Con más casos, Bolsonaro apuesta por un spray nasal
Los brasileños mueren en cifras récord por el Covid. Las terapias intensivas en un número creciente de ciudades están llenas o cerca de su capacidad a medida que las variantes más contagiosas aumentan los casos. Los ancianos han comenzado a dormir fuera de los centros de vacunación con la esperanza de conseguir una dosis de las limitadas existencias del país. Pero este no es momento para nuevas restricciones a los negocios, dice Jair Bolsonaro. En cambio, deposita toda su esperanza en un aerosol nasal experimental, en desarrollo en Israel para tratar a pacientes graves, que el presidente ha llamado un “producto milagroso”.
El canciller Ernesto Araújo debe viajar a Israel para reunirse con los científicos que están desarrollando el aerosol, que solo se ha sometido a pruebas preliminares y no se está utilizando en la atención de rutina del paciente en ninguna parte. El gobierno de Bolsonaro dice que tiene la intención de probarlo en pacientes gravemente enfermos en Brasil, donde más de 260.000 personas murieron, con un récord de 1.910 decesos diarios el jueves.
Los expertos en salud ven la búsqueda por parte del gobierno de un remedio no probado como el último de una serie de pasos en falso que han convertido a Brasil en un cuento de advertencia sobre una pandemia y un caldo de cultivo para variantes más contagiosas. “Brasil está pasando a la historia como un caso de estudio de lo que puede hacer el liderazgo fallido en una emergencia de salud”, dijo Marcia Caldas de Castro, profesora de la Universidad de Harvard que estudia la salud global, “y la forma en que medimos el costo es en vidas perdidas”.
Bolsonaro fue uno de los primeros defensores de la hidroxicloroquina. Y continuó cantando sus alabanzas esta semana, incluso después de que un equipo de expertos de la Organización Mundial de la Salud desaconsejara su uso, citando estudios que lo han encontrado ineficaz y potencialmente peligroso.
La campaña de vacunación tuvo un comienzo lento y caótico porque el gobierno tardó en comenzar a negociar el acceso a las vacunas, cuya seguridad y eficacia ha puesto en duda Bolsonaro.
Mientras los médicos luchan por clasificar a los pacientes a medida que se llenan las unidades de cuidados intensivos, Bolsonaro ha renovado su guerra con los gobernadores y alcaldes por el cierre de empresas, el distanciamiento social y el uso de máscaras contra el coronavirus.