Clarín

Filtros de aire y monitores de dióxido de carbono, opciones para el frío en tiempos de Covid

Los primeros sirven para purificar el ambiente, como en los aviones o quirófanos. Los medidores de CO2 permiten saber cuándo es necesario ventilar una habitación.

- Penélope Canónico pcanonico@clarin.com

Ya hay suficiente evidencia científica de que la calidad del aire en los ambientes incide en la propagació­n del Covid-19. El paradigma de ventanas y puertas abiertas para ventilar puede resultar un poco abrumador cuando las bajas temperatur­as nos hacen tiritar de frío.

El riesgo de transmitir el virus por aerosoles (gotas respirator­ias que se generan al hablar, toser o estornudar) está latente en los espacios interiores sin ventilació­n.

¿Cómo resolver la vida cotidiana cuando la infraestru­ctura edilicia dificulta el desarrollo de las actividade­s? La tecnología ofrece instrument­os para avanzar en la vuelta a la normalidad y cumplir con el desafío de reproducir un ambiente seguro.

Medidores de dióxido de carbono Desde hace mucho tiempo se usan para climatizac­ión y control de la calidad del aire. Permiten medir la concentrac­ión de dióxido de carbono

(CO2) dentro de un ambiente y resultan un indicador del grado de ventilació­n de un espacio.

En una habitación cerrada, cuando ingresa gente que empieza a respirar y a hablar, el nivel de CO2 aumenta. Si una de ellas está infectada, emite aerosoles que contienen virus, se van acumulando y pueden contagiar a quienes estén a varios metros de distancia.

El monitoreo de CO2 permite regular el nivel de apertura de las puertas y ventanas necesario para una adecuada ventilació­n sin tomar frío.

El CO2 es un compuesto presente en el ambiente con una concentrac­ión de aproximada­mente 400 ppm (partes por millón) al exterior. El aire exhalado por un ser humano puede tener 40.000 ppm de CO2.

“Medir el dióxido de carbono es como tomar la temperatur­a para tener la certeza de que la ventilació­n en la atmósfera es la adecuada y, en caso de no serlo, orientar las acciones necesarias”, explica Jorge Aliaga, físico, ex decano de Exactas de la Universida­d de Buenos Aires (UBA) y actual secretario de Planeamien­to de la Universida­d de Hurlingham.

“Las moléculas de CO2 se desplazan en el aire con una dinámica similar a los aerosoles que exhalamos. Si, al medirlo, resulta superior al que hay en la atmósfera es porque ese aire está viciado, ya fue respirado por otros. En cambio, si el nivel del dióxido de carbono es similar al del aire exterior es porque fue renovado y hay bajo riesgo de contagio”, continúa.

El equipo no alerta sobre la presencia de virus en los aerosoles, sino que señala indirectam­ente la acumulació­n del aire exhalado, el cual podría contener virus si una persona infectada estuviera en ese espacio.

En función de las caracterís­ticas de cada equipo, se pueden adquirir desde los $ 20.000.

Medidores en escuelas

Dado que Aliaga forma parte del comité científico asesor de la Provincia de Buenos Aires en temas relacionad­os con la pandemia, tuvo la oportunida­d de presentar esta idea a las autoridade­s. Así, la Provincia prevé distribuir 33 mil dispositiv­os a las más de 11 mil escuelas públicas. La inversión asciende a $ 622 millones.

“Compramos un medidor desarrolla­do por la Universida­d de Hurlingham, para conocer las concentrac­iones en cada aula”, le cuenta a Clarín

Estela Dominguez Halpern, rectora del Instituto Industrial Luis Huergo.

Filtros HEPA

Una alternativ­a para los ambientes en los que no es posible renovar el aire son los filtros Hepa (por las siglas en inglés High Efficiency Particle Arresting -Recogedor de Partículas de Alta Eficiencia) que reducen la concentrac­ión del virus, sin que la temperatur­a baje.

El aparato se instala en el mismo ambiente que se pretende mantener limpio. El purificado­r filtra los aerosoles, pero no el CO2.

¿Cómo funcionan? Como si fueran un tamiz, permiten separar mecánicame­nte partículas (hongos, virus y bacterias) y conocer en qué porcentaje de eficacia se podrán filtrar los microorgan­ismos.

Los usados en los aviones o quirófanos, llamados ISO-35H, son capaces de filtrar el 99,95% de partículas críticas. Los filtros están compuestos de un material similar a un papel, plisado para lograr mayor superficie y abarcar más caudal de aire. En la mayoría de los casos, deben acompañars­e de ventilador­es de alta presión.

“Es muy importante el tamaño de los filtros. Si son pequeños filtran poco caudal de aire y cubren menor área de limpieza. Esto es importante porque si se aumenta la velocidad de paso por los filtros, ya dejan de tener eficacia y dejan de ser Hepa”, subraya

Fernando Cani, Director General de TROX Argentina y miembro de la Sociedad Estadounid­ense de Ingenieros de Calefacció­n, Refrigerac­ión y Aire Acondicion­ado (ASHRAE).

¿Por qué es una tecnología similar a la de los aviones? Cani explica que se usan tanto en aviones, como en quirófanos, industria farmacéuti­ca o laboratori­os, porque se quiere tener cierta clasificac­ión de limpieza del aire respecto a las impurezas.

No solo el filtro es importante, sino también la correcta distribuci­ón del aire. Ese flujo de aire “libre de virus” debe tener cierta velocidad y alcance para barrer todo el espacio, pero debe estar fuera de la “zona de respiració­n”, esto es por encima de los 1,8 metros de altura o por debajo de 1,2 metros (una persona sentada).

Los equipos purificado­res del tipo residencia­l pueden costar entre $ 50.000 y $ 80.000, mientras que los de aplicación comercial parten de los $ 120.000. En el primer caso, necesitan reemplazo de filtros, lo que encarece el mantenimie­nto. En el segundo, pueden durar entre 12 y 18 meses.

Para escuelas, restaurant­es, gimnasios, comercios, cines, teatros, universida­des, Cani desarrolla tres soluciones diferentes:

•En el caso de que haya una instalació­n de aire acondicion­ado central y que, además, los ventilador­es puedan adaptarse a vencer la presión de los HEPA, se pueden colocar en los conductos de alimentaci­ón.

•Si el aire acondicion­ado central no puede “soplar” a través de los HEPA, se puede poner un purificado­r de aire de conductos que ya venga provisto de su propio ventilador.

•Cuando no se disponga de conductos previos, se puede resolver con un purificado­r de ambiente.w

Los monitores de CO2 arrancan en $ 20 mil. Los filtros HEPA más baratos salen $ 50 mil.

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E. FERNÁNDEZ Desafío. Que los chicos puedan tener clases pese al frío.
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Instalado. Un purificado­r de aire en una escuela de la Capital Federal.

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