El concurso con cuatro sexos y doce géneros
Hay dos opciones para “sexo asignado al nacer”: femenino o masculino. Cuatro para “sexo”: femenino, masculino, intersexual o transexual. Y 12 para “género”: mujer, varón, travesti, transexual, mujer trans, varón trans, marica, no binario, heterosexual, lesbiana, gay y bisexual más “otro”. Se trata del formulario de inscripción al Salón Nacional de Artes Visuales 2020/21, uno de los concursos más tradicionales del país.
El asunto provocó una serie de chistes fáciles y baratos en Twitter. Hay que admitirlo, la primera reacción ante la amplitud de opciones es como mínimo de sorpresa, al menos la de alguien no muy involucrado en el tema de género. De hecho, cuesta imaginar cuál es la diferencia en algunos de los casos.
La obvia intención de los organizadores fue no excluir a nadie, pero a la vez hacer una declaración política. Y como tal, es polémica. Se sabe: el arte provoca, perturba, es activista.
En el caso de este concurso, ya en 2018 se decidió que hubiera “representación igualitaria de varones y mujeres en jurados, seleccionados y premiados”. Había una estadística que justificaba la iniciativa: entre 1911 y 2017 las mujeres recibieron 5 veces el Gran Premio de Honor de Pintura y los varones, 91.
El tema es si alcanza con dividir sólo entre hombres y mujeres. “Los feminismos acarrean las otras identidades”, dicen hoy en Cultura. Allí se habla de “abarcar las otredades” y de “incluir los diferendos”. De pluralidad y de intencionalidad, sobre todo.
“Esos 12 géneros o posibilidades, que proponen cruces, porque se puedan marcar varias opciones, tienen un poco la función de hacer pedagogía sobre las identidades sexuales.A partir de esa encuesta vamos a poder realizar un informe que nos permitirá hacer debates, dice Fede Baeza, directora del Palais de Glace, nacida hombre pero que hoy prefiere usar el femenino o el neutro. “No me siento hombre ni mujer, tal vez transexual, o travesti, estoy en un proceso de cambio”, explica.
Consciente de la polémica, adelanta que “vamos a opcionalizar para que quien no quiera responder algunas de las categorías pueda hacerlo. Por supuesto, los datos relevados son confidenciales y no van a ser vistos por el jurado” de este concurso, que se expondrá a mediados de julio en el CCK y la Casa Nacional del Bicentenario.
Es un tema complejo. Difícil sistematizar aquello que por naturaleza es amplio, multiforme y variable. Los casilleros son siempre finitos y lo finito en algún punto siempre podrá ser visto como injusto: la lista pretende ser bien amplia, pero es inevitable que alguien termine sintiéndose discriminado por tener que tildar en el casillero “otro”. Por ejemplo, no figuran entre las opciones los pansexuales. O los asexuales. Algunos llegan a contar más de 100 variantes.
En su búsqueda provocadora, el listado tan detallado confunde, en algún caso, “identidad de género” con “orientación sexual”, y no faltó quienes lo cuestionaran porque sintieron que les estaban preguntando qué preferían en la cama. Quizás en la polémica esté su éxito.
De nuevo: es un tema muy complejo. Es fácil ofender sin saberlo, en especial a aquellos que lucharon mucho y duro por sus derechos, que no siempre son los militantes ni mucho menos los militantes profesionales.
El formulario muestra, paradójicamente, todo lo que falta evolucionar. Un día no importará de verdad si alguien es marica, gay o travesti. Un día el concurso no necesitará hablar de los derechos de las minorías y será nada más -nada menosque un concurso de artes visuales. Y sus postulantes, anónimos, no tendrán por qué decir de qué género se perciben. Ganará el mejor por su producción artística. Sin que importe sexo, edad, raza, religión ni equipo de fútbol.w
Las opciones están en el formulario de inscripción al Salón Nacional de Artes Visuales.