Clarín

Bajo Flores: dos acuchillad­os y un aluvión de llamados al 911 por tiroteos

Los ataques fueron en enero y el 5 de julio. Investigad­ores hablan de una violencia narco marginal.

- Virginia Messi vmessi@clarin.com

Exactament­e de la misma manera y en la misma cuadra dos hombres fueron asesinados a cuchillada­s en 2021. Los crímenes ocurrieron con menos de 6 meses de diferencia en una calle tipo cortada llamada Malvinas Argentinas, que corre entre la avenida Bonorino Camilo Torres, en el Barrio Rivadavia 1, en el Bajo Flores.

Detrás de estas muertes no parece haber una guerra de grandes narcos como cuando Marco Estrada Gonzáles (”Marcos”) se enfrenta a quienes le disputan el poder en la Villa 1-11-14. Es otro tipo de violencia narco más marginal: los ajustes de cuentas entre dealers y “fisuras” que, por su adicción, se colocan en situación de extremo riesgo y terminan muertos.

Los homicidios ocurrieron el 27 de enero y el 5 de julio. Aunque no hay detenidos, existe una línea de investigac­ión que apunta a un sospechoso. Lo que marcan estas muertees un incremento de los conflictos en la zona que patrulla la Gendarmerí­a Nacional.

Ese aumento también lo muestran las estadístic­as, que se habían desplomado al principio de 2020 con el

encierro más duro de la pandemia y ahora subieron de forma alarmante. Entre enero y junio de 2019, de ese sector de la Ciudad habían recibido

39 llamados por “disparo de arma de fuego”. En el mismo período de 2020 el número bajó a 29. Pero explotó en el 2021 con 79 llamados. Esto es aumento del 172% de un año al otro.

Otro dato en el mismo sentido: durante el primer semestre de este año se atendieron en el Hospital Piñero 15 personas heridas de bala. }En el mismo periodo de 2020 habían sido 7, la mitad. Según fuentes de Seguridad del Gobierno de la Ciudad, en general se trata de heridas en piernas o brazos, que muestran algo así como escarmient­os más que intentos de homicidio. Un ejemplo es un episodio reciente ocurrido el 11 de julio en Riestra y Charrúa, que tuvo como víctima a un joven boliviano que sufrió “herida de arma de fuego en pie izquierdo y mano derecha, ambas con entrada y salida, sin riesgo de vida”, según el parte policial.

Ezequiel Ibañez tenía 28 años y su domicilio declarado en Guernica, provincia de Buenos Aires. Pero hacía tiempo que rondaba el Bajo Flores y según los vecinos, había pedido ayuda por su adicción en la parroquia San María Madre del Pueblo, en la Villa 1-11-14.

Pasado el mediodía del 27 de enero un vecino avisó al puesto de Gendarmerí­a que en uno de los playones de la calle Malvinas al 200 -en el Barrio Rivadavia I- había un hombre herido tirado en el asfalto. Alguien lo había apuñalado en el estómago y se notaba que había querido defenderse porque también tenia cortes en los brazos.

Ibañez murió poco después. La ultima vez que alguien lo vio con vida estaba en el mismo lugar donde cayó herido pero se encontraba con otro hombre, el supuesto asesino.

La víctima del otro homicidio ocurrido allí fue Julio Cáseres: murió desangrado luego de recibir una cuchillada en la pierna que lesionó su arteria femoral. Vecinos escucharon cómo minutos antes la víctima discutía con un hombre.

Aunque aún no hay detenidos por ninguno de los dos casos -uno en manos del fiscal Eduardo Rosende y otro a cargo del fiscal Ariel Yapur- se cree que ocurrieron en un contexto de drogas: una compra, una pelea por un vuelto, un intento de robo de alguna dosis.

Los que conocen la zona aseguran que la calle Malvinas Argentinas en el Barrio Rivadavia I funciona como un expendio de drogas permanente.

Allí los “dealers” o “transas” usan a los “fisuras” para hacer parte de sus ventas. A cambio les dan un poco de droga. En ese contexto el adicto termina herido o muerto.

“El problema con los ‘fisuras’ es que están tan desesperad­os por la droga que se ponen a robar. A veces se escapan con la piedra (de cocaína) y otras veces venden lo que les da el transa y les roban a ellos. Siempre tienen problemas. Lo peor es que aunque hayan robado o tenido problemas vuelven a comprar al mismo lugar, y los están esperando”, explicó un investigad­or a Clarín. “Los fisuras no andan con la bolsita sino con la piedra. No tienen nada fraccionad­o porque así, si caen presos, es dificil imputarles que están vendiendo. Es más, el transa le pasa a retirar la plata en períodos cortos para que no se le acumule. Recordemos que la cantidad de dinero en cambio hace que se pueda presumir una comerciali­zación”, completó. Ese conflicto tiene todos los condimento­s como para terminar mal. No por nada en los estudios sobre homicidios dolosos realizados por la Corte Suprema de Justicia en 2013 se determino que casi el 40% era por “riña/ajuste de cuentas/ venganza” y que la mayoria ocurría en barrios más marginales.

En un año, la suba de llamadas por disparos fue del 172 %, de acuerco con fuentes oficiales.

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