Esa educación que siempre se hace desear
El jueves pasado, Cristina Kirchner estuvo en un acto de entrega de 10.000 computadoras a chicas y chicos de 6to. grado, en Lomas de Zamora. Elogió el programa Conectar Igualdad, y criticó a Mauricio Macri por haberlo cortado. ¡Buena jugada! Pero todo ese gesto, que parecía congraciarse con aquellas personas a quienes la conectividad les es esquiva, se desmoronó cuando sus palabras tomaron ese tono particular de campaña, a sólo dos meses de las PASO. Se cae también el relato cuando sus propias organizaciones sociales, que forman parte del Gobierno nacional, le tiraron arriba del escritorio un informe terminante: en 2020, y en las 4.400 villas y barrios populares de todo el país donde viven 4 millones de personas, el 18,3% de los encuestados no tienen conectividad de ningún tipo. El 44,3% afirmó que estudiaba menos que antes de la pandemia. Y en 16.235 casos en 14 provincias, el 76,8% de los encuestados utilizó WhatsApp y sólo el 14,1 por ciento de las familias encuestadas utilizó Zoom y Google Meet para conectarse. Los números son claros, y si vienen del oficialismo, no hay excusa. Volver a las aulas implica también quebrar con ese sistema educativo socialmente desigual, no se trata de canjear computadoras por un voto. El rol educador del Estado, en una Argentina contemporánea a la pandemia, debe hacer un cambio coyuntural, saber vencer los yugos pasados y crear una fuerte omnipresencia para “poder soñar con un futuro mejor”, como anhela el lector en su carta. Es el sueño de todos los argentinos. Siempre lo fue ...