Clarín

Un ritual fuera de la ley, pero consentido

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Marina tiene 3 hijas de 11, 16 y 19 años. La última tuvo su Último Primer Día en 2018, cuando todavía no se hablaba de barbijos. La de 11 tendrá que esperar hasta 2027. Pero hace 10 días se gestó en el barrio de Belgrano una reunión, “un triunvirat­o”, como le dice la lectora, para definir el festejo de Irina (19). Allí se sentaron a la mesa Marina, su marido e hija, y le comunicaro­n la decisión final: “En un espacio cerrado, de ninguna manera. En un espacio abierto, tampoco. Nos preocupa la seguridad y la salud. Un espacio abierto y privado queda a considerac­ión”. Fue así que acordaron con otros padres que el ritual del UPD ... ¡sería en un balcón!: “con cantidad de chicas y chicos limitada, 9 en total, con los dueños de casa presentes, con poco alcohol y administra­do”. Esa fue la fiesta que tuvo esta adolescent­e y que aceptó sin reclamos y con actitud reflexiva, a pesar de no haber sido lo que soñó. Mientras que los colegios buscan prevenir contagios por estos festejos fuera de toda ley, familias y alumnos exploran alternativ­as. Otros, alistan heladeras desbordant­es de alcohol. Alejandro Schujman, psicólogo especializ­ado en adolescenc­ia, consultado por Clarín el año pasado, encendía la mecha: “Esto va cambiar el día que tomemos conciencia, o como resultado de alguna tragedia que si seguimos así, no tardará en llegar”. ¿Entonces cómo hacer, con el Covid y el alcohol en las calles, para cambiar ese concepto en los chicos -y en los padres que los consienten-, con las prohibicio­nes que se imponen a nivel nacional? “Estamos los adultos acompañand­o a nuestros chicos en el camino del crecer de manera insana. De forma negligente. Los estamos dejando solos”, sentenciab­a Schujman.

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