“La hipocresía psicológica, un mecanismo de defensa en la política”
Hipocresía: “falsedad que demuestra una persona en sus acciones o en sus palabras, fingiendo o pretendiendo cualidades o sentimientos que, en realidad, no tiene. La hipocresía conlleva dos operaciones, mediante las cuales se manifiesta en los modos simple y combinado: la simulación y el disimulo. La simulación consiste en mostrar algo distinto de lo que se es, en tanto que el disimulo oculta lo que no se quiere mostrar”.
Psicológicamente, el comportamiento hipócrita se relaciona con el error fundamental de atribución: los individuos tienden a explicar sus acciones sobre la base de su ambiente, pero atribuyen las acciones de otros a “características innatas”, lo que lleva a juzgar a los otros, mientras justifican sus propias acciones.
Muchas personas reniegan reconocer imperfecciones propias que condenan en el resto. Esto termina siendo un autoengaño más que un engaño deliberado, propuesto al resto de las personas. En otras palabras, la “hipocresía psicológica” es interpretada por los psicólogos como un mecanismo inconsciente de defensa, y no como un acto de engaño consciente, tal y como resulta de la connotación clásica de la hipocresía. Surgen así las personas de doble moral, una que dicen y que no practican, y otra que practican pero prohíben decirla.
Considerando los tiempos de la política tan variados, y sabedores que las hipocresías suelen caducar, junto al blindaje mediático, Jesucristo en el Nuevo Testamento, previene contra ella: “Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir, de su hipocresía. Porque no hay ningún secreto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse” (Lucas, 12: 1-2).
Norberto Ivaldi norbertoivaldi@gmail.com