La muerte de dos médicos en la Ciudad reaviva la discusión por la falta de vacunas
María Rosa Fullone y Carlos Sereday trabajaban en hospitales públicos. El Gobierno porteño informó que la mujer no había aceptado la primera dosis de la Sputnik V.
La comunidad médica del Hospital Fernández está conmovida por el fallecimiento por coronavirus de María Rosa Fullone, de 56 años, especialista en Dermatología y médica titular en el Servicio de Emergencias y Urgencias. También falleció por Covid-19 Carlos Sereday (66), jefe de la Unidad Cirugía Plástica del Hospital de Quemados. El tema reaviva la polémica entre la Nación y la Ciudad por la asignación de vacunas.
Fullone, que tenía una clínica de Dermatología y Medicina Estética en Devoto desde hacía más de una década, había sido internada el 19 de febrero, cuatro días antes de su turno para ser vacunada, según confirmativos ron desde el Ministerio de Salud porteño. El primer síntoma, una dificultad respiratoria, se agravó, por lo cual fue derivada a terapia intensiva.
El jueves, el director del centro de salud, Ignacio Previgliano, confirmó el desenlace fatal y contó que la médica no se había querido aplicar la vacuna en una primera instancia. Sus colegas y amigos confirmaron esa versión y pidieron que “no se politice el tema”, porque ella “recién decidió anotarse hace dos semanas. No generemos más dolor”.
El Ministerio de Salud de la Nación, que comenzó la distribución de 406.800 vacunas Sinopharm en todo el país, anunció que entregará 27.900 dosis a la Ciudad y explicó que “el número enviado a cada jurisdicción depende estrictamente del porcentaje de población y se adapta a la unidad mínima de embalaje, de 400 o 900 dosis por conservadora”. La Ciudad las destinará al personal de salud de hasta 59 años, no a los docentes, como esperaba Nación.
Un relevamiento de Adecra-Cedim, la cámara que reúne a sanatorios y centros de diagnóstico, señala que el porcentaje de profesionales de sus instituciones vacunados en todo el país es bajo. En la Ciudad, sólo el 37% del personal de clínicas y centros de diagnóstico privados estaba vacunado hasta el miércoles pasado.
Fullone había decidido no aplicarse la Sputnik V cuando llegó al país la primera tanda. “Quería esperar a que se publicaran los resultados del estudio de eficacia en ‘The Lancet’. Ahí cambió de opinión y tomó el turno”. Lamujerpadecía obesidad,una enfermedad que complica los cuadros de infección por Covid.
La profesional formaba parte de la primera línea de lucha contra el coronavirus y, a su vez, estaba entre el 30% del personal de Salud de la Ciudad que aún falta vacunar.
Por su parte, en referencia a la muerte de Carlos Sereday, la jefa de la Unidad de Internación Adultos en el Hospital de Quemados, Anahí Crocenzi, explicó a Clarín: “Carlos estuvo dos meses internado. No sé si tenía turno para vacunarse, pero creo que tenía la intención de hacerlo. Nosotros no nos vacunamos en este hospital, tenemos que ir al Hospital Durand y nos dijeron que, por ahora, suspendieron la vacunación. Hay demora y quedan muchos administrapor vacunar. Lamento que Carlos no se vacunó a tiempo”.
Crocenzi aclara que “todos los médicos del Quemado son primera línea” y que ella tampoco -“por decisión propia”- se vacunó con la primera tanda de Sputnik V que llegó al país. Cambió de opinión, consultó en el Durand cuándo comenzarían a vacunar de nuevo y cree que “en estos días” llegará su turno.
El Ministerio de Salud porteño remarcó que la dermatóloga Fullone formaba parte del “grupo reticente” a vacunarse al asignarse dosis para el personal de salud y que “toda la primera línea que haya querido vacunarse a tiempo ya está vacunada”.
Las autoridades no pudieron precisar cuánta gente -dentro del 40% de reticentes estimado por el ministro de Salud de la Ciudad, Fernán Quiróscambió de opinión y aún espera la vacuna. Pero “los psicólogos matriculados que se vacunaron (personal de salud independiente) no les quitaron vacunas a los de la primera línea sino que ambos grupos no compiten entre sí por las dosis”.
El personal de Salud porteño no tiene que anotarse del mismo modo que otros grupos. Cada centro u hospital tiene una lista de trabajadores que hayan manifestado la intención de vacunarse y cada uno debe tomar un turno. La Ciudad tiene aproximadamente 160 mil dosis para vacunar al personal privado y público de Salud.
“Nación tomó la decisión de una distribución de vacunas basada en población general, cuando la vacuna se aplica a grupos de riesgo”, criticó Quirós el miércoles.