El Papa se despidió de Irak con un llamado a rechazar la venganza
Francisco visitó Mosul y otros sitios arrasados por la violencia contra cristianos. Y ofició una masiva misa en Erbil.
El Papa se conmovió en varias ocasiones ayer domingo en la última jornada de su viaje a Irak, contemplando los horrores de la destrucción causada por la violencia de los terroristas de Al Qaeda, que mataron a miles de cristianos entre 2014 y 2017 en la llanura del Nínive. Allí residía la comunidad de católicos caldeos, la más antigua e importante del Medio Oriente, que llegó a tener más de dos millones de miembros, de los cuales quedan menos de 400 mil. Los demás murieron en la represión o huyeron fuera del alcance de los terroristas y la mayoría no quiere regresar.
El momento más dramático de la gira se vivió en la antigua ciudad de Mosul, que era la segunda ciudad iraquí con casi dos millones de habitantes, en su mayoría cristianos, en gran parte reducida a escombros por los terroristas del grupo ISIS que la atacaron y ocuparon en 2014 y fueron derrotados recién tres años después tras una batalla de nueve meses que dejó un inaudito saldo de atrocidades y destrucciones.
Ayer, el pontífice argentino concluyó su visita de tres días a Irak con una misa al aire libre celebrada en Erbil a la que asistieron diez mil personas, la mayoría católicos caldeos. Bergoglio los invitó a “no caer en la venganza, a pesar de las heridas causadas por la guerra y la violencia”. Dijo que esas heridas “son visibles e invisibles” pero que se debe responder “a estos hechos dolorosos con una fuerza y una sabiduría humanas”.
Los cantos y los vítores de los fieles, reunidos en el segundo estadio más grande de Irak, acompañaron a Francisco cuando llegó a bordo del papamóvil al estadio, el único lugar en el que fue utilizado porque en los demás desplazamientos terrestres lo trasladaron en coches blindados por razones de seguridad. El obispo de Roma dijo en su mensaje que Jesús “nos fortalece para que sepamos resistir a la tentación de buscar venganza, algo que nos hunde en una espiral de represalias sin fin”. El Papa regresó más tarde a Bagdad, desde donde hoy lunes partirá temprano de regreso a Roma.
Tras haber llegado en la mañana a Erbil, capital del Kurdistán iraquí y viajado en helicóptero y un auto blindado a la llanura del Nínive para visitar Mosul, Qaraqosh y otros castigados lugares cristianos, Francisco dijo que “la trágica disminución de los discípulos de Cristo, aquí y en todo Medio Oriente, es un daño y incalculable”. Saludado con emoción y esperanza por los cristianos que viven en la zona, y que son los restos de una comunidad que busca reconstituirse estimulada ahora por la visita del Papa, Jorge Bergoglio descendió del automóvil blindado entre Mosul y Qaraqosh para bendecir la estatua de una virgen decapitada por el odio de los terroristas del ISIS.
Mosul fue el momento culminante en la llamada plaza de las Cuatro Iglesias, todas destruidas por el llamado Estado Islámico comandado con ferocidad por Abu Bakr al Bagdadi, quien proclamó su Califato. Tras la derrota en junio de 2017, Bagdadi huyó y dos años más tarde fue ultimado por un misil en Siria.
En su oración por las víctimas de la Iglesia en el tinglado levantado en la plaza de las Cuatro Iglesias, el Papa dijo: “Si Dios es el Dios de la vida, y lo es, a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos en su nombre. Si Dios es el Dios del amor, y lo es, no nos es lícito odiar a los hermanos”.
“Aquí en Mosul las trágicas consecuencias de la hostilidad son demasiados evidentes”, agregó. Las cuatro iglesias cristianas que fueron usadas como cárceles y lugares de tortura antes de ser destruidas pertenecen a varias ramas del cristianismo: católica caldea, ortodoxa siríaca, ortodoxa armenia y católica siríaca.
El Papa, tras su oración en memoria de las miles de víctimas en Mosul y sus alrededores, fue llevado en un pequeño vehículo eléctrico hasta la catedral siríaca, la más avanzada en la reconstrucción, y allí permaneció un rato en silencio, orando en privado.
Francisco comentó que “un tejido cultural y religioso tan rico de diversidad se debilita por la pérdida de alguno de sus miembros”. Catorce iglesias fueron destruidas en Mosul por los terroristas del ISIS. Cuando Mosul fue ocupada debieron escapar medio millón de personas, entre ellas 120 mil cristianos, a los que los soldados de Al Qaeda llamaban “nazarenos”. En los frentes de sus casas, los fanáticas del autoproclamado califa al Bagdadi pintaban la letra N. A los cristianos no les quedó otro remedio que huir desesperadamente. Muchos lo hicieron al vecino Kurdistán iraquí, donde fueron acogidos. El Papa agradeció ayer al presidente Barzani en Erbil la solidaridad de los kurdos con cristianos y musulmanes que pudieron salvar su vida en tierra kurda.
En su oración por las víctimas en la plaza de las Cuatro Iglesias, Francisco comentó que “la verdadera identidad de esta ciudad es la convivencia armoniosa entre personas de orígenes y culturas diversas”.
En ese marco “es cruel que este país, cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles y miles de personas, musulmanes, cristianos, yazidíes y otros, desalojados por la fuerza o asesinados.
El Papa argentino planteó que “a pesar de todo, tengo la convicción de que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra”.
En la ciudad cristiana de Qaraqosh el Papa fue aclamado por miles de fieles que lo recibieron agitando banderas y mostrando vestimentas coloridas. Allí, como en toda la llanura del Nínive, la gente habla el arameo, la misma lengua de Jesucristo. La catedral de la Inmaculada se ha convertido en el símbolo recuperado del orgullo del renacimiento de los católicos caldeos. Este domingo recibió resplandeciente y con todos los honores al Papa argentino.