La trampa detrás de otro tip tecnológico
Leo una noticia que cuenta que mucha gente busca en Google Street View (sistema que ofrece fotos en 360 grados de las calles de todo el mundo) imágenes de seres queridos que han muerto y que fueron capturadas durante el relevamiento hecho por las cámaras de este servicio. Así, un hombre descubrió a sus padres fallecidos caminando de la mano en 2009 y otro, a su madre en la puerta de su casa fumando un cigarrillo. Las fotos luego se comparten en una cuenta de Twitter llamada Fesshole. Algunos usuarios se quejan de que, al actualizarse las imágenes del sistema, se pierden las anteriores, pero otros comparten trucos sencillos para acceder a las primeras tomas del Google Street View y continuar la melancólica búsqueda. Lo que no cuenta la noticia es qué sucedería si encontráramos una foto que pone en cuestión el recuerdo de la persona amada. Por ejemplo, quien fuera nuestra pareja tomada de la mano de un extraño en la mesa callejera de un bar o nuestro padre bebiendo una copa de vino en un balcón que no es el que compartía con nuestra madre. Es decir, un misterio incómodo, porque revelaría un lado oculto de un ser querido en el momento en que este ya no puede dar explicaciones, y además inútil, puesto que ese conocimiento sólo serviría para agobiarnos.
La sociedad de la híper información parece exponernos a la ausencia de lados ciegos, lo que resulta fantástico si se investiga un crimen pero que puede ser terrible en otras circunstancias. ¿Quién querría saber todo de otro? Uno sospecha que la verdad en tanto absoluto, como la proclaman los jueces y los iluminados, puede ser tan dañina como la mentira.