Clarín

El boom de las dietéticas se afianzó durante la pandemia

La Ciudad se llenó de locales, que viraron al concepto de “market”. Según una encuesta, 4 de cada 10 argentinos ya son habitués. Las compras, 10% arriba.

- Adriana Santagati asantagati@clarin.com

En muchos barrios de la Ciudad, en especial en las avenidas, ya hay casi una por cuadra. Las dietéticas parecen ser los nuevos locutorios o parripollo­s. La pandemia vino a consolidar un fenómeno que se empezó a ver hace unos tres años y este rubro es uno de los que más creció durante el último año y medio.

Una encuesta de Voices, a la que accedió en exclusiva Clarín, le pone números a la tendencia. La misma consultora había relevado en 2019 qué estaba pasando con estos negocios que empezaban a dejar de ser un lugar donde comprar ciertos alimentos para personas con condicione­s de salud especiales para convertirs­e en una suerte de nuevo minimarket con distintos rubros. Pero, siempre, con un mensaje que lo vincula con lo saludable y ahora con lo sustentabl­e.

Dos años después, con coronaviru­s mediante, salieron a medir qué había pasado. Y se encontraro­n con números sorprenden­tes. En 24 meses, la compra creció significat­ivamente de 31% a 41%: ya 4 de cada 10 argentinos son compradore­s habituales de la dietética. Y aunque este consumo lo impulsan mayoritari­amente las mujeres, los sectores de nivel alto y los porteños, se vio un crecimient­o en los sectores medios y en los hombres, que ya hacen el 33% de las compras.

También hay una suba de lo que se llama heavy shoppers, los compradore­s frecuentes: antes 3 de cada 10 pasaban por lo menos una vez cada 15 días y ahora son 4 de cada 10. Un 30% de los consumidor­es se sumaron desde hace dos años o menos y aumentó el porcentaje de los que no son clientes, pero podrían serlo: la predisposi­ción de compra pasó del 24% en 2019 al 44% este año.

“La pandemia aceleró este boom,

por un lado por una escena práctica: negocios de cercanía y en general chicos que en un momento se priorizaro­n sobre los locales grandes. También, la gente tuvo más disponibil­idad de tiempo en su casa y eso permitió que muchos más empezaran a cocinar”, analiza Constanza Cilley, directora ejecutiva de Voices, sobre las razones, quizás más obvias, del porqué de este crecimient­o.

Pero hay otros factores y son, básicament­e, los que sostienen que es más que una moda pasajera. En eso coinciden tanto la analista como dueños de dietéticas consultado­s por Clarín: hay una mayor tendencia a la búsqueda de una alimentaci­ón saludable y también a interioriz­arse en qué se come y de dónde viene, y por eso la dietética aparece asociada a productore­s regionales y locales que un sector de los consumidor­es tiene interés en apoyar.

Desde la Agencia Gubernamen­tal de Control porteña no tienen números de aperturas de dietéticas porque se engloban dentro de la categoría productos alimentici­os y bebidas, pero este rubro viene en alza: el año pasado se habilitaro­n 2.783 comercios y este año, sólo hasta junio, otros 1.661.

Algunos casos muestran que esa sensación en la calle de que la ciudad se llenó de dietéticas, tiene asidero. Uno es el de Eneldo, que nació hace cuatro años, ya tiene 16 locales en todo el país, acaba de inaugurar uno en Rosario y tiene planeadas tres aperturas en 15 días. “Este año crecimos un montón”, asegura Andrés Rexach, uno de los dueños de esta cadena de dietéticas premium.

En estos largos meses de pandemia, mucha gente que se quedó sin su fuente de ingresos encontró una salida en la dietética. “Con una indemnizac­ión o ahorro, tienden a una

franquicia interesant­e. Y cuando emprenden la actividad, se sienten alentados por su propio círculo, que conoce y consume”, apunta Cilley.

¿Cuánto cuesta abrir? Uno pequeño y con oferta básica se puede montar con $300.000, pero poner una franquicia de una cadena con más productos y con cosmética natural (lo más caro) arranca en US$ 40.000.

María Alejandra Tolosa está en el rubro desde hace más de 20 años, cuando se inauguró en Barracas la primera de las cinco sucursales que hoy Amaicha tiene en cuatro barrios.

En plena pandemia abrió tres de ellas.“Soy una kamikaze”, dice, y cuenta que va apostando día a día asu emprendimi­ento.

Su experienci­a sirve para describir cómo el rubro evolucionó en los últimos años. El primer local era un mix de dietética y golosinas, y hoy viraron al concepto de market, con más oferta sin TACC, cosméticos y todo lo que sea vegano. Y está pensando, en la sucursal de Palermo, en sumar también comidas veggie y gluten free.

Rexach cree que “de acá a un año esto va a decantar y van a sobrevivir las que están mejor puestas”. Cilley ve un futuro prometedor, en el que se irán segmentand­o y apuntando a nichos más específico­s, y cree que aún hay espacio de crecimient­o, por ejemplo, con la suma de alimentos frescos y regalería, porque existe mucho interés en el cliente en comprar lo que viene de productore­s locales.

Tolosa también coincide en que el rubro tiene mucho camino para recorrer, especialme­nte, por las razones que impulsan la demanda. “Esto va a seguir por el nivel de estrés tan elevado que tenemos y que en la ciudad no sabemos manejar. Empezamos a hacer síntoma: nos inflamamos, no podemos comer gluten, nos sube la glucosa, el colesterol... Empezamos a hacer agua y nos tenemos que volcar a la alimentaci­ón conciente”, afirma la dueña de Amaicha e instructor­a de yoga, que hizo ella misma un cambio personal en ese camino hace unos 7 años.

La búsqueda de una alimentaci­ón saludable y más tiempo para cocinar, entre las causas.

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JUANO TESONE Oferta. Las dietéticas ampliaron las opciones para responder a una demanda creciente.

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