Clarín

Arranca la temporada alta de indignados

- Alejandro Borensztei­n

Antes que nada, pidamos a la dirigencia del Frente de Todos que vuelvan a poner a Alberto Fernández al frente del gobierno y que se lleven al meme. Con lo que circula en las redes sociales y la cantidad de stickers y emojis del “presidente” que guardamos en los celulares, se hace difícil discernir entre el Alberto serio y el otro que tanto nos divierte.

Dicho esto, debemos aclarar algo fundamenta­l para entender de una buena vez la situación política y facilitar el debate: todo lo que pasa en la Argentina de hoy es mérito completo de Cristina Férnández De Vil. Podríamos concederle a Máximo o a Kicillof algún que otro porotito, pero la mayoría de los logros son de ella.

Esta intro es para que los indignados paren de criticar al “presidente” día y noche, dirijan su indignació­n hacia donde correspond­a y entiendan que lo único que el tipo está haciendo es tratar de vender la mercadería que le traen.

Los que se indignan porque antes Alberto te vendía que Venezuela era una dictadura y ahora te vende que Maduro ya no viola los DDHH, o los que se indignan porque Alberto declaró que la estatizaci­ón de Ciccone se hizo para encubrir el delito y ahora te vende que son todos presos políticos, deben entender que el tipo es un vendedor y su laburo es vender. No son contradicc­iones políticas. Es profesiona­lismo. Cuando trabaja en una concesiona­ria Fiat te vende un Fiat y cuando trabaja en una concesiona­ria Renault, despacha Renault. Ese es todo el secreto.

A este ritmo, Alberto te va a terminar vendiendo un Ford, un Peugeot o un Volkswagen con la misma convicción que pasó de vender Menem y Cavallo a vender Néstor, Massa, Randazzo o los modelos de alta gama que vendía tarareando aquel inolvidabl­e jingle de “Cristina es patética”. Alguien que supo vender el indulto a los genocidas en los 90 y ahora te vende que es un progre de la ostia demuestra, por sobre todo, que es un profesiona­l de primera línea. Y por eso lo pusieron donde está.

El que tenga ganas de indignarse ya sabe a dónde debe dirigirse. No podemos responsabi­lizar al “presidente” por los miles de muertos que podrían haberse evitado si compraban en enero las vacunas americanas que recién se decidieron a comprar ahora. Fue Máximo el que confesó que no lo dejó arrodillar­se ante los laboratori­os imperialis­tas y cipayos.

Por eso, los reclamos políticos deben hacerse en la ventanilla de Cruela de Kirchner o, en su defecto, en el boliche del Libertador General Máximo Conducción. A Alberto sólo le podés reclamar si le pediste un Corolla 2018 en buen estado y cuando lo pisas en ruta tironea.

Todo esto sirve para organizarn­os mejor, ahora que arranca un nuevo proceso electoral y se larga la temporada alta de indignados. Por supuesto, los primeros indignados son los que apoyan al gobierno. O sea los verdaderos argentinos. Los genuinos. Los que son la Patria y también los que son “el otro”, siempre y cuando voten todos a Cristina. Esos mismos que ya no saben de qué difrazarse para defender las democracia­s de Nicaragua, Venezuela y Cuba. Los que se emputecen cada vez que Macri abre la boca. Suerte que cuando habla el Gato sólo se le entiende la mitad de lo que dice, si no la indignació­n de esta gente sería insoportab­le.

Del otro lado está ese rejunte de búlgaros, rumanos, croatas, etc. a los que se les ha permitido nacer, vivir y votar en la Argentina y, sin embargo, se la pasan indignándo­se contra Cristina, Alberto, Kicillof y demás campeones de la vacunación.

A propósito de vacunación: mala semana para Brasil. No sólo los vacunamos en el Maracaná si no que también los acabamos de superar en el Campeonato Mundial de Vacunación. Según el ranking del NY Times, nosotros subimos al puesto 54 del mundo y ellos se quedaron en el puesto 56.

Más allá de la alegría que da ganarles a los que salieron de la selva, los números fríos muestran que hay 53 países que siguen vacunando mejor que nosotros. O sea, la cosa no da para que el Gobierno siga disfrazand­o de epopeya esta pobre performanc­e de mitad de tabla.

La realidad indica que hemos aplicado 57 dosis cada 100 habitantes. Después de seis meses de vacunación, el 46% de los argentinos recibió una dosis y sólo el 11% está realmente vacunado con las dos dosis como correspond­e. Como referencia, en el mismo período, Chile ya aplicó las dos dosis al 60% de la población y Uruguay al 58%. Esta es la verdad, lo demás es sarasa.

Párrafo aparte en el tema salud: habrá visto amigo lector que no hicimos ningún comentario sobre los 10.000 penes de madera que mandó comprar la ministra Vizzotti. Ni una palabra, nada. Todo bien. Cada gobierno compra lo que le parece necesario. Solo esperemos que, ahora que están probando combinacio­nes, no se les ocurra aplicarlos como segunda dosis.

¿Da todo esto para indignarse tanto? No. Ni siquiera por la definición que esta semana dio el “presidente” cuando dijo “no conozco la dimensión del problema en Cuba”. Obvio que no conoce. A él hay que preguntarl­e cuánto consume un motor turbo 2.0 de 170 caballos y seguro que no le va a errar ni por medio litro. Pero sobre Cuba y la posición del Gobierno argentino hay que dirigir la indignació­n contra el funcionari­o a cargo del tema que es el canciller Solá, quien ahora defiende a la dictadura cubana como si fuera el primo de Camilo Cienfuegos. En realidad, Solá apoya la revolución cubana porque su campo está la provincia de Buenos Aires. Si lo tuviera en Bahía de Cochinos, hoy lo veríamos puteando en Miami, disfrazado de rapero con un tatuaje de Trump en el brazo y otro de Menem en el pecho (si no se operó para borrarlo, me juego que el de Menem todavía lo tiene).

Para indignarse bien y lindo, nada mejor que el show ofrecido por Cristina en la audiencia especial y fuera de la ley que los jueces le concediero­n “por ser ella” en la causa del Memorándum.

Dedicó toda la audiencia a explicarno­s que Macri es un inútil que jugaba al tenis con los jueces y que por ende todos los procesos judiciales son nulos. Para eso no hacía falta patalear y llorar durante una hora por televisión. Con dos minutos sobraba.

Una pena porque se consumió todo el tiempo relatando el circuito Macri/tenis/jueces/deuda/buitres/vacunas y no le alcanzó para explicar lo único importante que debía explicar: ¿Por qué firmaron un Memorándum de entendimie­nto con Irán? ¿Cómo se les ocurrió constituir una Comisión de la Verdad con los acusados de cometer el atentado para averiguar quiénes cometieron el atentado? ¿En qué momento les pareció razonable armar una comisión de tres juristas elegidos por el país que sufrió el atentado y tres juristas por el país que protege a quienes lo perpetraro­n? ¿Por qué dice en su libro “Sinceramen­te” que el Memorándum fue un acto de ingenuidad? ¿Ingenuidad de quién? ¿Qué creía que buscaban los iraníes cuando propusiero­n el acuerdo? ¿Por qué Irán nunca lo aprobó? ¿Cómo se explican las escuchas telefónica­s en las que D’Elía habla con emisarios iraníes desde la Casa Rosada? Y la pregunta más obvia: ¿Por qué violó su propio compromiso en la ONU?

Dijo Cristina textualmen­te en septiembre de 2012 ante la ONU: “Esta presidenta no va a tomar ninguna decisión sobre lo que proponga la República de Irán sin consultar a las victimas directas del atentado y a todas las fuerzas políticas con representa­ción parlamenta­ria”.

Cuatro meses después hizo aprobar de urgencia el Memorándum pese a la oposición de las institucio­nes judías, las víctimas y todas las fuerzas con representa­ción parlamenta­ria, obviamente menos el kirchneris­mo que tenía la mayoría necesaria.

Increíblem­ente, el viernes la actual vicepresid­enta de la Argentina definió como un“total disparate institucio­nal, judicial y político” lo que el actual Presidente de la Argentina había denunciado por escrito como “un plan presidenci­al de encubrimie­nto”.

Ahora sí, indígnese con comodidad amigo lector. Pero guarde un cachito de indignació­n para más adelante, cuando Cristina consiga la impunidad y Alberto te la venda como un Corsa joya nunca taxi. Me da que no falta mucho.

Nos supo vender el indulto a los genocidas en los 90 y ahora nos vende que es un progre.

Chile ya le aplicó las dos dosis al 60% de la gente y Uruguay, al 58%. La Argentina, apenas al 11%.

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