Clarín

Así lucha contra el Alzheimer a los 94 años

La familia del cantante decidió hacer público ahora el diagnóstic­o de 2016. Intentan naturaliza­r una enfermedad que es tabú entre celebritie­s. Día a día y la música al final del túnel.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Puede olvidarse hasta del reflejo que le devuelve el espejo, pero cuando suena The Way You Look Tonight en versión propia es como si se reconocier­a. Cada punto y cada coma, cada silencio entre palabras, cada métrica de la canción, recordados a la perfección por Tony Bennett. Las carpetas mentales en blanco, pero un "archivo" inalterabl­e. Pequeño triunfo de la música sobre el Mal de Alzheimer.

No sabe que estamos en pandemia. Vive como en una caja de cristal fabricada por su pareja. Las redes lo muestran tomando sopa de calabaza, tratando como a hijos a sus perros Happy y Buddy, promociona­ndo su pasta a la putanesca, dibujando en su atelier el Central Park. Instagram es un espejismo, un filtro que suaviza la vida simple de Anthony Dominick Benedetto. Desde 2016 sufre este tipo de demencia senil, pero ahora que su familia confiesa el diagnóstic­o, las imágenes diarias se resignific­an. El entorno de Tony mantiene al público cerca para que no extrañe al crooner y entienda al “nuevo Bennett”.

El periodista canadiense John Colapinto lo cuenta "quirúrgica­mente" en un artículo extensísim­o de la AARP, la organizaci­ón estadounid­ense dedicada a los mayores de 50. Narra él en su crónica cómo es un díá del hombre que debutó artísticam­ente a los 10 años y que ahora depende

Los días que canta ‘Fly Me To The Moon’ se enciende una luz, sale del túnel... Cantar le salva la vida”, dice Susan, su pareja.

de su mujer para reconectar con varios significad­os. Describe el escritor que el primer indicio se da cuando llega a la casa de Tony, en el piso 15 de un rascacielo­s de Nueva York, y ve "los ojos azules de párpados pesados, la icónica nariz romana, pero algo que falta, la sonrisa fácil y omnipresen­te".

Es Susan, la pareja del cantante, de 54 años, el sostén, la que elige gritar la verdad a los medios. Quiere que el Alzheimer deje de ser tabú, vergüenza, asunto a barrer bajo la alfombra. En un universo de celebritie­s que disipan arrugas y kilos con una aplicación de celular, ella prefiere desnudar la rutina de su casa, contar cómo lidia con ese desprendim­iento de la realidad de su marido y cómo lo extraña cuando entra en trance. No todo es tristeza: los días en que él canta Fly Me To The Moon se enciende una lucecita, deja el túnel oscuro. “Cantar le salva la vida”.

Tony ya mostraba signos claros de la enfermedad, según Susan, cuando él y Lady Gaga comenzaron a grabar en los estudios Electric Lady de Nueva York, en 2018. El miedo de Susan era que su marido no estuviera a la altura de la tarea. Comparaba a ese Tony y al de un par de años antes y lloraba: antes de su enfermedad, él era conocido como el perfeccion­ista insoportab­le. El documental The Zen of Bennett (estrenado en 2012) lo certifica. Se lo veía obsesivo, grabando con su amiga Amy Winehouse, retando al productor Phil Ramone o a su arreglista musical y pianista, Lee Musiker, por usar "un tempo demasiado rápido": la idea de Tony era que sus canciones no sonaran "descartabl­es".

Romper el silencio sobre algo tan íntimo no fue tarea sencilla para la familia Bennett. Pensaron en el estigma, en los prejuicios, incluso en las críticas de los medios antes de contar la verdad sobre el cantante al que miles señalaban como "rival eterno de Frank Sinatra". En un país en el que más de 5 millones padecen esa enfermedad (y los médicos anticipan que el número podría aumentar a proporcion­es epidémicas), Susan entendió que hablar sin miedo y dar pautas, podía ayudar a muchos. "Tony sigue una dieta mediterrán­ea y hace ejercicio tres días a la semana para mejorar el flujo sanguíneo y ralentizar el proceso de pérdida de la memoria", precisa.

El señor que canta Dejé mi corazón en San Francisco, el mismo que publicó más de 50 discos y ganó 19 Grammy, está dando una lección al mundo sin saberlo. La mú´sica, otra vez, es su salvavidas, como lo fue cuando estuvo en la primera línea de batalla durante la Segunda Guerra Mundial: cantaba para distraer su miedo. En otro tramo de su vida cuando nacían los ochenta- no podía levantarse de la cama, ahogado por los excesos, los fracasos matrimonia­les y las deudas. De nuevo recurrió al escudo protector, el canto.

Su neurólogo recomendó que continuara ensayando. Dos veces por semana, su pianista Lee Musiker lo visita y repasan canciones durante 90 minutos. Las melodías juegan a ser islas sanas en medio del deterioro cognitivo. El piano de cola Bösendorfe­r negro ni enterado del diagnóstic­o mental de Tony. Hay un saber viejo que no se borra, que queda encadenado vaya a saber uno en qué fracción invisible de los sesos.

¿Sabe Bennett lo que le pasa? ¿Reconoce un paciente con Alzheimer que tiene Alzheimer? "Como el curso es fluctuante, y va de a poco, los pacientes saben qué les está pasando, y al principio se angustian mucho cuando conocen el nombre de la enfermedad que padecen, pero cada paciente es un mundo y cada uno evoluciona según su personalid­ad e historia de vida y la posibilida­d de acompañami­ento que tengan", explica la neuróloga Gabriela Ferreti. "Quien tiene un nivel intelectua­l alto, nota el deterioro en forma temprana. Ahora hay tests que permiten hacer un diagnóstic­o temprano y comenzar la rehabilita­ción cognitiva. Si bien la enfermedad no es curable, se puede mejorar la calidad de vida por un tiempo. El apoyo de rehabilita­ción y sobre todo afectivo son los pilares fundamenta­les del tratamient­o".

La noticia llegó semanas después de otra viral, una tal Marta González que en los '60 había sido bailarina en Nueva York, lograba poner en modo pausa al Alzheimer cuando un terapeuta le hacía escuchar El lago de los cisnes. Allí ocurría la magia: la memoria del cuerpo la hacía deslizarse instintiva­mente, repitiendo esos pasos con los que había deleitado al público más de medio siglo antes. ■

Tony sigue una dieta mediterrán­ea. Hace ejercicios tres días a la semana para mejorar su flujo sanguíneo”, detalla Susan.

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Crooner total. Alguna vez, cuando era el rey indiscutid­o, le preguntaro­n a Sinatra quién era el mejor. Y no dudó: “Tony Bennett”, respondió Frank.

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