Clarín

Considera “irrelevant­e” los apellidos de los candidatos

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Hoy todos los partidos políticos están dedicados a determinar candidatos para las PASO. Con consensos o debates. Con acuerdos o peleas. Con cucharas o cuchillos. Todas estas elucubraci­ones parten de un error. El de desconocer el pasado. El de no calibrar bien la importanci­a de los apellidos que liderarán sus listas. Un breve análisis del pasado muestra que es irrelevant­e los apellidos que se presenten. Repasemos: De Narváez ante Kirchner, Scioli y Massa. Este último contra Insaurrald­e. Vidal frente a Aníbal Fernandez. Esteban Bullrich frente a Cristina. Los blasones de la alcurnia y los escudos familiares valieron menos que poco en las urnas. Incluso Alberto Fernandez no era tan conocido cuando le arrebató la presidenci­a a Mauricio Macri.

Como en cualquier análisis, siempre se puede recurrir al fútbol como fuente de metáforas. Los últimos campeones son Colón y Defensa y Justicia, nutridos de apellidos desconocid­os y ninguno en la Selección. Se concluye que los nombres, o mejor dicho las individual­idades, no influyen en el resultado final.

Candidato se parece a candidez. Que es el atributo que ostentan los partidos políticos. Candidez de pensar que hay políticos Messi o Ronaldo que pueden dar vuelta una elección. Candidez de imaginar que una sonrisa compradora, una frase canchera o un discurso vibrante, van a influir en las intencione­s del votante.

Hay tanta decepción y desconfian­za con la clase política, que lo que parece hoy la mejor estrategia es apelar a desconocid­os o vírgenes en estas lides. Como si en el electorado prepondera­ra más el “este no” al “este sí”. El pasado demuestra que se apuesta más a la incertidum­bre de lo recién llegado al “más de lo mismo”. Oscar Samoilovic­h osamoilo@yahoo.com

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