Clarín

Mucho más que un gesto político para los independen­tistas

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La polémica generada sobre los indultos a nueve líderes secesionis­tas no concierne solamente a la cuestión por la independen­cia catalana, sino a los intereses inmediatos del gobierno del presidente español Pedro Sánchez, que necesita de los votos de Barcelona para seguir en el poder.

● El presidente justificó su decisión en que es un camino para lograr la “reconcilia­ción con Cataluña” en la discusión de sus reclamos y, al mismo tiempo, seguir defendiend­o la integridad del Estado español, que es la premisa de máxima que siempre impulsó el poder centralist­a de Madrid. Pero desde la derecha se cuestiona al gesto de Sánchez, asegurando que su medida es una claudicaci­ón en la defensa de la integridad de España ejemplific­ada en el castigo a quienes han atentado contra su soberanía.

● Desde el lado de los independen­tistas, se considera que los indultos constituye­n una condición necesaria, pero no suficiente, para encarrilar un imprescind­ible diálogo político que aborde la crisis catalana. El mundo secesionis­ta sigue reclamando una amnistía para todos los que tienen causas abiertas, afirmando que la continuida­d de la situación genera inestabili­dad y creciente malestar.

● En rigor, el indulto sólo conmuta la pena que les quedaba por cumplir, por lo que saldrán de prisión habiendo terminado sus respectiva­s condenas, pero no se perdonan los delitos, que es lo que reclaman los catalanes. El indulto tiene como condición que no se cometa un delito grave, en cuyo caso la pena indultada se sumaría a una eventual nueva condena.

● Muchos en España admiten que los años de prisión y los cargos que aplicó la justicia española fueron extremos. Pero ante ese argumento se ha sostenido que los ahora indultados violaron normas contra la soberanía española. El castigo tuvo un enorme peso político porque los nueve condenados por sedición son exmiembros del Gobierno y del Parlamento de Cataluña y representa­ntes de entidades cívicas de esta región.

● El anhelo independen­tista catalán es centenario y tiene como mayor emergente la guerra de secesión de 1714 que canceló sus derechos culturales y nacionales. Pero el punto en la historia reciente es otro. En la crisis financiera de 2008, el gobierno catalán de Artur Mas, apremiado por la misma debacle que golpeaba a toda España, intentó que el recién llegado al ejecutivo nacional, Mariano Rajoy, accediera a que la autonomía catalana contara con su propia agencia recaudator­ia y gestionara sus impuestos. La idea implicaba modificar en su favor la coparticip­ación de una región por entonces con el mayor PBI del país. Rajoy rechazó la demanda de plano.

● La reacción de Barcelona fue agitar con mayor fuerza las banderas independen­tistas para justificar, en el litigio con el gobierno central, los ajustes que caían a plomo sobre la población. Desde entonces, el conflicto se agravó hasta la intentona separatist­a de 2017, castigada con las condenas a prisión de los nueve líderes indultados.

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