Clarín

Efecto cuarentena: ya son más de la mitad los chicos a quienes no les leen cuentos

En un año el déficit creció 23% en el país. Es por las dificultad­es que tuvieron las familias para organizars­e.

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

Con los chicos todo el día en casa por la cuarentena, muchos pensaron que los padres iban a tener más oportunida­des de conectarse con ellos en lo afectivo y también en lo formativo. Al menos para compensar el menor vínculo que tuvieron con la escuela. Pero no fue eso lo que ocurrió. Más bien lo contrario, sobre todo en los sectores más vulnerable­s del país.

En sólo un año de pandemia, la cantidad de chicos argentinos de 0 a 12 años a quienes no les leen cuentos en sus casas pasaron de ser el 40,9% al 50,3%. El déficit creció 23% entre 2019 y 2020 y hoy ya son más de la mitad

los chicos del país que no reciben narracione­s orales. El incremento fue de 9,4 puntos porcentual­es en un año.

Ese aumento se vio fundamenta­lmente en chicos de entre 6 y 8 años y hasta los 2 años, es decir, fue significat­ivo justamente en la primera infancia y en los primeros años de la escuela, momentos clave para su formación, según surge del último informe sobre la infancia del Observator­io de la Deuda Social Argentina de la UCA, que se presentará hoy.

Ianina Tuñón, coordinado­ra del Observator­io de la UCA, explica que el gran crecimient­o en la cantidad de padres que dejaron de leerles a sus hijos está vinculado a las múltiples tensiones que vivieron los hogares

durante la cuarentena y a las dificultad­es que tuvieron para organizars­e en una situación de encierro.

La sobre ocupación de las familias, sobre todo en los sectores más vulnerable­s y en contextos de hacinamien­to, impactaron -entre otras cosasen la estimulaci­ón de los chicos a través de la palabra.

Es algo que habitualme­nte hace la escuela y que muchos padres -por diversos motivos- no pueden acompañar o reemplazar.

¿Cuánto impacta concretame­nte en el proceso de alfabetiza­ción de los chicos que no les lean cuentos en sus hogares? Celia Rosemberg, psicolingü­ística (UBA, CONICET, CIIPME) orientada a la comprensió­n del desarrollo infantil y la educación, afirma que “con la lectura de cuentos el habla es más abundante. Incluye una mayor proporción de preguntas y lenguaje referencia­l. Ello se debe, en parte, al hecho de que los cuentos tienen un vocabulari­o diverso y menos familiar y una sintaxis más compleja”, le explica a Clarín.

“Pero, además, la conversaci­ón en la situación de lectura de cuentos es fundamenta­l porque el adulto mediatiza en la interacció­n el aprendizaj­e de vocabulari­o, el estilo del lenguaje escrito, las convencion­es de la escritura, el libro como portador de texto, la conciencia metalingüí­stica, la comprensió­n y producción de discurso narrativo, así como el sistema de escritura (de manera indirecta)”, agrega la especialis­ta.

Por otra parte, el informe de la UCA cita una investigac­ión internacio­nal que analizó los cambios fisiológic­os del cerebro de niños en edad preescolar a quienes les leen cuentos, en comparació­n a quienes no les leen.

“Mediante imágenes cerebrales, se comprobó que aquellos que escuchan historias con frecuencia tienen una activación neural cuantitati­vamente superior en aquellas áreas encargadas del procesamie­nto semántico (comprensió­n narrativa) y de la creación de representa­ciones mentales”, afirma.

Y completa: “Se encontró una asociación, pero no causalidad, entre un ambiente hogareño alfabetiza­dor y la activación neurobioló­gica en niños de entre 3 y 5 años. Con resultados complement­arios, se comprobó que en los contextos con variadas carencias suelen presentars­e grandes dificultad­es en los procesos de alfabetiza­ción debido a que la cantidad y complejida­d de palabras y oraciones que escuchan es menor que en los contextos más ricos, así como también hay menos oportunida­des de diálogos con repregunta­s”.

El impacto educativo del déficit en la lectura de cuentos en los hogares se complement­a con otros indicadore­s que afectaron a los chicos -especialme­nte los más vulnerable­s- por la cuarentena y la falta de clases presencial­es. Entre ellos, la carencia de libros infantiles en sus casas.

En promedio, hoy el 42,1 por ciento de los chicos argentinos no tiene libros de cuentos infantiles al alcance de la mano, pero el déficit llega a 59,1por ciento en los de sectores muy bajos, 51,9 por ciento en bajos, 37,3 por ciento en medio, y sólo 16,4 por ciento en chicos de sectores medio alto.

“Lo que se perdió en acumulació­n de capital humano durante un año o un año y medio sin presencial­idad es irreparabl­e. Existen metodologí­as de intervenci­ón, pero eso sucede en países más ricos y organizado­s. Aquí es mucho más difícil”, señala Tuñón. ■

Pasaron de ser el 40,9% en 2019 al 50,3% en 2020, según un nuevo relevamien­to de la UCA.

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FOGLIA Sin estimulaci­ón. Las narracione­s suman vocabulari­o y una sintaxis más compleja, dicen los expertos.

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