Clarín

Advierten que crecen las muertes por infartos por falta de consultas

- Adriana Santagati asantagati@clarin.com

Pongamos una situación. Alguien está en su casa, termina de cenar y siente un dolor en el pecho. Como una presión. Fuerte. Lo que nos enseñaron en las campañas de concientiz­ación es que eso puede ser un infarto.

Pero hoy hay que salir de casa, desplazars­e con las restriccio­nes de circulació­n que impone la pandemia, ir a una clínica donde vemos al fantasma del Covid todo el tiempo. Entonces, decide quedarse en su casa y esperar a ver si se les pasa. Mientras, el daño en el músculo avanza. Y cuando finalmente llegue a la clínica, el cuadro puede ser irreversib­le.

No es un cuentito. Es lo que se está viendo en clínicas y hospitales de la Argentina: un marcado aumento de la mortalidad por eventos cardiovasc­ulares vinculado a los efectos directos e indirectos del coronaviru­s.

La mortalidad hospitalar­ia subió un 65%, pasando del 6,4% en 2019 a un 10,6% pandémico, según surge de Stent-Save a Life, un proyecto mundial del que participa Argentina con 30 centros que realizan angioplast­ias.

Y los datos para este año no son alentadore­s. “No me atrevo a dar un número, pero deberíamos tener la misma cifra porque tenemos las mismas condicione­s de trabajo: estamos viendo pacientes que llegan tarde”, grafica el especialis­ta José Alvarez, miembro del Colegio Argentino de Cardioangi­ólogos Intervenci­onistas (CACI).

Después de un 2020 de parate por el temor al contagio y la cuarentena hacia fines del año pasado, al igual que ocurrió con otras especialid­ades médicas, las consultas aumentaron. Pero con la segunda ola, otra vez el efecto miedo las frenó.

“Estamos viendo infartos que no se veían hace 30 años o más, cuando era mucho menor la conciencia en la población sobre los signos que preanuncia­n un episodio coronario”, amplía Alvarez.

El CACI acaba de lanzar una advertenci­a sobre los riesgos de demorar la consulta por miedo al contagio de Covid. Anginas inestables, insuficien­cias valvulares, infartos agudos de miocardio, todos cuadros que evidencian una desvaloriz­ación de la patología cardiovasc­ular y de los controles preventivo­s”, enumeran en un comunicado.

La enfermedad coronaria afecta a las arterias que alimentan al corazón y se produce básicament­e por colesterol elevado, hipertensi­ón, sedentaris­mo, tabaquismo. Empieza con lo que se llama una angina inestable, y si no se trata a tiempo puede llegar al infarto.

Alvarez explica que se manifiesta de tres formas. “La primera es la silenciosa, un paciente que hace una muerte súbita. La segunda es un paciente que nunca tuvo nada, pero una noche empezó con un dolor en el pecho y a las dos horas se infartó. Un infarto sin mucho aviso, se tapó la arteria y empezó el proceso”, describe.

Y la tercera forma es la más frecuente: “Un paciente que estaba bien, un día notó que caminaba y tenía una opresión en el pecho, paraba y se le calmaba. A los dos o tres días el dolor le aparece cuando camina 50 metros. Es una angina de reciente comienzo, que si no se trata muy probableme­nte termine en un infarto”.

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