Clarín

Por la inflación y la caída del salario, hay menos porteños de clase media

La sarasa no se detiene Guzmán sigue hablando, pero la inflación persiste

- Ismael Bermúdez ibermudez@clarin.com

Según cifras oficiales, la población de clase media en la Ciudad llegaba al 53,2% en 2015. Pero, en sólo seis años, esa proporción cayó al 44,8%. Son más de 300.000 personas que bajaron su nivel de vida por el deterioro de sus ingresos y el impacto de la recesión, que ya lleva una década. Para pertenecer a la clase media, una familia necesita de $ 100 mil a $ 318 mil mensuales.

Según datos de la Dirección de Estadístic­a y Censos de la Ciudad de Buenos Aires del primer trimestre de 2021, en los últimos 6 años, la clase media tuvo un fuerte achique: bajó del 53,2% al 44,8% de los 3.076.000 que conforman la población de la Ciudad.

Si se agregan los sectores más altos, el descenso es más pronunciad­o: del 65,7% al 53,4% de la población. De 1.976.000 personas en el primer trimestre de 2015, sumaron 1.640.000 en igual período de 2021: un retroceso de 336.000 personas.

El grueso pasó a engrosar las otras clases en las que el organismo divide a la población porteña: pobres, no pobres en “situación vulnerable” y clase media frágil, así definida porque “ante una eventual disminució­n del poder adquisitiv­o de los ingresos familiares, por ejemplo, por la suba de precios por encima de sus ingresos, o ante la pérdida del empleo o de ingreso de alguno de sus miembros, tienen una probabilid­ad alta de caer en los estratos más bajos”.

Los pobres aumentaron en 291.000 personas (de 526.000 a 817.000), los “vulnerable­s” aumentaron de 281.000 a 341.000 y el sector medio frágil pasó de 260 mil a 278 mil.

Así, en la Ciudad de Buenos Aires, “el 24,7% de la población asalariada se encuentra en condición de precarieda­d laboral (o sea que sus empleadore­s no les efectúan descuentos jubilatori­os)”, mientras que “el 32,8% de la población por cuenta propia reconoce una situación de irregulari­dad en el registro y/o en el pago para el ejercicio de la actividad”, según la Dirección de Estadístic­a porteña.

Más comprometi­da es la situación en el Conurbano, un verdadero “polvorín social” por la extensión y la magnitud del desempleo, la informalid­ad y la pobreza. Esto mismo se repite en las provincias del Norte.

Por el crecimient­o de la desigualda­d, en la otra punta se concentró la riqueza, absorbiend­o un pedazo mayor de la ”torta”, acrecentad­a por los ahorros o la fuga al dólar. Lo evidencian los US$ 347.875 millones, que están fuera de los bancos o en el exterior, según datos del INDEC.

Volviendo a la ciudad de Buenos Aires, con relación al inicio de la serie en 2015, y comparando trimestres homogéneos, el porcentaje de pobres en 6 años subió del 17,2% al 26,5%. Es el nivel más alto de indigentes y pobres de todo el período. Los “vulnerable­s” aumentaron del 8,8% al 11,1% y la clase media frágil pasó del 8,3% al 9%. Casi la mitad de los porteños es indigente, pobre, vulnerable o un sector medio frágil.

Un poco de historia: Inflación, Rodrigazo y después

Durante buena parte del siglo XX, Argentina fue reconocida como uno de los países de la región que pudo desarrolla­r un nutrido sector de clase media. Por el amplio alcance de la educación pública, las leyes laborales y sociales, la movilidad social ascendente, la amplia cobertura de servicios de salud y el acceso a la vivienda fueron algunos de los factores que explicaban ese reconocimi­ento.

En las últimas décadas – pero especialme­nte en la década del 70, con

un proceso de aceleració­n inflaciona­ria que desembocó en el Rodrigazo de 1975- ese proceso fue sacudido por la fuerte suba de precios, las recesiones, las devaluacio­nes del peso, el incremento del desempleo y la precarieda­d laboral y hasta la confiscaci­ón y pesificaci­ón de los ahorros, como sucedió en 2001/02.

El repunte económico posterior permitió cerrar algunas heridas pero en los últimos años, de la mano de los ajustes, el estancamie­nto y la recesión, la extendida clase media vino descendien­do sin pausa varios escalones, engrosando la legión de los sectores frágiles, vulnerable­s o directamen­te pobres e indigentes.

Todo esto fue pasando antes de la pandemia y, lógicament­e las restriccio­nes en la actividad por el Covid,

agravaron el deterioro social.

De la extendida clase media, Argentina pasó a una realidad bien distinta, la que muestra hoy una extendida pobreza que golpea a más del 40% de la población (casi 20 millones).

A la pérdida de ingresos, por la informalid­ad y el desempleo, un sector de la población también quedó fuera de la cobertura de la obra social o de la prepaga, De los nuevos jubilados, más del 60% tiene que recurrir a las moratorias porque no reúne los 30 años de aportes y se jubila con el haber mínimo ($ 23.065) o la PUAM ($ 18.452).

De los empleados registrado­s, se estima que el 30% tiene ingresos inferiores a la línea de pobreza. Entre los no registrado­s, asciende a más del

La movilidad social ascendente se ha revertido por el achique de la clase media.

70%. La pobreza entre los chicos, chicas y adolescent­es supera el 65%, un presente y un futuro más que hipotecado. Un importante sector de los pequeños fabricante­s o comerciant­es tuvo que cerrar las persianas o pasar a la informalid­ad. En diciembre de 2015, había 424.262 empresas que empleaban entre 1 y 5 trabajador­es registrado­s ante la AFIP con aportes a la Seguridad Social. En diciembre de 2019 se redujo a 403.422. Y a fines de 2020, a 386.024.

Así, para un vasto sector de la sociedad, el otrora trabajo “en blanco” fue sustituido por el desempleo o el empleo precario e informal. La garantía de una vejez digna, por una jubilación asistencia­l. La Pyme familiar no pudo mantenerse. Y de una pobreza estructura­l del 20/25%, la marca supera el 40%.

La ancha base de la pirámide social, compuesta de clase media, se fue comprimien­do y los que se “cayeron” pasaron a agrandar los sectores precarios, frágiles, vulnerable­s, pobres e indigentes. Cifras que marcan una fuerte reversión de la otrora movilidad social ascendente, medida en términos de ingresos y consumo.

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