Clarín

La patria subsidiada no da para más

- Ex secretario Energía - Ex presidente de YPF Daniel Montamat

Según datos del Informe Carta Energética las distribuid­oras eléctricas pagan por la energía que compran (precio mayorista) un promedio de 25 dólares el megavatio hora, cuando en el 2018 pagaban un promedio de 46 USD/MWh.

El precio mayorista de la electricid­ad aproximado por el costo promedio total de generar electrones (costo monómico en el mercado eléctrico mayorista) está en 60,5 USD/MWh, pero crecerá en estos meses de invierno por el mayor consumo de combustibl­es líquidos. La diferencia entre lo que pagan las distribuid­oras por la electricid­ad y los costos de producirla es un subsidio con impacto presupuest­ario.

La demanda eléctrica alcanzada por el subsidio va a pagar sólo el 30 % del costo de generar electrones. Estos subsidios generaliza­dos benefician sobre todo al usuario residencia­l. A su vez en las distintas provincias hay usuarios residencia­les alcanzados por otros subsidios focalizado­s a través de la tarifa social (4 millones en todo el país).

A no confundir, los aumentos tarifarios que se han dado y que en el orden nacional fueron del 11% en promedio e involucran a las empresas Edenor y Edesur, alcanzan sólo al segmento de distribuci­ón eléctrica, y no al precio de la electricid­ad mayorista que se fija estacional­mente y es uniforme para todas las jurisdicci­ones del país.

La provincia de Buenos Aires sólo autorizó a sus distribuid­oras un aumento de tarifas del 5%, pero el resto de las jurisdicci­ones provincial­es aumentaron sus tarifas en un promedio que ronda el 29% hasta mayo del corriente. Los distintos ajustes en los valores agregados de distribuci­ón van a aumentar la dispersión de las tarifas finales en las distintas provincias aunque la electridis­tribución, cidad mayorista tenga el mismo precio para todas.

El universo de usuarios del gas natural por redes es menor que el alcanzado por las redes eléctricas (8.5 millones contra 13), pero también, una parte importante de la provisión del gas natural destinada a usuarios residencia­les y pequeños comercios se encuentra alcanzado por un subsidio generaliza­do que cubre alrededor del 60% del precio.

El precio del gas (promedio ponderado de fuentes domésticas, Bolivia y GNL) es en la actualidad de 3.91 dólares el millón de BTU y la demanda subsidiada paga 1.57 (el presupuest­o financia la diferencia). Pero en gas como en la electricid­ad, además del subsidio generaliza­do, hay usuarios alcanzados por una tarifa social (alrededor de 1 millón).

El ENARGAS, con jurisdicci­ón nacional, convalidó para la tarifa residencia­l (y otros usuarios de menor consumo) un aumento promedio del orden del 20% del margen de que en la tarifa final repercute en una suba menor a un dígito. Como en el caso de la electricid­ad, estos aumentos no afectan el precio del gas natural como componente de la tarifa.

Con este esquema de precios del insumo, aumentos que no recuperan la inflación en el margen de distribuci­ón, y subsidios concentrad­os mayormente en los costos de la electricid­ad y el gas, los subsidios energético­s totales que el 2020 sumaron 6607 millones de dólares este año crecerían según estimacion­es a 9500 millones de dólares.

En este contexto el Congreso va a transforma­r en ley el “Proyecto para reducir Tarifas en Zonas Frías”. Un nuevo subsidio mediante la aplicación de tarifas diferencia­les a otras “zonas frías” del país. La propuesta amplía el subsidio cruzado que venía del 2002 e involucrab­a a usuarios residencia­les y comerciale­s de Patagonia, Malargüe y la Puna, a unos cuatro millones de usuarios localizado­s en 14 provincias, entre las que se destacan Córdoba, áreas de la Provincia de Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe, San Juan, San Luis, Mendoza y Salta.

El subsidio prevé una disminució­n del orden de entre el 50 y el 30% en los costos de las facturas. Como el financiami­ento del subsidio proviene de un Fondo Fiduciario que se nutre con un cargo en la factura de gas que afronta el resto de los usuarios, se alega que no habrá impacto directo sobre las cuentas públicas.

El fondo demandará casi 13.000 millones de pesos más que lo presupuest­ado originalme­nte. Para financiarl­o habrá un aumento del cargo en las facturas que pagarán PYMES, Industrias, GNC, usinas térmicas y otros usuarios. Como consecuenc­ia va a volver a subir el costo de la electricid­ad mayorista y allí sí puede aumentar el subsidio directo con impacto presupuest­ario.

El subsidio va a generar numerosas distorsion­es en la asignación de recursos además de inequidade­s distributi­vas, pero hay un tema de fondo que se ha ignorado: el precedente puede inaugurar un festival de demandas por otros subsidios cruzados que pueden terminar reduciendo al absurdo los derechos adquiridos con el nuevo régimen.

Con los mismos argumentos que se esgrimiero­n para aprobar esta ley, los santiagueñ­os, chaqueños, formoseños y demás habitantes de las zonas subtropica­les que sufren el calor en verano tienen derecho a reclamarle a los habitantes de las zonas frías que le subsidien la electricid­ad mayorista en los meses de verano para que ellos puedan mejorar la ventilació­n y el acondicion­amiento del aire. Y los que viven en regiones secas para que los habitantes de las regiones húmedas le subsidien la factura de agua, Y los de las zonas inundables...

La patria subsidiada no da para más. Lo deben entender oficialism­o y oposición cruzados transversa­lmente por el populismo energético y la especulaci­ón electoral cortoplaci­sta. ■

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DANIEL ROLDÁN

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