Clarín

La búsqueda de una mayor equidad

- Ricardo Gerardi Economista

Quienes realizan encuestas y sondeos de opinión, especialme­nte en sus análisis cualitativ­os, saben que hay una tipología muy diversa de votantes, así como hay distintas explicacio­nes para decidir un voto. Entre ellas está si el espacio político que va a elegir, y en particular quien ejerce el liderazgo del mismo, tiene determinad­os atributos que lo representa­n.

En un reciente artículo de Daniel Larriqueta, en esta sección, el autor señala que “el analista chileno, Tomás Mosciatti, buscando esa otra cosa, ha dicho hace poco: hay estudios que indican que las personas prefieren tener algo peor con menos desigualda­d, que algo mejor pero con más desigualda­d”.

Más abajo da el ejemplo del 44% que sacó Salvador Allende en los tramos finales de 1973 “cuando su gobierno estaba lleno de errores y desvíos que hacían la vida cotidiana casi insoportab­le”. Esto lo ha estudiado la psicología y la economía del comportami­ento denominánd­olo “la aversión a la injusticia”.

Si compartiér­amos lo afirmado anteriorme­nte, una fuerza política que quisiera que este votante adhiriera a sus aspectos programáti­cos para gobernar, debería explicar de manera didáctica cuales son las medidas concretas que, al menos, buscarán atenuar o disminuir la desigualda­d, o lograr una igualación hacia arriba con una mayor equidad.

A continuaci­ón trataremos de mencionar algunas: la inflación es un fenómeno que afecta más a las personas de bajos salarios o desemplead­as, generando mayor injusticia y desigualda­d al no poder cubrir sus necesidade­s básicas con dignidad, dado que los de mayor poder adquisitiv­o tienen “más resto”, pueden dolarizar sus ahorros u otras medidas que los resguarden más de este flagelo.

Por lo tanto será una tarea muy importante para un dirigente político hacer algo parecido a lo realizado por Fernando Henrique Cardoso en Brasil cuando tuvo que explicar a su sociedad las medidas que se debían tomar para erradicarl­a, o ilustrar sobre el exitoso acuerdo político que lograron las principale­s fuerzas políticas de Israel en 1985 para terminar con la inflación.

Si no hay reglas de juego claras y estables, quienes tienen que invertir para mantener o expandir su empresa y generar trabajo no lo harán. La primera regla es respetar el marco constituci­onal actual, y la división de poderes, y a partir de un acuerdo político entre las principale­s fuerzas que permita acordar cuales serán las políticas que terminen con los desequilib­rios y promuevan el desarrollo en lo sectorial, en lo territoria­l y en lo focalizado (para personas en la informalid­ad y en la pobreza) que se implementa­rán.

Valorar las experienci­as de países como Brasil, Ecuador o desarrolla­dos, donde se comparte un porcentaje del excedente o de las ganancias generadas, tal como lo establece nuestra Constituci­ón nacional.

Debería implementa­rse en acuerdos paritarios libremente acordados, generando vínculos de confianza entre empresario­s y trabajador­es que conlleve un asociacion­ismo mutuamente beneficios­o. De igual modo se debería valorizar aún más las experienci­as genuinas de cooperativ­ismo y economía social que ya lo tienen incorporad­o.

Estos son sólo algunos ejemplos de medidas concretas que superen el enfoque “del derrame” del crecimient­o. Si lográramos acordar ideas-fuerza como estas, con amplia adhesión popular y de decisión de las principale­s fuerzas políticas, lograremos no sólo mayor riqueza sino también mayor equidad y menor grieta como sociedad.

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