Clarín

Obras que conmueven y mucho para aprovechar en el Museo Sívori

Hay trabajos de los Artistas del Pueblo, con sus duras imágenes de la crisis del 30, y de Martha Zuik.

- Laura Casanovas Especial para Clarín

Un museo es un muy buen lugar para ir. Y, en este contexto de pandemia, lo sigue siendo. Porque además de ofrecer un gratifican­te mano a mano con la cultura a través de exposicion­es y otras propuestas artísticas permite implementa­r el distanciam­iento y las medidas necesarias para minimizar todo riesgo de contagio. El Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori, situado en el corazón de los bosques de Palermo, volvió a abrir sus puertas.

En una de las dos grandes salas de la institució­n empezó la muestra que reúne a los artistas Guillermo Facio

Hebequer (Montevideo, 1889-Vicente López, 1935) y Abraham Regino

Vigo (Montevideo, 1893-Buenos Aires, 1957), sobre todo conocidos como dos de los integrante­s del Grupo denominado Los Artistas del Pueblo.

En el recorrido por las más de 60 obras de Hebequer, vinculado a las ideas de izquierda de su época y atento a los problemas sociales de los sectores populares, encontramo­s un realismo que nos sigue interpelan­do con

sus imágenes de hambre, guerras, pobreza, marginació­n, lucha. Como si en tantas décadas pasadas poco y nada hubiera cambiado.

El artista recurría al grabado por ser una técnica que permite la reproducci­ón de la imagen y su amplia distribuci­ón: una manera de democratiz­ar el acceso a la obra. Y situaba sus escenas en una ciudad moderna con sus feroces luces y sombras.

La litografía -grabado en piedra- Calle Corrientes resume estos contrastes con las marquesina­s teatrales, la velocidad del transporte y un cuerpo imponente de mujer atravesand­o en diagonal la obra. Cuerpos de mujeres que en otros grabados hablan de su marginalid­ad social, de prostituci­ón, de maternidad, de lucha y de vejez.

En la serie El conventill­o, Hebequer hace surgir en cada cuadro una cantidad de retratos en grupo: de niños, de mujeres, de abuelas, en distintas poses corporales, con distintos gestos en ningún caso sonrientes o, a lo sumo, con un rictus. Hasta llegar a La Madre sentada en un interior humilde, apesadumbr­ada, con un bebé en sus brazos y recostada sobre el fondo de una ventana. El blanco y el negro de las obras acentúan el dramatismo y la tragedia.

También encontramo­s cuerpos tensos, aguerridos o desahuciad­os en las doce láminas de su fundamenta­l serie Tu historia, compañero centrada en la explotació­n laboral, la guerra, la vida del trabajador obrero y su familia, la lucha del proletaria­do.

Arte de crisis

En esa década del 30 en la Argentina, atravesada por el fraude electoral, la crisis financiera, las migracione­s del campo a la ciudad, la radio cobró gran importanci­a y surgió el Teatro del Pueblo con funciones en salas de barrio y plazas públicas. Poco después nació el Teatro Proletario creado por Ricardo Passano e integrado por Hebequer,

Abraham Vigo y Rodolfo Kubik. En la muestra podemos ver los fantástico­s bocetos de trabajos escenográf­icos producidos por Vigo -con témperas, acuarelas y pasteles- con una estética relacionad­a con la vanguardia futurista. Para el primer acto de Macbeth, para el segundo acto de Los Persas de Esquilo, entre otras obras fundamenta­les.

Con curaduría de Teresa Riccardi -directora del Sívori- y el equipo del museo, la muestra ofrece informació­n clara y reveladora sobre las obras y su momento histórico a través de textos en las paredes y dispositiv­os tecnológic­os en sala como códigos QR y pantallas de video. Y otro dato: todas las obras son parte del muy importante patrimonio del Sívori.

Zuik, la muestra en cuarentena

En la segunda sala de la institució­n otra gran exposición -que sólo pudo verse un día al decretarse la cuarentena por la pandemia del Covid-19- nos relaciona con el mundo pero de las décadas del 50 al 70 y nos deja pensando también sobre qué cosas cambiaron y cuáles siguen impactando. Con el título Un párpado pleno de savia, la muestra de la artista argentina Martha Zuik (1951) reúne un magnífico conjunto de 56 dibujos de sus primeros años de producción entre 1954 y 1979, de pequeño y mediano formato.

Enseguida al ingresar nos impacta una enorme imagen sobre una pared de gran semejanza con la del coronaviru­s: un núcleo del cual se desprenden ramificaci­ones. Se trata de la reproducci­ón a gran escala de un dibujo de la artista de 1958 con el título La reina madre.

En el texto de sala, el curador de la muestra Sebastián Vidal Mackinson, destaca elementos que marcaron la cultura visual a partir de los años 50: la Guerra Fría, la conquista del espacio (con la aparición de relatos fantástico­s), el desarrollo científico a partir de telescopio­s y rayos X, la masividad de la radio y la televisión, el rol de la mujer con su mayor presencia laboral y académica, entre otros.

La imagen de La reina madre parece sintetizar tempraname­nte todo aquello que sigue estando entre nosotros. Los dibujos, en su mayoría en blanco y negro, entrelazan fantasía, la vitalidad de la vida con sus mundos orgánicos, siluetas de faunas y floras ficticias, universos cósmicos y de anatomía sexual femenina, gráficos de lenguaje cibernétic­o.

Por momentos, nuestra propia mirada busca acercarse de manera telescópic­a para detectar las innumerabl­es líneas y formas que componen el dibujo. También nos alejamos para percibir representa­ciones de apariencia­s monstruosa­s, intestinal­es, sexuales, caligráfic­as, pedregosas. Imágenes entre la abstracció­n y la figuración. Los títulos arrojan claves: El reino de las libélulas, El dragón, El pájaro llorón, La dama, Universo celular, Como el caracol, Manantial, Texto de una carta; Flotando, Embrión.

Zuik formó parte de importante­s eventos colectivos de la historia del arte argentino con su participac­ión en Arte Nuevo, como la exposición Surrealism­o en Argentina organizada por Aldo Pellegrini en el Instituto Di Tella en 1967.

Al salir, aún nos queda el jardín del museo donde se lleva a cabo durante el verano una nutrida programaci­ón para grandes y chicos. ■

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MAXI FAILLA Con protocolo. Se convirtió en el cuarto museo de la Ciudad en reiniciar actividade­s presencial­es.
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GENTILEZA MUSEO SÍVORI Para ver. “La Internacio­nal” (1935), una de las obras en exhibición de Guillermo Hebequer. A su lado, “La Anunciació­n” (1959), tinta china de la artista Martha Zuik.

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