“Ni una menos”: un siglo de gritos silenciados en el país
En lo que va del año, los femicidios se sucedieron como los días. “La violencia machista tiene una función pedagógica, tanto para la mujer que sufre como para el resto: es un mensaje social que opera sobre la subjetividad de todas”, explica la abogada feminista Sabrina Cartabia, en el marco de un nuevo Día Internacional de las Mujeres, a celebrarse mañana.
Los femicidios son el último eslabón de una larga cadena de violencias y están inscritos en la sociedad patriarcal. Clarín habló con distintas especialistas sobre la larga lucha para denunciar y combatir este flagelo.
Es probable que muchos conozcan el caso de Felicitas Guerrero: una joven aristocrática, a quien Enriquer Ocampo asesinó en 1872, cuando ella eligió casarse con otro hombre. Pero la problemática estaba extendida y atravesaba todas las clases sociales, como estima María Bjerg, doctora en Historia e investigadora independiente del Conicet.
“En general, el golpeador quedaba detenido durante el proceso (ágil y relativamente breve, si comparamos con la dinámica actual). Sin embargo, las condenas no eran severas y, al final, el agresor solía ser liberado”, explica la especialista.
Bjerg recuerda el caso de una mujer que, “cansada de la brutalidad denuncó a su marido. Cuando se dio cuenta de que se pondría en marcha un juicio pidió frenar el proceso, porque él era el sostén de la familia y ella y sus hijos podrían caer en en la miseria”.
Los acusados se refugiaban en los mandatos de las mujeres sumisas y obedientes. De todas formas, para la historiadora, esas mujeres no actuaban siempre de manera pasiva: llegaban a devolver golpes, amenazar con armas o huir del hogar marital.
Por su parte, la socióloga e historiadora Dora Barrancos añade que, hasta la reforma del Código Civil de 1921, el hombre “estaba prácticamente autorizado a matar a las mujeres por ‘transgresiones morales’ (principalmente, el delito de adulterio)”. Luego apareció la figura “emoción violenta”, que muchas veces, en los hechos, morigeraba las penas.
En cuanto a la política que tenían las activistas frente a este tema, Barrancos aclara que el concepto “violencia de género” es reciente y que tiene una fase inaugural a fines de 1960, 1970, “con la segunda ola feminista”.
A su vez, la antropóloga Mónica Tarducci agrega que “sufragistas, socialistas y anarquistas llamaban la atención acerca de las condiciones de la vida cotidian, sus trabajos dentro y fuera del hogar, sobre cómo el alcoholismo de los hombres terminaba en violencia. Demandaban cambios en la legislación, que las dejaba como menores de edad”.
Hubo mujeres que hablaron tempranamente de la violencia de los varones. Entre ellas se destacó María Abella Ramírez (1863-1926), una librepensadora radicada en La Plata que fundó “Nosotras”, la primera revista asumida como feminista.
Laura Fernández Cordero, doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Conicet, rescata un artículo del periódico comunista anárquico “La voz de las mujer”, de 1896, donde se denunciaba a un hombre que había disparado a una mujer, cuando ella decidió irse del domicilio común. O sea, un intento de femicidio.