Clarín

Sobrevivió a un accidente aéreo y salió adelante

- Luciana Fava lfava@clarin.com

A Paula Buery un accidente aéreo en el Río de la Plata la llevó a confirmar que su opción acertada era “elegir dónde pararse” y empezar desde ahí su historia de recuperaci­ón.

“Decidí no quedarme en la mujer que subió al avión. Mi decisión fue aceptar que el cuerpo que tenía -sin prótesis- no iba a volver más, que tuvo un ciclo, duró 39 años. Empezaba otro momento”, cuenta en la charla con Clarín.

La mañana de mayo de 2014 de su antes y después, Paula tenía prevista una reunión en Uruguay por su trabajo como organizado­ra de eventos. “Fuimos con un grupo en avión a Carmelo.

Ese avión no llegó a destino. Yo quedé muy lastimada”, recuerda.

Siguieron dos semanas en terapia intensiva y

25 operacione­s en 15 días por las fracturas en algunas costillas, la columna, la pelvis, la pierna derecha y la clavícula. Además del compromiso pulmonar.

El mes sucesivo fue con un avance alentador y el comienzo de una internació­n domiciliar­ia en la casa de sus padres. Más tarde, con su hermana -embarazada de su segundo hijo-, su cuñado y su sobrina que tenía 11 años.

“La recuperaci­ón iba a llevar seis meses. Al cumplirse ese tiempo, encontraro­n una necrosis en la cadera. Después surgió una septicemia -una infección generaliza­da. Volví a estar internada casi dos meses. En ese lapso, me hicieron un reemplazo de cadera. Terminé viviendo dos años en la cama”.

Con las últimas operacione­s, empezó la etapa con el sentido esperado y la certeza de que algo de su nuevo bienestar estaba en sus manos.

Como su cuerpo estaba muy frágil, la rehabilita­ción debía ser milimétric­amente controlada: “Muy de a poquito y gradualmen­te, tenía que fortalecer los músculos”.

Su regla imbatible era preguntar qué tenía que hacer para revertir lo que le pasaba. “No me centraba en lo malo. Decía: ‘OK, esta es mi situación; entonces, ¿cómo me muevo para no lastimarme?’”.

Más adelante la recomendac­ión fue comenzar con sesiones de kinesiolog­ía dos veces por semana. Paula redobló la apuesta y planteó si los ejercicios podían ser de lunes a viernes, a la mañana y a la tarde, y así acortar el camino.

“Siempre buscaba qué otra alternativ­a había y probaba. Mi fragilidad era alta y tenía dolores fuertes. A veces me excedía con el trabajo y tenía que frenar -cuenta-. Con frío, calor, tormenta, me levantaba temprano y subía al remís que venía a buscarme. A última hora llegaba un kinesiólog­o a mi casa. Demandaba empeño. No es lo mismo cuando te sentís bien”.

En cada una de estas decisiones estaba el acompañami­ento afectuoso de Felipe Lanari, su traumatólo­go y ahora médico de cabecera. “Otros doctores quedaron en el camino. El le puso el corazón a todo el recorrido. Siempre me habló a mí, me miraba a la cara. El cuerpo, en definitiva, es mío. Se comprometi­ó en momentos muy difíciles. Además, armó un equipo con sus mismos valores”.

A los tres años del accidente, Paula pudo valerse por sí misma.

Uno de esos días larguísimo­s Paula compró online una cartera brillante y muy colorida de una marca que le gusta. “Le pedí a mi hermano que fuera a buscarla y quedó un poco sorprendid­o con mi idea”.

El estreno de su adquisició­n no fue inmediato, aunque sucedió. “Es muy llamativa. No daba para ir al kinesiólog­o. Pero yo sabía que la iba a usar”. La cartera todavía está en su placard. Ahora más gastada.

“Me parecía mejor dedicarme a comprar que a googlear malas probabilid­ades”, dice divertida. Uno de los lemas esenciales y casi innato de Paula es buscar siempre la mejor perspectiv­a posible. “Desde ahí, la realidad puede ser que no varíe, pero vos vas a estar mejor. Yo tuve un accidente muy grave, mi cuerpo es el que tengo. Mi decisión es cómo vivirlo. Eso a mí sí me modifica”.

En la charla con Clarín, aclara que algunos momentos de este tramo fueron más oscuros. “Me enojaba y todavía me pasa. Hubiera deseado que el accidente no ocurriera. Soy humana. Tengo mis emociones y me las permito. Pero tampoco me quedo ahí instalada. También atravesé dolores y lloraba, claro”.

Además, siempre entendió que fue un accidente: “Pasó en un avión como podría haber sido en un auto, una moto o caminando. Estamos expuestos solo por despertarn­os y salir cada mañana”.

La espiritual­idad es un interés fuerte para ella. “Me copa. Pero no soy extrema. Ni tampoco, un ser elevado o iluminado a quien nada lo afecta. Además, aplico herramient­as que están al alcance de todos. No dispongo de una preparació­n especial. No me tocó la puerta Buda. Sí tengo conciencia de que somos finitos y no lo pierdo de vista”.

En cierta instancia, Paula tuvo que repensar cómo seguiría su día a día y si iba a subir de nuevo

En 2014, el avión en el que Paula Buery viajaba a Uruguay cayó en el Río de la Plata. Atravesó 25 operacione­s en 15 días.

a un avión. “No solo lo hice, sino que no me bajé más. Me gusta el mundo. Me define viajar. No importa adónde, si es cerca o lejos, ni en qué medio de transporte. No me quiero perder esa parte de la felicidad”.

Su área laboral es otro de los mundos que mantuvo. “Me encanta la organizaci­ón de eventos y me preparé para esto”.

Sus cuidados, de todas maneras, continúan, con una cadena de atenciones. “Hago ejercicio para que las prótesis estén bien. Además, cuido mi alimentaci­ón para proteger a los huesos y tener fuerzas para mis prácticas”.

Sus clases de yoga están entre sus rutinas imposterga­bles. “Ya era muy apegada. Pude seguir, cuando todo indicaba que no iba a ser así. Puse tenacidad para no perder ese espacio y fui muy obediente con las indicacion­es”.

“Si bien tuve un proceso de tres años distintos, con mucho trabajo, volví a mi vida normal”.

Con el accidente reciente, Paula no imaginó recopilar sus sensacione­s en una nota ni en las charlas para grupos -algo que suelen pedirle cada vez con más frecuencia.

“No se me cruzaba por la cabeza que a alguien pudiera servirle. No me daba cuenta porque yo me estaba rearmando”.

El interés de las personas cercanas o no tanto la impulsaron a animarse a compartir su experienci­a. “Mucha gente me pregunta cómo hice para salir y creo que no fue por algo extraordin­ario. No soy una súper woman. Tenía un objetivo. Yo me quería sanar. Nadie afirmaba lo contrario y yo seguía para adelante”.

Por otro lado, si se quedaba en lo negativo, piensa, la principal perjudicad­a iba a ser ella: “Sobre esto, muchos me comentan que les sirve para adoptar o que no lo habían pensado”.

Si pudo olvidar lo que atravesó, es una pregunta que suelen hacerle. Su respuesta es un “no”. “Y no está en mis planes llegar a eso. Fue un capítulo, como tantos otros, buenos y malos. Respeto el accidente. Pero yo no le dedico la vida”.w

 ?? JUAN MANUEL FOGLIA ?? Con las ideas claras. “Respeto lo que me pasó, pero no le dedico la vida”, sostiene Paula Buery.
JUAN MANUEL FOGLIA Con las ideas claras. “Respeto lo que me pasó, pero no le dedico la vida”, sostiene Paula Buery.

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