Raúl Castro salió a frenar las protestas en Cuba
Con 90 años y vestido de militar, el hermano de Fidel apareció ayer liderando una marcha en La Habana. Junto al jefe del régimen, Díaz Canel, intentan aplacar los actos de protesta en la isla. Los manifestantes reclaman por 400 desaparecidos.
El presidente cubano Miguel Díaz-Canel reapareció este sábado encabezando un acto de apoyo al gobierno en el centro de la capital. Lo hizo junto al histórico líder Raúl Castro, de 90 años, ahora jubilado quien permaneció en silencio.
Esa presencia fue una clara señal de intento de refuerzo del poder y la autoridad del jefe de Estado lo que indica la importancia interna de la ruidosa pueblada sin precedentes que el domingo último y los días subsiguientes demandó cambios radicales al régimen comunista.
Díaz-Canel volvió a balancearse entre la crítica a las protestas, la construcción del enemigo externo en Estados Unidos y la novedad de la autoAllí crítica por “los errores” cometidos que habrían contribuido a la irritación social.
No hubo, sin embargo, anuncios de qué tipo de cambios en profundidad prepara el régimen para aliviar la tensión y evitar que se repitan las manifestaciones que sacudieron a la isla comunista.
El jefe de Gobierno y ahora titular de Partido Comunista, el máximo sillón de poder en Cuba que en abril último le cedió Castro, afirmó que “el enemigo ha vuelto a lanzarse con todo para destruir la sagrada unidad ciudadana”. Apuntaba a Estados Unidos, país al que culpó desde el primer día por supuestamente instigar las protestas.
Con todo, subrayó que están en marcha “objetivos autocríticos” y la decisión “de eliminar errores“propios” y de mantener “la unidad de los cubanos” en torno al sistema.
Las protestas, en realidad, detonaron por un racimo de motivos, entre ellos los apagones constantes que complican la vida de la gente, arruinando sus víveres, la disparada de la pandemia de coronavirus, la crisis económica con una inflación en disparada y el aumento del costo de los servicios públicos y las largas colas para conseguir alimentos. De ahí que en las protestas se vieron a militantes oficialistas, incluidos conocidos dirigentes comunistas.
Pero, según el jefe de gobierno “lo que está viendo el mundo de Cuba es una mentira” y cuestionó como falsas las imágenes en redes sociales, que “estimulan y glorifican el desacato y la destrucción de inmuebles”.
Hay “un odio desbordado en las redes sociales… pero ninguna mentira se ha levantado por casualidad o por error, todo está fríamente calculado en un manual de guerra no convencional”, añadió.
Sostuvo, ademas, que fue un ciberataque el que cortó la red internet el domingo cuando se generalizaban en todo el país las protestas. La disidencia, en cambio, denunció que fue el propio régimen el que interrumpió el servicio para evitar que se difundan las imágenes y bloquear la coordinación que se establecía por la red entre los opositores.
Díaz-Canel pronunció su discurso en un área de La Habana muy céntrica conocida como La Piragua cercana al mar.
se reunieron temprano miles de personas con banderas y lemas en favor del régimen. El acto fue anunciado en la tarde del viernes con el objetivo de reclamar “el cese de los intentos de desestabilización desde el exterior contra la nación”, según la síntesis de medios locales repitiendo las narrativas de otras figuras del régimen.
La convocatoria al acto oficialista de respuesta a las protestas, creo alguna polémica en medio del severo rebrote de la enfermedad que registra la isla. “No es un capricho”, justificó el presidente.
Entre la autocrítica y la condena, Díaz-Canel denunció la “existencia de nuevas acciones contra Cuba” desde el extranjero. “Estamos bajo fuego sofisticado cibernético” que incluye “el terrorismo mediático” insistió el mandatario ante la multitud calculada en miles de personas.
“Nada de esto es nuevo ... Cuba está decidida a mantenerse soberana e independiente”. Remató el párrafo enigmático sosteniendo que en el “avance” del país habrán de “rectificarse los métodos y estilos de trabajo que chocan con la voluntad de servicio al pueblo”.
Después de la jornada más aguda de las marchas de protesta, el gobierno aceptó una antigua demanda de los críticos del régimen para que los viajeros entrantes al país puedan atraer medicinas y alimentos, entre otros productos sin aranceles ni límites de cantidad. En un sentido es una luz verde a un intenso mercado negro que existe en la isla, de la divisa y de una gran variedad de productos, que también opera con importaciones ilegales. ■