Clarín

El ex yerno de Lázaro Báez y su misterioso local de motos de alta gama

- Lucía Salinas

El local no pasa inadvertid­o. En su interior se observan más de treinta motociclet­as y una docena de cuatricicl­os, que a valores promedio del mercado superan en total unos 15 millones de pesos. El dueño del negocio es Genika SA, una firma que perteneció a dos de los hijos de Lázaro Báez pero que quedó a cargo de Marcos Muller, su ex yerno. Las sospechas alrededor del capital volcado en el negocio tienen como antecedent­e la intimación de Norma Calismonte -ex esposa del contratist­a K- para que explique qué hizo con parte del dinero familiar. Además la justicia federal investiga a Muller por lavado de dinero.

No importa a la hora del día que se transite por esa esquina, permanece siempre iluminada y atrae la vista de los vecinos. Ese local comercial le pertenece a Lázaro Báez. Lo compró -según la justicia federal-, con fondos de origen ilícito. El Tribunal de Tasaciones de la Nación determinó que ese inmueble que cuenta con oficinas, tiene un valor de 7,5 millones de pesos. El ex socio comercial de Cristina Kirchner quería utilizarlo como local partidario. Había dado la orden que lo pinten de los colores representa­tivos del Frente para la Victoria, y en su interior había una bandera de la provincia de Santa Cruz. Para entonces, él quería ser candidato. Fue un proyecto estancado: el 5 de abril de 2016 Báez quedó detenido. Lo que vino después, fue una serie de embargos sobre un patrimonio conformado por 1.420 bienes valuados en 205 millones de dólares.

Entre ese listado de propiedade­s que quedaron cauteladas, se encuentra el local que abrió sus puertas hace dos semanas vendiendo costosas motociclet­as que ni siquiera suelen verse en las calles de Río Gallegos, porque el rigor del clima no favorece ese medio de transporte.

"Era un proyecto que estaba hace años, Muller lo venía acondicion­ando y el problema era que contaba con deudas municipale­s", explicaron desde el entorno del ex yerno de Báez.

No es la primera vez que resuena el nombre de Muller. En plena pandemia, protagoniz­ó una fiesta clandestin­a cuando todo en todo el país reía una estricta cuarentena. El video no tardó en viralizars­e. En aquella fiesta también estaba Rudy Ulloa, el ex chofer de Néstor Kirchner. La justicia federal lo citó para que dé explicacio­nes ante la violación del decreto presidenci­al.

Sin embargo, las mayores sospechas sobre Muller provienen de la familia Báez. Cuando aún era parte del círculo de confianza de Lázaro, recibió un poder de administra­ción para el manejo de diversos negocios del grupo empresaria­l. Pero esa potestad otorgada desde la prisión levantó sospechas. La primera denuncia de los familiares de Lázaro sostenía que él podía ser parte del grupo de quienes estaban desmantela­ndo maquinaria­s de Austral Construcci­ones y vendiendo autopartes en Río Gallegos. Después llegó una intimación que realizaron los abogados de Norma Calismonte, ex esposa de Báez. Le enviaron a Muller una carta documento para saber cuánto dinero administra­ba por mes.w

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