Corrupción en el Vaticano: llevan a juicio a un cardenal y a otras nueve personas
Es Angelo Becciu. Este purpurado esta detrás de una opaca operación inmobiliaria con dinero de la caridad.
La sede de la curia católica anunció este sábado el envío antes su tribunal penal de diez personas acusadas de corrupción, en uno de los más resonantes escándalos por este delito en el Vaticano. Entre los acusados figura el influyente cardenal Angelo Becciu.
El delito involucra la financiación por lo menos opaca, a través de hombres de negocios italianos, de un edificio de lujo en Londres con dinero que fue desvalijado de las coletas de caridad.
El cardenal Becciu, uno de los clérigos más influyentes del Vaticano y colaborador cercano del papa Francisco, comparecerá ante el tribunal de la Santa Sede a partir del 27 de julio, según informó un comunicado del Vaticano.
Becciu, de 73 años, es procesado por malversación de fondos, abuso de poder y soborno de testigos.
Los primeros elementos de este caso comenzaron a ser difundidos bajo grandes titulares en la prensa italiana desde septiembre de 2019.
El pontífice argentino le reclamó entonces a Becciu que presentara su dimisión.
En un comunicado difundido este sábado por su entorno, el purpurado dijo ser “víctima de un complot” y clamó su “inocencia absoluta”. Además, dijo tener prisa por explicarse tras denunciar que lo pusieron en la “picota mediática” pero no dio detalles de la grave denuncia en su contra.
El influyente cardenal era el número dos de la Secretaría de Estado, la administración central de la Santa Sede, el cargo más relevante después del pontífice, cuando el procedimiento de compra del edificio londinense comenzó en 2014.
Entre los otros acusados destaca el suizo René Brülhart. Este laico fue presidente de la Autoridad de Información Financiera (AIF), y gendarme financiero de la Santa Sede. Deberá responder ante la justicia por abuso de poder.
Otros dos eclesiásticos figuran entre los acusados. Uno de ellos es monseñor Mauro Carlino, antiguo secretario personal de Becciu.
El otro es monseñor Enrico Crasso, veterano gestor del patrimonio reservado de la Secretaría de Estado, un maná de varios cientos de millones de euros procedente en gran parte de las donaciones de los particulares al Vaticano. Según la acusación de esas fuentes se tomó el dinero para la operación en Londres.
De boca de sus abogados, Brülhart y Carlino defendieron este sábado que siempre fueron “leales” y trabajaron “en interés de la Santa Sede”.
Las otras personas que serán juzgadas son Tommaso Di Ruzza, antiguo director de la AIF; Cecilia Marogna, llamada “La dama del cardenal”, una joven consultora italiana a la que la Secretaría de Estado habría depositado medio millón de euros en una cuenta en Eslovenia; el inversor Raffaele Mincione; el abogado Nicola Squillace; Fabrizio Tirabassi, un antiguo alto funcionario laico del Vaticano; y Gianluigi Torzi, un empresario arrestado en mayo en Londres.
La inversión en el corazón del escándalo es un edificio en el elegante barrio londinense de Chelsea. Cuenta con 17.000 m2 transformados en unos cincuenta apartamentos de luLópez
El Papa reveló el escándalo : “Se hicieron cosas que no eran limpias”, dijo.
jo. La primera participación en el proyecto tuvo lugar en 2014 a través de un fondo luxemburgués gestionado por el holding de Mincione.
La opaca gestión financiera, a través de Suiza y Luxemburgo, incitó al Vaticano cuatro años más tarde a ponerle fin comprando todo el edificio londinense. El precio estaba por encima de su valor real.
Con otras inversiones arriesgadas, el perjuicio para el Vaticano ascendería a varios cientos de millones de euros, según la prensa italiana.
En noviembre de 2019, el papa Francisco había reconocido ante la prensa la existencia de un “escándalo” de corrupción en el Vaticano. “Se hicieron cosas que no eran limpias”, había lamentado entonces el sumo pontífice.
El juicio sobre el edificio londinense “está directamente relacionado con las directrices y la reforma de Su Santidad el papa Francisco a favor de la transparencia y la consolidación de las finanzas vaticanas”, subrayó la Santa Sede.
El pontífice argentino había sido elegido en 2013 para, entre otras cosas, poner orden en las finanzas vaticanas, una reforma ardua que encontró resistencia en algunos “dicasterios” (ministerios) que gestionaban fondos de manera muy autónoma y poco transparente.
En 2017, el papa constató que “reformar” la curia romana (gobierno vaticano) significaba “limpiar la esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”.
A tal efecto, creó la poderosa Secretaría de Economía en 2014, saneó el Banco Vaticano, donde se cerraron 5.000 cuentas sospechosas en 2015, reguló las licitaciones para sus gastos internos y confió a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) la gestión de los presupuestos de las numerosas administraciones vaticanas. Este proceso es un paso más. ■