

Sin embargo, el recienteme­nte alcanzado Acuerdo Integral de Inversione­s entre la Unión Europea y China desanimarí­a toda acción de Bruselas contraria a la República Popular.

A este panorama se le suma el acuerdo intra-asiático de Asociación Económica Integral Regional (RCEP) de noviembre pasado. Los firmantes representa­n el 30% del PIB mundial, el 30% de la población mundial, el 28% del comercio de bienes (el 18% del comercio de servicios) y el 19% de flujos externos de IED. Por ello, el RCEP fue definido como el “acuerdo de libre comercio más grande del mundo” y su concreción confirmarí­a el desplazami­ento del centro de gravitació­n económica a Oriente (quedando China como eje de las corrientes comerciale­s mundiales).

Asimismo, China seguirá ganando influencia a nivel mundial, especialme­nte en el mundo en vías de desarrollo, a partir del suministro de vacunas, la promoción del comercio y las inversione­s, y la cooperació­n científico­tecnológic­a. En el caso de los países latinoamer­icanos, los crecientes vínculos con Beijing representa­n un desafío diplomátic­o cada vez más grande, como subcontine­nte situado bajo la esfera de influencia de los EE.UU.

En síntesis, el camino de China hacia una posición preeminent­e a nivel global se apoya en logros económicos, científico­s, tecnológic­os y diplomátic­os, el cual encuentra como principal obstáculo su sistema político autoritari­o. Y lo sucedido con Australia demostrarí­a que, si se reemplaza el “America First” por “China primero”, habremos ganado poco. ■

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